*Por Mtro. Juan Ernesto López Martínez

Soñé que estaba muerto. Estoy seguro muchos han tenido esta experiencia. Lo importante es descubrir lo que está entorno a ello.

Fue una de esas típicas escenas donde el muerto ve lo que pasa a su alrededor y las personas entorno no lo ven. Así vi a mis hermanos llegar a un edificio que sentía era un hospital. Me percato que llegaban a verme. Cuando entraban al edificio, aun yo parado en la puerta y frente a ellos, no me podían ver. Les hablaba y no me escuchaban. Concluía que me llegaban a ver, pero yo estaba arriba y ya había muerto. Aunque les hablaba, no me escuchaban. Tampoco me veían.

Fue extraño. Nunca dije “estoy muerto”. Al darme cuenta de la situación, dije: “ya no estoy”, “ya me fui”. Sabía que estaba muerto, pero no utilicé la palabra muerte. Sin embargo, lo que sí dije fue: “¡oh! se siente bien” y “no está tan mal”. ¿Será verdad que así son las cosas? Nunca lo sabré. Para cuando suceda, ya estaré muerto y no hay modo de saber. Que sea algo bueno, es lo que todos esperamos de la muerte. En verdad, tengo la certeza que así será. Y no hablo de ir al cielo o a un lugar para disfrutar. Me refiero a que la muerte es algo donde todo lo que la vida es, deja de ser. Tampoco quiero decir que la muerte sea la nada.

Lo importante para mí es entender por qué soñé lo que soñé. No pretendo hacer un análisis psicológico o interpretación freudiana de mi sueño. Eso se lo puedo dejar a mi terapeuta. Lo que puedo reflexionar tiene que ver con el sentimiento que me dejó. Ese sentimiento sí está en mí y en mi realidad. A diferencia de lo que soñé o mi futura muerte que en este momento no son reales, no existen.

Lo que llama poderosamente mi atención es que, a la fecha, platicarlo me hace derramar alguna lágrima. Me pregunto si es por miedo. Pienso que ya no, alguna vez sí tuve y mucho. Ahora puedo aplicar muy bien lo que comento con mis alumnos. Todos son veinteañeros. Les pido que piensen y se sitúen en el año 1990. Imaginen esa fecha. ¿Dónde estaban? Les atemoriza eso. Igual la muerte. La respuesta más común es que pensar en una fecha previa a su nacimiento no les atemoriza, pensar en la muerte sí, porque ya vivieron y no quieren dejar lo que tienen. ¿Entonces?

El hecho es que la vida es algo finito. Tiene término. Sin embargo, algunas personas viven como si fueran eternos. Pero somos seres vivos finitos. Así que debemos ser conscientes de cada paso que damos en la vida, tener en la mente cada acción que realizamos.

Para que el sueño cobre sentido, debemos dar sentido a la vigilia. Para que nuestra muerte tenga sentido, debemos darle sentido a la vida. No se trata de encontrar significado a los sueños, se trata de re-significar nuestra vida, nuestra existencia. La vida en abstracto no existe, no es real. Es real la existencia que experimentamos día a día. Si pretendemos re significar la existencia, tenemos que re-flexionar sobre las acciones.

Re-flexionar no es hacer como que ve uno para dentro de sí. Re-flexionar es ver su propio reflejo. El reflejo de sí, pero no contra el muro, contra la pared fría. La re-flexión implica ver tu reflejo en las acciones con los otros. Ver tu reflejo en las acciones de la vida. Si dices que eres una persona amorosa, ve tu reflejo en las acciones de amor que realizas. El ser amoroso o amar a alguien se tiene que reflejar en actos de amor. El ser compañero se debe ver en actos de compañerismo.

Este sueño sucede después que la IBERO puebla me otorgara un reconocimiento por 35 años de trabajo. Lo platiqué en un texto previo. Pero, así como puedo dar con facilidad interpretaciones psicológicas, igual puedo pensar que mi sueño se relaciona con tal reconocimiento.

Lo más extraño para mí fue la reacción que tenía cada vez que platicaba la historia de mi sueño. Yo sentía tristeza. No era miedo. Tristeza y no sé por qué. No entiendo. Quizás porque los finales en algunas ocasiones son tristes y este era mi final.

¿Qué sentimiento debemos tener al final de nuestra vida? Miedo definitivamente no. Tristeza, tengo mis dudas. Lo que sí deberíamos sentir es felicidad. Y no es que me ponga feliz morir. Si no que cuando la muerte llegue me debe encontrar feliz de la vida que he vivido.

¿Qué hacer para ser feliz? Me queda claro que, para ser felices en la vida, debemos tomar la decisión de ser felices. La felicidad es una decisión de vida. Los sentimientos opuestos a la felicidad como la infelicidad o la desdicha o la tristeza, son inevitables. Deben sentirse en el algún momento de la vida ocasionados por situaciones o eventos o hechos particulares. Pero permanecer en ellos es una decisión personal.

Hay hechos en la vida que definitivamente ocasionan tristeza, como la muerte de un ser querido. Pero quién dijo que las personas son para siempre, que las personas no se mueren, que nuestros seres queridos no se van a morir, que uno mismo no se va a morir. Por eso dije antes que las personas vivimos como si fuéramos inmortales o eternos. Alguien puede preguntar, en el caso de la muerte de un niño o un joven, ¿por qué él si era tan joven o era un inocente? Pues muy sencillo, desde que nacemos estamos en posibilidad de morir.

*Licenciado en Filosofía por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, maestro en Docencia por la Universidad Iberoamericana Puebla. Cuenta con 34 años de experiencia académica, trabajo como docente en Bibliotecas del Sistema Universitario Jesuita. Actualmente se desempeña como académico en la Coordinación de Formación Integral de Profesores y Tutores de la Ibero Puebla.

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