Todas las personas son libres de encaminar acuerdos voluntarios de afiliación o de grupo, pero esa libertad no garantiza la capacidad de discernimiento sobre lo posible y lo deseable de las pretensiones políticas que se pueden encausar, pues pueden tener discursos justos y de generosidad, pero no acompañarlos de acciones de congruencia; lo que ocasiona la contradicción discursiva, es decir: de nada sirve tener causas justas con medios ilegítimos.

Para una participación generosa y equitativa en la toma de decisiones de cualquier instituto político, es menester poner sobre la mesa, la participación equitativa de todas las expresiones agrupadas, de tal manera que los beneficios subsiguientes sean extensivos a la sociedad en general y no queden reducidos a los beneficios de los grupúsculos partidistas. De acontecer esto último, estaríamos consagrando a las castas políticas encumbradas, que nada entienden las discusiones del barrio y la comunidad, ahondando así el divorcio de la política con la sociedad.

Observo que muchos compañeros de travesía partidista están preocupados por el ambiente de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad con el que están conviviendo, sin duda son un reflejo del momento y coyuntura que atravesamos en el proceso de autocomposición de Acción Nacional en Puebla, el nerviosismo que corroe en los cafés y mesas políticas se ocasiona en aquellos que solamente se han acostumbrado a vivir en ambientes controlados y de certidumbre, donde todos saben lo que va suceder y conocen el final de la película.

Ante este nuevo escenario, que parece ser ocasionado porque nadie quiere ceder sobre sus pretensiones, donde la retórica es hablar en nombre de la generosidad, pero sin otorgarla, debemos de partir por aceptar la complicación que vivimos, pues negar la realidad no nos llevará a comprender las consecuencias de los actos u omisiones ocasionados por la polarización actual. Asimismo, debemos tener presente que la verdad no es potestad exclusiva de nadie, es única y lo único que estamos contrastando son nuestras posiciones parciales sobre de ella.

No existe manual o salvo conducto para poder agotar el nerviosismo que pulula en el ambiente blanquiazul, pero si lo existiera yo apuntaría a dos consejos básicos: primero prepárense para los desafíos de construir alternativas; y segundo, aprendamos a interpretar y aprovechar las oportunidades que se generan ante la incertidumbre, de tal manera que logremos consolidar la certidumbre anhelada, más no la claramente trazada.

Dejemos de poner en dos bandos la libertad individual que nos hace únicos, para dejar de prejuzgar quien es el poseedor de la verdad, porque desafortunadamente ésta categorización esta basa sobre la desinformación y no sobre el acercamiento a la fuente del conflicto.

Dejemos de crear estereotipos sobre amigos y enemigos al interior del partido, lo que nos va a hacer fuerte son las diferencias, aglutinadas a causas fundamentadas en principios y no en dogmas.

Dejemos de construir sobre escombros donde cada quién anhela cuál fue la mejor etapa anterior de Acción Nacional, y preparemos al desafío de construir el Acción Nacional diverso y fuerte, porque la sociedad es diversa en si misma y debemos entender los nuevos tiempos.

Y por último, les diría no dilapidemos la dignidad de las personas para imponer posiciones como paladines de la generosidad, y comprendamos que la unidad no se construye en la uniformidad.

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