Desde el Castillo de Chapultepec, donde se escribieron los capítulos más importantes de nuestra historia, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, rindió la semana pasada un homenaje a Simón Bolívar, líder militar y político venezolano, quien logró la independencia del imperio español en su nación de origen y en otras de América Latina.

¿Había necesidad de exaltar a un personaje de nada influyó en la historia de México? Ninguna. Sin embargo, su lucha libertadora fue retomada por Hugo Chávez tras ganar las elecciones de 1998 en Venezuela, después por Nicolás Maduro, quien se reunirá próximamente en nuestro país para una “mesa de diálogo” a la que asistirían representantes de los gobiernos de Dinamarca y Estados Unidos.

La “revolución bolivariana” contemporánea consistió en varios cambios profundos tanto constitucionales como económicos y políticos, que permitieron que Chávez y Maduro, ésta última administración desconocida por más de 60 países del mundo, destruyeran literalmente la democracia como forma de gobierno, la economía para el control de los medios de producción y a la oposición política que ha terminado tras las rejas, exiliada, y en el peor de los casos, acabada.

El discurso presidencialista mexicano se aleja de las acciones. Pregonó en un principio el “respeto a la autodeterminación de los pueblos”, pero hoy envía insumos médicos y combustibles a Cuba, país clasificado como “patrocinador del terrorismo” con el peligro que eso significa para México. Ahora se permite que un gobernante cuya legitimidad está en tela de juicio por naciones democráticas, pise suelo mexicano para realizar “negociaciones”.

La “revolución bolivariana” es en realidad un modelo político-económico, bautizado por el mismo Chávez como “socialismo del siglo XXI” y ha permeado en diversas naciones Latinoamericanas como Chile, presente en el “homenaje” en el Castillo de Chapultepec, Perú, Argentina o Nicaragua, ya que la intención es conformar una “patria grande en América Latina”.

El pensamiento marxista-leninista-venezolano tuvo sus frutos en el país donde mejor se aplicó: Venezuela, tierra de Bolívar, quien dejó de ser el más rico de América Latina para ser de los más pobres, donde el dinero vale nada, no existen elecciones libres y democráticas, el crimen se apoderó de las calles provocando el desplazamiento de millones de ciudadanos quienes se encuentran en condiciones de pobreza equivalentes a países africanos, entre otras.

México va en camino a esa revolución y no sólo el “homenaje” es muestra de ello sino los millones de empleos perdidos, los más de 90 mil muertos por la violencia, la insistencia del Gobierno de atacar a organismos autónomos como el INE, el IFAI, el Banco de México, estigmatizar la libertad de expresión que es el principal eslabón de la democracia y su “apoyo” a naciones socialistas, olvidando nuestra gloriosa revolución mexicana que nos hizo ser un país libre, adoptando así el catastrófico pensamiento bolivariano.

@MaritzaMena7

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