Helmuth Smidt es un camarada que participa en France Insumise, una de las organizaciones más avanzadas de la izquierda de ese país. Lo conocí gracias a mi amigo Marco Velázquez, decano de la facultad de Historia de la BUAP. Éste tuvo la gentileza de enviarle mi libro más reciente, La Jaula de Bartra, y pocos días después aquel me envió una carta (vía correo electrónico) en la que me dijo lo siguiente : “ tu refutación de Roger Bartra me parece muy atinada, fundamentada y además muy agradable de leer gracias a un estilo fluido y claro. A la altura intelectual del personaje….Yo no había seguido la trayectoria de Bartra, me había quedado en “Estructura agraria y clases sociales en México” (que por cierto tendría que repasar). En aquél tiempo mantenía una discusión con respeto a Marx que parecía atinada. Se me hace que luego su éxito internacional, su vinculo con el mundo de El País y su incursión en la esfera neurobiológica lo alejaron más de la dialéctica, en una deriva que es común en Europa.

Tal evolución es una lástima pero no es aislada, muchos intelectuales pasaron por ahí, empezando por Vargas Llosa y muchos defensores de la democracia formal burguesa porque no pueden concebir otra. Los cambios que se dan en México, en Bolivia, en Mali y en varios otros lugares les dan miedo, porque definitivamente las clases populares no son su ámbito de predilección. Aquí en Francia sucede lo mismo con los que temen a los chalecos amarillos, a las señoras de la limpieza que se alzan contra una hotelera internacional, en breve a todo grupo popular que tiene potencialidad subversiva”.

Le ruego al lector me disculpe transcribir una cita tan larga pero lo hice porque tiene que ver con el tema de este artículo : esto es, el miedo que experimentan no pocos intelectuales destacados del país ante los cambios y transformaciones que ha generado la 4 Transformación encabezada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena. Entre ellos tenemos a Roger Bartra y Denisse Dresser, que hace poco tiempo eran críticos acervos del sistema político priísta (y panista), y ahora aparecen como vehementes apologistas del mismo, a un grado tal que llaman sin pudor a nuestros conciudadanos a desplegar un gran esfuerzo encaminado a su restauración, arguyendo que el gobierno obradorista amenaza con llevar al país al caos, y al establecimiento de un “populismo ultraconservador”.

En su libro El regreso a la jaula (2021, Mondadori), Bartra llega al extremo de asegurar que “AMLO es un populista de derecha (sic), que pretende retrotraer a los mexicanos a los tiempos del nacionalismo revolucionario”. Y agrega : “AMLO es un vástago que se desprendió del aparato gubernamental priísta….Las ideas que expone son un curioso batiburrillo. Parecen el trabajo de un pepenador (sic) que va recogiendo restos sobrantes , desperdicios, pedacería y basura(sic)”. Y, ¡de te fabula narratur! Llega al extremo de sostener que en 2018 triunfó gracias al respaldo del PRI y del presidente Peña Nieto!

¿Dónde quedó el pensador comunista, que en los años setenta y ochenta sostenía que el Estado mexicano estaba devorado por la corrupción y el autoritarismo?

En cuanto a Denisse Dresser, todo mundo recuerda sus enérgicas críticas al PRI. Así, en una entrevista que apareció en el libro Transición (2013, coordinador por Carmen Aristegui y Ricardo Trabulsi). Denisse Dresser señalaba : “La longevidad del PRI se debe en gran medida al aparato clientelar que logró armar; es decir, el PRI no era sólo un partido, era una forma de vida, de repartirse el botín, pues hasta los ochenta hubo mucho que repartir porque México crecía, porque teníamos petróleo, etc. Pero las crisis de 1987, 1987 y 1988 encogieron el tamaño del pastel, el tamaño del botín que podía repartirse. Entonces el PRI va descubriendo que no tiene militantes, en el mejor de los casos simpatizantes, y las personas que esperaban la gestoría social ven un PRI exprimido por la crisis. Y el Estado mexicano no puede ser ya el “Ogro Filantrópico”; entonces la población empieza a buscar opciones y a usar el voto de castigo contra un PRI –que siente que la gente ya no le responde de la misma manera–, y surge una sociedad que, paralela, comienza a movilizarse”. (pág. 114).

Eso fue exactamente lo que sucedió. Los mexicanos nos cansamos del PRI y de su hermano gemelo el PAN, decidiendo abrasar la propuesta de la 4 T, votando a favor de AMLO en 2018. Pero, para desgracia de Bartra y Denisse Dresser (y otros intelectuales orgánicos como Héctor Aguilar Camín y Manuel Ugalde), la 4T no se limitó a desplazar al PRI y al PAN del poder, sino decidió combatir a fondo al proyecto neoliberal instaurado por Salinas de Gortari en 1988, afectando no sólo los privilegios que habían gozado los grupos empresariales más poderosos sino también las camarillas de intelectuales orgánicos. ¡Quelle horrour! Y lo que es más grave, decidió promover iniciativas como la revocación de mandato que amenazan con instaurar una auténtica democracia participativa.

Por esa razón intelectuales como Bartra y Dresser han decidido pedir a gritos el retorno al poder del PRI y del PAN. El primero, sin pudor alguno, decidió presentarse en el ciclo de conferencias organizado por el tricolor, con motivo de su 23 asamblea nacional. Ahí llamó a formar un frente destinado a combatir a la 4 T. Dresser anunció que participaría en dicho evento pero, al parecer, a última hora decidió no asistir. Tal vez. A diferencia de Bartra, tuvo un poco de pudor para no llegar a ese extremo.

En fin, todo parecer indicar, como indicaba Helmuth Smidt en la carta citada, que los intelectuales orgánicos están siendo presas del miedo por los avances de la 4 T.

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