La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México prometía ser la esperanza que los ciudadanos estaban buscando para mejorar su vida en muchos aspectos: seguridad, empleo, salud, además de consumar su deseo de desterrar a políticos corruptos y prácticas nocivas como el influyentismo.

A dos años de la gran alternancia política los resultados de la administración actual son cuestionables y preocupantes por los retrocesos institucionales que el país ha sufrido por causa de los recortes presupuestales, consultas públicas para cancelar grandes proyectos de inversión que han ahuyentado capitales, cierre de empresas por la pandemia y nulos apoyos.

Mientras el Gobierno Federal asegura que se han cumplido 97 de 100 compromisos, la realidad que están viviendo miles de mexicanos es otra por la falta de empleo, inseguridad creciente, suspensión de tratamientos de algunas enfermedades o la respuesta tardía hacia los estados afectados por eventos catastróficos.

En materia de seguridad México vive los tiempos más violentos de su historia con más de 68 mil homicidios dolosos hasta noviembre de este año, 101 por ciento más que en el mismo periodo del sexenio de Enrique Peña Nieto y 194 por ciento arriba que el de Felipe Calderón Hinojosa, y en cuanto a las inversiones la cancelación de Constellation Brands provocó la pérdida de confianza al no respetarse los contratos.

Además, son comunes las protestas en diversos estados del país por falta de medicamentos para el cáncer, principalmente, mientras tanto, si hablamos de empleo se vislumbra un panorama poco alentador por la contracción económica que sufrirá el país al cierre de este año. En los temas de corrupción e influyentismo han sido motivo de escándalo mediático diversos videos por todos conocidos que incluyen al círculo más cercano del presidente.

Estamos en la antesala de un ejercicio del poder pastoral que ha tenido auge en naciones latinoamericanas en las que la izquierda ha ganado elecciones, y en algunos casos como Venezuela se ha perpetuado, usando la oblación como manera de mostrar respeto a la investidura presidencial, a pesar de las malas decisiones.

El estilo de política condigna, y en pocos casos compensatoria, usada por el mandatario ha apagado voces críticas y la autocensura ha sido adoptada ante diversas amenazas en contra de la seguridad física y patrimonial de algunos medios de comunicación.

La pregunta es si será suficiente el ejercicio del poder pastoral y un estilo de gobernar bajo un esquema de consignas y “otros datos” que se ratifica todos los días en el discurso presidencial o los ciudadanos decidirán cambiar el rumbo del país en las elecciones del siguiente año a través de otras opciones políticas.

@MaritzaMena7

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