columna-invitada

Por Hersilia Córdova Morán

Tomemos las palabras del refrán en el sentido más lato y literal, pues, luego del desfogue de la presa “Peñitas”, en Tabasco, las lluvias siguen incontenibles, agravando la situación de los compatriotas afectados por las inundaciones. Es verdaderamente increíble la capacidad del hombre para resistir los embates de la adversidad, las escenas que vemos a diario en la televisión nos hablan de una resistencia increíble, resistencia que le ha permitido a los tabasqueños, sobrevivir en condiciones infrahumanas, con el agua al cuello, sin trabajo, sin alimento, sin medidas sanitarias, con los restos de sus pertenencias nadando en el agua, incluidos animales de traspatio y reses que seguramente han de volver el ambiente fétido e irrespirable.

¿Qué le queda a esta gente sino una fe inquebrantable de que las cosas son así, quizá por mandato divino, y que eventualmente pasarán? Pero es precisamente esta fe inexplicable la que protege al Estado y le permite actuar impunemente. Un pueblo que no analiza racionalmente los problemas de la realidad y la sociedad en que vive, y no se propone, por tanto, medidas factibles y eficaces para superarlos, es un pueblo indefenso y víctima de sus circunstancias. Sin embargo, la inteligencia humana es una cualidad que nos permite ser agentes de cambio, capaces de transformar la realidad para utilizarla no solo en beneficio propio, sino en beneficio de todos, como especie, y no sólo como individuos o clase.

Por eso urge avanzar en la politización y organización de los humildes, tenemos que lograr que la gente haga suya la idea de que la realidad puede y debe cambiarse, que tenemos esa necesidad y esa capacidad. Es cierto que no podemos impedir que los fenómenos naturales se desarrollen y surjan, pero sí podemos crear las condiciones para que los efectos de estos sean menores e incluso que no nos dañen. Pero para lograr esa ventaja sobre los embates de la naturaleza, se requiere voluntad política, recursos y sensibilidad para hacernos cargo de lo que significa ser víctima de fuerzas incontrolables.

Estando así las cosas, ¿qué falta en nuestro país?, o mejor dicho ¿con qué contamos? ¿Hay voluntad política?¿Hay recursos? ¿Tenemos gobernantes sensibles capaces de sentir en carne propia los sufrimientos de la gente? Resulta monstruoso saber que ante la disyuntiva de salvar la refinería “Dos Bocas” o afectar la vida de miles de tabasqueños, se haya optado por la tragedia humana; es como decir, se mandaron inundar pueblos humildes, los más humildes entre los humildes de Tabasco, por decreto presidencial, por el mismo presidente que muchos mexicanos respaldan, por ingenuidad o por ignorancia.

Pero así se las gasta el actual gobierno, no sólo decide mal sino que hace recaer los costos de sus errores en quienes dijo serían su principal preocupación y su prioridad. Y no nos espantemos, ni nos demos golpes de pecho, ni nos asombremos, todo esto sucede y seguirá sucediendo mientras la gente más desprotegida, es decir, el pueblo humilde, no tome su destino en sus manos y siga confiando en que hay fuerzas o poderosos por encima de él que pueden sacarlo adelante. No es cierto. Sólo el pueblo puede construir un mejor futuro para sí mismo , pero para logarlo tiene que educarse, organizarse y luchar, y a eso invitamos a nuestros hermanos tabasqueños. Que se decidan a exigirle al gobierno que se atiendan y solucionen sus demandas, pero sólo se harán oír si se organizan, si forman un frente común que les permita hacerse valer.

Recordemos la máxima que dice “la unión hace la fuerza”. Los antorchistas estamos prestos a colaborar con lo que se encuentra a nuestro alcance para hacer llevadera situación de los tabasqueños, a través de la entrega de despensas y artículos necesarios para su sobrevivencia, y sobre todo para contribuir a su organización y politización.

Los antorchistas reprobamos la indiferencia y el abandono en que se tiene a los damnificados y haremos lo que necesario para lograr que este país tenga gobernantes que respondan a la tarea de construir una patria más justa. Nuestros hermanos humildes de Tabasco hoy sufren los estragos de una temporada de lluvias aciaga, además de la indiferencia de los gobernantes, que sólo están preocupados por comprar conciencias para ganar las próximas elecciones y no por atender a los que necesitan comida, vestido y atención médica. El cambio sólo será posible el día que el pueblo de Tabasco y de México se decida a organizarse y luchar por verdadera justicia social.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

incendios forestales