Cuando los ciudadanos mexicanos votaron en 2018 lo hicieron con la esperanza de mejorar su condición de vida. Jamás imaginaron que lo que el partido en el poder devolvería sería la destrucción del régimen democrático que se ha ido consolidando en México desde hace más de un siglo.

Nunca en la historia de nuestro país un presidente de la República había usado todos los reflectores para denostar, intimidar, calumniar a los que considera adversarios: instituciones como el árbitro de la democracia, el INE, empresas y empresarios, así como las libertades de conciencia: de expresión o información.

Esta semana el Departamento de Estado de Estados Unidos incluyó en su informe anual de derechos humanos las campañas de desprestigio orquestadas desde Notimex contra periodistas, agencia del Estado mexicano que ha sido acusada también de espionaje.

Estamos viviendo hechos que demuestran que el régimen que se promueve desde la llamada cuarta transformación es el totalitario, aquel que tiende a controlar en la medida de lo posible todos los aspectos de la vida individual, como lo es la libertad que tienen las personas de expresar sus opiniones.

Existen medios que están ausentes en los regímenes totalitarios como las libertades de conciencia, -explicadas párrafos arriba-, las económicas que incluyen la propiedad individual, de comerciar y producir, así como las políticas: de asociación y en general de participación independiente en la toma de decisiones sobre asuntos que son públicos.

Contrario a este régimen existe el democrático, el que nosotros conocemos y aquel que fue entregado para su protección a Morena cuando resultó ganador, en el que se fomenta el pluralismo, se permite la competencia electoral, se respeta el principio de mayoría, donde existe un Estado constitucional, y por supuesto, la libertad de expresión.

Pero ¿por qué es importante expresarnos con libertad y qué razones tiene este régimen para pretender destruir este derecho? Porque vigila al Estado, difunde ideas, denuncia corrupción por parte de gobiernos, personas e instituciones, y, sobre todo, salvaguarda la democracia, esa que este nuevo régimen parece que se empeña en eliminar.

Debemos recordar además que en una democracia sana existe un Estado constitucional y que el presidente de México prometió proteger a través de nuestra Carta Magna, promesa que lo legitimó en el poder pero que busca evadir. No es tarde todavía, estamos a tiempo de rescatar la democracia de este país y solo será posible cuando apliquemos nuestro de derecho de elegir a nuestros representantes el próximo 6 de junio. Va por México.

@MaritzaMena7

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