*Por: Mtro. José Teódulo Guzmán Anell, SJ

Nos han dicho que a finales de este mes podremos regresar a nuestras labores ordinarias en la universidad. Es mucho lo que se ha especulado respecto al retorno en la nueva normalidad. La era post Covid está a la vuelta de la esquina. Abundan las recomendaciones para tener un retorno seguro a las clases presenciales.

El miedo a contagiarnos del maligno bicho nos ha convertido en unos seres enmascarados, como en los festivales de carnaval de nuestros pueblos. Y a veces tenemos miedo hasta de mirarnos frente a frente. La interacción personal, afectuosa, cercana, humana y cordial ha sufrido deterioros que probablemente aún no hemos sopesado en cuanto a sus efectos sociales.

El distanciamiento físico y corporal al que nos ha obligado la pandemia probablemente haya incrementado los niveles de distanciamiento social preexistentes. Me refiero a la desigualdad social, económica, educativa y tecnológica a nivel nacional y regional en México y en América Latina. Es verdad que el virus no ha respetado las clases sociales, pero ciertamente ha causado más víctimas en los grupos de población más vulnerables.

Como ya lo han dicho muchos comentaristas en todos los medios, el virus ha puesto al descubierto tanto las fortalezas como las debilidades de los sistemas de salud de todo el mundo, pero al mismo tiempo ha despertado la conciencia del bien común, y ha puesto a trabajar a marchas forzadas a los científicos e investigadores de la salud. La guerra contra el virus aún no termina, pero la conciencia de solidaridad mundial frente al enemigo común se ha visto incrementada.

La universidad Iberoamericana de Puebla ha estado trabajando, desde que empezó la pandemia, en la implementación de mecanismos de información y de apoyo logístico para que tanto docentes como alumnos y personal administrativo puedan desempeñar sus tareas a distancia, en un entorno seguro. Indudablemente habrá que realizar una evaluación de los resultados en el aprendizaje de los estudiantes que estuvieron sujetos a esta modalidad, y al mismo tiempo obtener conclusiones que permitan proponer nuevas modalidades de aprendizaje en línea en el futuro próximo.

El regreso a clases en forma presencial permitirá revitalizar nuestros afectos, compartir nuestras experiencias durante este largo tiempo de confinamiento obligado y devolvernos la confianza para oírnos y vernos nuevamente cara a cara en las aulas y en el campus de la universidad.

¿Volveremos a ser los mismos y las mismas después de tanto tiempo sin encontrarnos? No lo sabremos hasta que volvamos a confiar plenamente en que realmente nos hemos cuidado y tenemos la obligación de cuidar a los demás en aras del bien común.

*Sacerdote Jesuita. Licenciado en Filosofía y Letras por el Instituto Libre de Filosofía, Licenciado en Teología por el Colegio Máximo de Cristo Rey; y Maestro en Educación Teachers College por Columbia University New York. Directivo y asesor en la Ibero Puebla desde 2011. Fue docente en filosofía y teología en el Seminario Arquidiocesano de Xalapa; así como Coordinador en el Secretariado Diocesano de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Xalapa.

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