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Torquemada llegó al Colegio Americano bailando chachachá

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que cada año los padres de familia del Colegio Americano de Puebla tienen que firmar un contrato de prestación de servicios educativos, en el que establecen los derechos y obligaciones de la institución y de los tutores o padres de familia de los alumnos de los niveles de preescolar, primaria, secundaria y preparatoria.

Este contrato es tan importante que si no es suscrito por los padres de familia, los estudiantes no pueden entrar a clases, ni garantizar su permanencia en la institución, sin importar que hayan pagado su inscripción o estén al corriente en el pago de sus colegiaturas.

Sin embargo, este año se introdujo una cláusula en el contrato para el ciclo escolar 2021-2022 que ha generado inquietud por la mordaza que se impone a los padres que hagan declaraciones, manifestaciones o publicaciones en medios de comunicación o redes sociales que afecten el buen nombre del Colegio Americano de Puebla.

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En el PRI solo ganaron caciques; perdió todo la dirigencia

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que si en el PRI hubiera una evaluación real del resultado electoral del pasado 6 de junio, debían de salir de la dirigencia estatal del partido Néstor Camarillo Medina e Isabel Merlo Talavera, pues literalmente no ganaron nada relevante y el partido avanzó en su proceso acelerado de pérdida de votantes. Tendría que haber ocurrido algo similar como cuando el 20 de junio de 2016 renunció a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional priista el todo poderoso Manlio Fabio Beltrones, pues en aquella ocasión el tricolor fue derrotado en 7 de 12 gubernaturas que estuvieron en juego.

En los comicios de hace tres semanas, los únicos que tuvieron triunfos relevantes bajo las siglas del PRI fueron los caciques de la Sierra Norte, como son los casos de Lorenzo Rivera Nava en Chignahuapan y José Luis Márquez en Zacatlán, cuyas familias han tenido en más de dos ocasiones el control de las presidencias municipales.

O los triunfos que hubo en el sur, el nortes y centro del estado –como es el caso de Santa Clara Ocoyucan– que fueron obra de Antorcha Campesina, una organización que, aunque vistió los colores del PRI, oficialmente abandonó al tricolor en 2019, pero se incorporó a la alianza del PRIAN como una manera de tener siglas partidistas con que competir y pedir el voto contra Morena, luego de que fracasó en su intento de convertirse en una fuerza política local.

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La nueva colaboración en Puebla

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, indica que al interior del panismo se debate si debe existir o no una relación de “nueva colaboración” con el gobierno de Luis Miguel Barbosa.

En precampaña, el ala morenovallista era la más crítica, al grado de censurar al entonces aspirante Eduardo Rivera Pérez por evitar la mínima expresión de desacuerdo con el barbosismo.

Hasta juraban era su auténtico candidato a la alcaldía de Puebla.

Vino la elección, ganó Rivera Pérez y la ecuación cambió.

Genoveva Huerta, quien había hecho eco de las críticas a Rivera Pérez por no defender a los panistas, acusados de malos manejos en los tiempos del barbosismo, apareció en una reunión en Casa Aguayo con el mandatario poblano

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La rueda que jamás se movió

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que ayer el gobernador Miguel Barbosa comentó que existe la posibilidad de que la famosa Estrella de Puebla se mantenga para siempre en la zona de Angelópolis.

La declaración sobre el capricho morenovallista no es menor.

Seguramente antes de la declaración, Barbosa realizó números y se dio cuenta que cambiarla de ubicación resultaría inviable por el excesivo costo que representaría.

Desde que la famosa noria se anunció, en Intolerancia Diario denunciamos que eso de “itinerante” era una tomada de pelo, que la ruedota morenovallista no cambiaría de sitio en ese sexenio y por lo visto, nunca.

El decir que la Estrella de Puebla era “portátil” sirvió solamente, como la mayoría de las cosas en ese sexenio, para la foto. Sí para lograr un premio Guinness que la reconociera como la rueda “itinerante” más grande del mundo.

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