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Ajalpan: ¿persecución al crimen organizado o fabricación de delitos a modo?

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, señala que aunque el presidente municipal de Ajalpan, Ignacio Salvador Hernández, dos de sus hijos y ocho policías municipales han sido acusados de complicidad con el crimen organizado, en concreto con el Cártel Jalisco Nueva Generación, lo cierto es que hasta el momento no existen pruebas sólidas que los incriminen.

Lo que sí ha sido contundente es la subordinación de jueces y juezas del Poder Judicial para obsequiar órdenes de aprehensión en contra del alcalde Ignacio Salvador Hernández, dos de sus hijos Leonardo Salvador Tirzo y Valentín Franz Salvador Montalvo y ocho policías municipales, actualmente detenidos y vinculados a proceso por el delito de homicidio en grado de tentativa en contra de policías ministeriales de la FGE.

Las evidencias que la Fiscalía ha conjuntado en cinco cateos, uno en el Palacio Municipal y los otros en cuatro de las ocho propiedades del alcalde Ignacio Salvador en Ajalpan y Tehuacán, para comprobar la vinculación del presidente municipal y sus hijos con el crimen organizado, son absolutamente insulsas.

El único nexo es la amistad y el compadrazgo de Ignacio Salvador con el ex presidente municipal de Eloxochitlán de Méndez, Leoncio González Mendoza, quien ha sido vinculado con diferentes criminales como El Bukanas, El Mamer y El Caguamo.

A los policías municipales de Ajalpan tampoco han podido acreditarles nexos, subordinación o complicidad con la delincuencia organizada o el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), por lo que la Fiscalía sólo pudo acusarlos de usurpación de funciones y portación ilegal de armas.

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La cifra negra de Gatell

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que la comunicación durante una crisis es fundamental. Un buen mensaje puede desactivar una bomba política en plena campaña, por el contrario, un silencio puede sepultar a un gobierno entero.

Traigo este detalle a colación porque precisamente esa comunicación está faltando en el gobierno federal durante esta emergencia sanitaria.

Ayer mismo se esperaba con ansias conocer un factor, que desde hace unas semanas se adeudaba. Un número, que se nos dijo, sería variable y por lo tanto se nos actualizaría constantemente para conocer la estimación de cuántas personas en México están contagiadas por el SARS-CoV-2.

El doctor Hugo López Gatell ha explicado una y otra vez que llegada la fase 3 de la epidemia, que es donde nos ubicamos y que se refiere a los contagios comunitarios, resulta imposible contabilizar con exactitud los casos positivos al virus.

Es cierto. En un país de 130 millones de habitantes resulta muy difícil, por no decir imposible, contar adecuadamente a los infectados, máxime porque muchos de ellos, 60 por ciento cuando menos, presentarán síntomas tan leves que ni siquiera llegarán a una consulta médica.

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Los inconfesables acuerdos entre los Valencia Ávila y Genoveva Huerta

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, señala que la defensa que el Comité Directivo Estatal del PAN, encabezado por Genoveva Huerta Villegas, ha emprendido de la peligrosa y cuestionada familia Valencia Ávila, que ejerce un férreo cacicazgo en Venustiano Carranza y es señalada de presuntos nexos con el crimen organizado, refleja una serie de acuerdos político y económicos que tendría la dirigente albiazul y ese clan familiar, y de los que ahora la líder de este partido no se puede sacudir.

La familia Valencia Ávila creció políticamente primero con el PRI, pero después se convirtió en el brazo de poder del morenovallismo en la Sierra Norte. De tal manera, que ha controlado el ayuntamiento de Venustiano Carranza en tres periodos consecutivos. Actualmente su prestigio se encuentra por los suelos por haber sido vinculada, de acuerdo a relatos oficiales, a presuntas redes de robo de combustible y al parecer ser parientes de un líder del cártel de los zetas en Michoacán.

Pese a enfrentar ese desprestigio, el viernes pasado el PAN armó una rueda de prensa para que los Valencia Ávila se defiendan. Para disimular se utilizó la persona de Miguel Rodríguez Valtierra, quien dejó hace poco la secretaría de prensa del partido, pero en realidad sigue siendo parte del círculo de confianza de Genoveva Huerta Villegas.

Llama la atención que Genoveva Huerta no se ha atrevido a salir a defender a Eukid Castañón Herrera, el hombre fuerte del morenovallismo y preso desde hace algunas semanas, pese a que la panista estuvo muy vinculada a este personaje; en cambio si “mete las manos al fuego” por los Valencia Ávila, que actualmente son sinónimo de conductas oprobiosas.

Se dice que esa deferencia se debe a que, cuando Genoveva Huerta llegó a la presidencia del PAN, surgieron importantes acuerdos entre la dirigente y el los líderes de los Valencia Ávila, mismos que no se han podido romper, sobre todo porque los panistas de Venustiano Carranza habrían sido importantes aportantes de fondos a los proyectos políticos del morenovallismo.

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El pasado los persigue

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, indica que PAN, PRI, PRD y demás rémoras otorgaron superpoderes al entonces gobernador Rafael Moreno Valle para manejar presupuestos, endeudarse y utilizar las figuras de fideicomisos, así como todo lo que provenga del erario, sin la intervención del Congreso del Estado.

Fue en el 2012, ocho años después esos mismos partidos se pronuncian en contra de que el presidente Andrés Manuel López Obrador, disponga de facultades presupuestales, sin permiso del Legislativo federal.

La diferencia es que hoy el país enfrenta una pandemia sanitaria. En el 2012 los diputados cedieron sus facultades legislativas y legales para construir el modelo de negocios del morenovallismo, el cual significó enriquecer a los suyos, a costa de todos los demás.

Los legisladores del PAN, PRI y PRD que contaron con el respaldo de sus dirigencias nacionales no tuvieron empacho en romper el equilibrio de poderes para satisfacer el proyecto morenovallista.

Todo lo manejó la Secretaría de Finanzas, como ahora se plantea que sea Hacienda.

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Primero los cuates

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, señala que otra vez, el presidente López Obrador y su gobierno nos enseñan que sus amistades y complicidades están hoy por sobre todas las cosas.

Inclusive por encima de aquellos pobres que asegura son su primerísima prioridad y por quienes lo acompañan en esta aventura de llevar a buen puerto la 4ª Transformación Nacional.

La compra de ventiladores para atender la pandemia, hecha a una empresa propiedad del hijo del titular de la CFE, Manuel Bartlett, es otro ejemplo de lo anterior.

La transacción hecha por el gobierno mexicano a través del IMSS a Cyber Robotics afecta de manera importante las finanzas nacionales.

El sobreprecio es atroz.

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El arte de multiplicar despensas por arte de magia

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada Diario Cambio, indica que el buen periodismo sigue cumpliendo su función aun en tiempos pandemia: salvar vidas, descubrir corruptelas, entrampar funcionarios en sus mentiras.

Es el oficio de los periodistas, más allá de contar enfermos y muertos por coronavirus como si se tratara de un medallero olímpico.

Entrampadas en su corruptela luego de ser descubiertas en su miserable negocio de sacar ganancias por 4.5 millones de pesos con la adquisición de minidespensas, las hermanas Rivera Vivanco encontraron la forma más burda de salir del atolladero en la que las metió su ambición: acumular más mentiras.

Sólo había una solución para tapar el sobreprecio: como era imposible incrementar el costo de tan pobrísimos paquetes, la única forma era incrementar el número de despensas otorgadas… por lo menos en el papel.

Por arte de magia, el Ayuntamiento ya no va a repartir 27 mil paquetes alimentarios, sino que con el mismo dinero les alcanzó para diez mil más. Como si fueran Jesús en el sermón de la montaña, las hermanas Rivera Vivanco multiplicaron los panes y los peces.

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