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*Por: Dr. J. Alejandro Ortiz Cotte

“La conferencia que el Maestro iba a pronunciar sobre LA DESTRUCCION DEL MUNDO había sido profusamente anunciada, y fue mucha la gente que acudió a los jardines del monasterio para escucharle. La conferencia concluyó en menos de un minuto. Todo lo que el Maestro dijo fue: Estas son las cosas que acabarán con la raza humana: La política sin principios. El progreso sin compasión. La riqueza sin esfuerzo. La erudición sin silencio. La religión sin riesgo, el culto sin consciencia” (Anthony de Mello. ¿Quién puede ser amanezca?)

No hay duda de que la perspectiva religiosa es una de las principales miradas que pueden ayudar a tener un mundo sin violencia. Es obvio que la sociología, la política, la cultura y otras más, son perspectivas centrales para lograr este objetivo. Aunque no hay que minimizar el aporte religioso, si es necesario comprender mejor estos dos conceptos para distinguir qué es lo que pueden aportar las teologías religiosas que otros enfoques teóricos no pueden.

Para hacerlo en este pequeño espacio seguiré a autores sobresalientes: Raimon Pannikar, Javier Melloni SJ, entre otros.

Melloni nos ayuda diciendo que tenemos que distinguir entre religión y revelación. Toda religión tiene una revelación que le ha sido confiada. Lo propio, de las religiones, entonces, no es señalarse a sí mismas, sino a una realidad que las Trasciende. Esta realidad a la que están (referidas o) religadas la perciben como Apertura Infinita, hacia lo alto, hacia lo largo, hacia lo ancho, y hacia lo profundo de lo existente. De esta apertura beben y remiten. El peligro que corren es creer que, en lugar de pertenecer a la Verdad, la Verdad les pertenece. De tal manera “las religiones son las mediaciones organizadas de un vislumbre de lo divino y de la claridad de lo Real” o mejor aún son “las cristalizaciones histórico-culturales de una experiencia revelatoria”. Esto significa que todas las religiones son construcciones históricas que pueden deconstruirse o reconfigurarse con tal de expresar lo mejor posible su experiencia sagrada, no son estructuras, instituciones, o formas hechas para sí mismas, sino que son dependientes de su revelación. El mismo Melloni dice que las religiones son ese cuarto oscuro donde lo invisible (imagen que existe en si misma pero no es visible) se vuelve real o sensible para los ojos humanos (con técnicas y materiales apropiados generando una foto).

Lo vital, en el ámbito religioso, es la revelación no las formas que la expresan. Melloni hablando de la palabra revelación (o re-velare en latín), insiste en fijarnos en la partícula latina RE. Esta partícula puede indicar retroceso, separación o alejamiento. Pero también puede indicar repetición o intensidad (como en religión: re-legere o re-ligare) o privativa (re-probado). Por tanto, las religiones son estos ámbitos de revelación, donde, mediante determinadas prácticas (textos, normas, dogmas, símbolos y ritos) se desvela una visión de la realidad. De tal manera que la re-velación intensifica para que lo Trascendente no se agote o se crea ingenuamente que hemos captamos la Totalidad. Toda revelación no desgata el Misterio sino lo aumenta.

Hans Küng decía “no habrá paz en el mundo si no hay paz en las religiones, pero no habrá dialogo entre religiones si no se investigan los fundamentos de estas”. Por eso hay que adentrarse a ese Misterio jamás abarcado, pero siempre conectado con lo humano. Una expresión que habla de esta relación es la de Raimon Pannikar que habla de lo “cosmoteándrico”, (Cosmo-Teos-Andros) o Naturaleza, Historia y Dios en la filosofía de Zubirí. Es decir, todo Misterio revelado implica una fuerte y estrecha relación entre el Mundo (cosmos, naturaleza), lo Humano y Dios. Y ese desde ahí que podemos hablar de la Paz.

Siguiendo ahora más a Pannikar podemos retomar algunos de sus “sutras” o pensamientos. Él comparte que es difícil vivir sin paz exterior, pero es imposible vivir sin paz interior. La Paz no se deja conquistar para uno mismo ni imponer a los demás. Si la paz se impone a los demás deja de ser paz. La paz se recibe como un DON, un regalo, por tanto, se descubre y se recrea, es un fruto, una consecuencia gratuita.

No puede haber una “lucha” por la paz. Una lucha genera ganadores y perdedores no la Paz. Por eso desde el ámbito religioso no puede “construirse” la Paz, se lucha y se construye la equidad, el buen vivir, se puede pelear por erradicar la discriminación, el racismo, el machismo, el patriarcalismo, pero esto no trae la paz en sí, sino que, al estar en proceso, en camino, en evolución constante la paz se le reconoce, se le encuentra, se des-cubre y por tanto se le acepta como elemento vigorizante y a la vez silenciosa para recomponer lo humano, y redignificar las relaciones humanas.

Por lo anterior las religiones deberían ser caminos donde re-vela paz, donde se le reconoce y se le confiesa sus dones. Hoy sigue oculta para las mayorías de las personas. La paz está entre nosotros, pero nuestros procesos y relaciones humanas impiden reconocerla y por tanto aceptarla. Es más, nuestros contextos de violencia, injusticia y opresión no solo la cubren, sino que también la quieren asesinar y desaparecer para siempre. Pero no pueden. En un lenguaje exclusivamente religioso se puede afirmar que Dios no deja de insistir en ella, nos la sigue dando siempre como posibilidad y preguntándonos.

Por eso, desde lo más bello y coherente de las religiones tenemos algunas claves para empezar a des-velarla y con ello aceptarla para vivir de otro modo que seamos mensajeros de ella. Debemos ubicar una MIRADA ATENTA donde se nos muestra como es. Para eso tenemos que ir con los excluidos, los empobrecidos, las víctimas de la historia para encontrarla y la veremos en ese cuidado amoroso que los padres y madres les ponen a sus hijos cuando los peinan o preparan para ir a la escuela a pesar de sus múltiples problemas, de la Sonrisa sincera y empática de las víctimas que se permiten aun en medio de la tragedia. Cuando los empobrecidos pasan del juicio a la bendición, cuando generan un lugar habitable y humano en vez de ocupar un sitio. Cuando la oración es un diario camino de silencio profundo, pidiendo comprensión del ¿por qué yo?

La paz está, existe, solo que debemos descubrirla y aceptarla como es. En ese momento irán cambiando muchas cosas.

*Doctor en Educación por la Universidad Iberoamericana Puebla. Maestro en Teología y Mundo contemporáneo por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es miembro de Amerindia Continental (asociación de teólogos y científicos sociales a favor de la teología latinoamericana), del grupo latinoamericano de ASETT-EATWOT (Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo) así como del Grupo Latinoamericano del Proyecto Internacional sobre la Recepción del Vaticano II en el Mundo. Desde hace 14 años trabaja en la Universidad Iberoamericana Puebla, actualmente es el coordinador del Área del Servicio Social

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