La libertad de prensa es un fundamento de la democracia, del diálogo, además protege otros derechos humanos y representa un indicador para que inversionistas midan, a través del buen oficio periodístico, actos de corrupción en los gobiernos o peligros inminentes cuando existen entornos violentos, es decir, sirve para lograr el desarrollo.

A pesar de la importancia que tiene este derecho en la consolidación de mejores sociedades para vivir, en América Latina hay un deterioro generalizado que se ha agudizado con la crisis sanitaria, salvo algunas excepciones, pues el ambiente es hostil, y nuestro país en particular sigue siendo una de las naciones más mortíferas del mundo para la prensa.

La estigmatización del Gobierno mexicano hacia los periodistas no se ha detenido y desde las conferencias de prensa matutinas se les ataca cuando se publica información contraria a sus intereses, alentando con ello agresiones directas porque tampoco hay un sistema de protección efectivo.

De 180 países, México se encuentra en la posición 143 en la Clasificación de la Libertad de Prensa que realiza la organización Reporteros Sin Fronteras, solo ocho lugares por debajo de Honduras y a uno de Venezuela, donde las autoridades detienen a los reporteros que publican información no conveniente al régimen con el argumento de que practican “terrorismo de desinformación”.

Otras naciones que en este año mostraron una clasificación poco favorable fueron Brasil, Bolivia, Colombia, Nicaragua, Guatemala y en sitio 171 estuvo Cuba donde la Constitución prohíbe los medios privados y los profesionales del periodismo son considerados “enemigos del pueblo”. Incluso antes de la salida de Estados Unidos, Afganistán mostró una mejor posición que México en el sitio 122 para ejercer la libertad de prensa.

La estigmatización en contra de los periodistas y medios de comunicación desde el Gobierno mexicano se ha agudizado, aumentando el peligro para la libertad de prensa y alentando a ciudadanos comunes que sienten el derecho de agredir físicamente a quienes realizan su trabajo como ocurrió hace unas semanas con profesionales de TV Azteca Puebla o amenazar de muerte abiertamente a quienes realizan coberturas como Azucena Uresti.

Si el primer mandatario los señala y acusa, restando no solo valor sino incitando al odio, por qué los demás mexicanos no podrían también hacerlo; sin embargo, lo que nadie ha pensado es que los efectos de la censura impactarán en las condiciones de vida de todos al restar la posibilidad de consolidar un estado democrático y en desarrollo. Se debe pensar en crear leyes y mecanismos que protejan la libertad de prensa y al mensajero, antes de que perdamos una de las libertades que sirven como protección de las demás.

@MaritzaMena7

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