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Como suele suceder en las democracias electorales sujetas a acotados períodos de gestión pública y representación popular, al día siguiente de un evento electoral, las diversas fuerzas políticas participantes no solamente se aprestan a ejercer esa gestión y representación popular en el caso de que fueran favorecidos por la votación popular. También vencedores y vencidos empiezan a delinear estrategias para mantener lo ganado o recuperar lo perdido. Es en este último sentido que podemos decir que ya comenzó el 2024. Los resultados del 6 de junio y diversos acontecimientos sucedidos nos indican que en el bando ganador se empiezan a perfilar los sucesores de Andrés Manuel López Obrador. En el bando perdedor se hacen balances de lo perdido y ganado y se empieza a consolidar una estrategia para derrotar a Morena y sus aliados. En el caso de la entidad ambas situaciones se repiten con las peculiaridades que otorga el proceso político particular de la entidad.

En lo que se refiere a Morena y sus aliados, dos figuras se perfilan como las más fuertes hasta el momento para ser sucesores de Andrés Manuel y tomar la estafeta de la 4T. Estas son la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum y el Canciller Marcelo Ebrard. Ambos han logrado proyectarse ante la sociedad en sus respectivos cargos públicos como servidores públicos eficientes. También como poseedores de todas las virtudes que podrían darle continuidad a la transformación observada en México a partir del 1 de diciembre de 2018. Paradójicamente, ambas figuras han sufrido traspiés que significan piedras en el camino hacia la Presidencia de la República. Marcelo Ebrard tendrá que sortear los efectos del derrumbe en la línea 12 del metro y los resultados del peritaje. Estos empiezan a vislumbrar que el accidente tuvo que ver con problemas estructurales en el proceso de construcción de dicha línea. Claudia Sheinbaun ha sufrido un tropiezo con los resultados electorales observados en la Ciudad de México, un lugar donde usualmente ha triunfado la izquierda, en donde se perdieron 9 de 16 alcaldías.

Como consecuencia de estos hechos, Ricardo Monreal ha resurgido en los medios como una tercera figura que no podría descartarse en la contienda por la candidatura presidencial de la 4T. No le ayuda nada la percepción de que apoyó a Sandra Cuevas de PRI-PAN-PRD para que ganara la alcaldía de Cuauhtémoc. Por ello, especulaciones han surgido ante el hecho de que haya sido el gobernador electo de Sonora, Alfonso Durazo, el único de los once triunfadores para gubernaturas de la coalición oficialista que fue recibido por el presidente López Obrador. Ciertamente el triunfo de Durazo en un estado del norte del país, en donde usualmente la izquierda pierde, fue holgado: 15 por ciento arriba del perdedor más próximo.

En el bando perdedor las cuentas no son buenas excepto por el triunfo en la Ciudad de México, lo cual no es menor. Desde antes de las elecciones PRI-PAN-PRD habían anunciado que su alianza no sería solamente electoral sino también legislativa. Los resultados que no son malos para la situación en que la oposición se ha encontrado en estos últimos tres años, seguramente los alentará no solamente a mantener sino a profundizar la alianza como única alternativa para derrotar a Morena y sus aliados en 2024. Reitero que esa alianza de ninguna manera es “contra natura” o es solamente para sobrevivir como se ha dicho. Por el contrario refleja cómo el neoliberalismo ha ido allanando las diferencias entre los tres partidos.

En Puebla, la derrota de Morena y sus aliados en la zona metropolitana cimentará más a la coalición opositora. La derrota en la capital de la entidad ha tenido un efecto notable: Claudia Rivera queda fuera de la lucha por la gubernatura y le deja el camino libre a un supuesto aliado de ella: Alejandro Armenta. También a Ignacio Mier a quien se le endilga coautoría en la parte sustancial de la campaña mediática contra la presidenta municipal. El gobernador Barbosa sale fortalecido después del 6 de junio: cuenta con una cantidad importante de afectos en la bancada de Morena y su principal rival al ser derrotada sale de la contienda por la gubernatura en el 2024. No obstante ello, las diferencias volverán a ser reeditadas en una contienda decisiva para las definiciones para ese año: la lucha por la presidencia y el comité ejecutivo estatal de Morena en Puebla. Ya comenzó el 2024.

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