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En el lenguaje de una generación de individuos acostumbrados a recibir información de manera vertiginosa, el concepto de “Fake News” es una constante a la que se han enfrentado para valorar una idea y decidir una acción.

No por ello, la mentira es una práctica reciente en la conducta del ser humano. Durante la historia de la humanidad se pueden distinguir grandes mentiras que han afectado el rumbo y destino de un personaje famoso, movimiento social, de una nación o civilización.

Sin embargo, en estas nuevas generaciones la tecnología ha jugado un papel vital en la forma en que los individuos reciben la información.

Durante siglos la información viajaba largas distancias que prolongaban los tiempos y el principal enemigo era la caducidad de la noticia. Hoy no es el tiempo ni la distancia lo que preocupa a los generadores de la información. La tecnología rompió dichos parámetros.

Las trasformaciones de los paradigmas de la información han quebrantado el ecosistema natural de la comunicación del siglo XXI. Las redes sociales generan un conducto dual en donde las verdades con las mentiras se enredan y la verdad tiene un poco o mucho de mentira y la mentira tiene un poco o mucho de verdad.

La forma en que las redes sociales combinan los sistemas que facilitan el intercambio de información entre las personas y los que proveen un contenido de un emisor mediático a un público masivo, permean de manera distinta en tiempo, pero con el mismo parámetro moral: mentir para vender.

De esta manera podemos entender que la gran beneficiara del desarrollo tecnológico sin duda ha sido la mentira, sin negar los beneficio que la información genuina ha recibido, la mentira o la falsa información ha adquirido el mayor crecimiento en los generadores de información.

La verdadera información inclusive ha sido condicionada a moverse conforme a los intereses turbios de la mercadotecnia comercial, política, económica, religiosa y de más.

Hoy te puedes enterar de la veracidad de las cosas a cambio de una mentira que te quieren vender como verdad. La forma en que se estructuran, crean y circulan las noticias en los distintos medios de comunicación y en el mundo digital, establecen escenarios en donde las víctimas, los engañados y manipulados son la mayoría en una sociedad.

Entender dicho esquema, nos permite saber el origen y la expansión de las noticias falsas como un mecanismo utilizado por intereses políticos y económicos, que inciden directamente en la concepción de libertad y plenitud del ser humano.

La confrontación que se ejerce en el análisis de la información entre volumen y velocidad hacen dos efectos: dudar de la información veraz y ofrecer el beneficio de la duda a las noticias falsas, de este modo, el gran problema se amplía cuando el desarrollo del análisis comprensivo desafina el criterio del conocimiento intelectual, educativo e intuitivo.

Es necesario abordar de manera exploratoria y crítica la diversidad de canales informativos (medios oficiales, portales de noticias falsas, redes sociales, videos, WhatsApp, streaming, etc.) para afinar el criterio al momento de leer lo que circula en los distintos medios de comunicación, así como también depurar el tipo de medio que se consulta.

Esto sin duda, amplía el rango de la libertad humana y rompe con la moderna forma de esclavitud social.

Rehusarse a la rapidez y facilidad de la información distinguiendo los medios apropiados, permitirán poder tomar mejores decisiones como ciudadanos con participación colectiva y de manera singular.

Urge una responsabilidad social que surja de los hogares, que impacte en los colegios y grupos de trabajo, que vaya de la mano con el uso moderado de los medios informativos tecnológicos, el ejercicio diario de la escritura, de la lectura y de la identificación del origen de la noticia.

Desarrollar un nuevo instinto que nos proteja de los “fakenews”, antecediéndolo el desarrollo de habilidades que nos permitan avanzar en constituirnos en personas informadas y conscientes de su responsabilidad en la era de la información.

Aun cuando no haya efectos directos de las noticias falsas, esto no significa que las mismas no tengan consecuencias sociales negativas. La desinformación es claramente corrosiva para la libertad humana, es políticamente incorrecta, agresiva para una sociedad que puede ser polarizada y así debilitada.

Lo que hace falta es información que se relacione fundamentalmente con el reconocimiento, con la idea de que las personas tienen valor moral y social, que promueva normas democráticas y de solidaridad social, no solo conflictos.

Más allá de las tecnologías y sus secuelas, de los políticos y sus derroches, de las transnacionales y sus intereses, de las religiones y sus mentiras, está la inteligencia y el instinto implícito humano que genera un primer encuentro consigo mismo, y así, la conciencia que nos permite ver y valorar las cosas con la justa medida de la necesidad humana. Todo tiene su origen en la ética y la moral del individuo, es decir, la empatía con el prójimo.

Finalmente, valdría la pena reflexionar y enfocarse en las consecuencias que ha tenido la mentira en los antiguos y modernos tiempos de la historia humana, y así revalorar lo que es necesario hacer para revertir sus consecuencias.

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