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(Segunda parte)

Desde antes de la pandemia ya padecíamos graves problemas de pobreza y marginación. En 2018, había 25.5 millones de personas con carencia por acceso a la alimentación, de los cuales 1.3 millones se ubicaban en Puebla. Hoy, a raíz de la crisis de salud y la debacle económica, el panorama es aún más desolador: según diversos estudios, entre abril y mayo, 38% de los hogares mexicanos habría perdido su fuente de ingresos y cerca de 800 mil poblanos habrían pasado de una situación económica de “clase media vulnerable” a “pobreza moderada”; lo que ubicaría a nuestro estado como el tercero a nivel nacional con el mayor número de personas en esa condición.

En pocas palabras, estamos ante el riesgo inminente de que la crisis económica y de salud derive en una crisis humanitaria marcada por el desempleo, la pobreza, la falta de alimentos y la inseguridad. Por eso, estoy convencido de que ha llegado el momento de que los poblanos escribamos nuestro propio Plan Marshall, nuestros propios pactos de la Moncloa, nuestra propia Convención de Aguascalientes; que suscribamos nuestros propios Acuerdos de Loreto y Guadalupe. El nombre es lo de menos. Lo importante es que, como estado, nos demos la oportunidad de corregir el rumbo y establecer nuevas reglas de convivencia económica, política y social.

Necesitamos un nuevo pacto que sirva, primero, para dejar atrás enconos y división, y para reconocernos, cualquiera que sea nuestra trinchera, en el interés superior de quienes construimos a diario el porvenir de nuestra entidad; es decir, en lo que nos une, por encima de lo que nos polariza, que de eso ya hemos tenido bastante.

Nos urge un pacto que articule el esfuerzo coordinado entre Estado, mercado y sociedad para superar la emergencia sanitaria y atenuar los efectos de la crisis económica y social, a partir del rediseño consensuado de las reglas de convivencia personal, comunitaria, social, política y económica. Un nuevo pacto que haga de los principios de la democracia liberal el piso mínimo común para la negociación. En el que los principios de libertad individual, justicia, igualdad, legalidad, institucionalidad, paz y bien común sean piedras angulares del nuevo arreglo.

El principal objetivo del nuevo pacto deberá ser el Bienestar, a partir de una visión integral, es decir, el bienestar objetivo, asociado al grado de satisfacción de necesidades materiales básicas de las personas, pero también el bienestar subjetivo, relativo a las evaluaciones positivas que las personas hacen de sus vidas en pensamientos y sentimientos, lo que llamamos “felicidad”.

Asimismo, deberá tener como principio la Solidaridad, entendida como la corresponsabilidad y convergencia de esfuerzos para alcanzar el bien común. La solidaridad a la que debemos aspirar es aquella que nos lleva a comportarnos con los demás de la manera como desearíamos que se comportaran con nosotros. Es momento de apartarnos de la creencia de que la simple transferencia de dinero es base suficiente para la solidaridad social.

El nuevo pacto deberá aprovechar las oportunidades que nos brinda la Cuarta Revolución Industrial para reformular las políticas que garanticen el acceso generalizado de la población a los beneficios de la tecnología, con el objetivo de crear un futuro inclusivo.

Finalmente, deberá partir del concepto de Sostenibilidad. La pandemia nos ha demostrado, como nunca antes, que no puede haber desarrollo económico sin equilibrio y sostenibilidad. Por lo que cualquier propuesta de progreso deberá transitar hacia un esquema de producción y consumo sostenible, así como de cooperación en materia de energías renovables.

A partir de estos principios rectores —con los que la gran mayoría estaríamos de acuerdo— las y los poblanos debemos construir un Nuevo Pacto de Bienestar que, de manera prioritaria, nos permita recuperar el empleo e ingreso de las familias poblanas, contener y mitigar la propagación del virus, y reanudar las actividades productivas de manera segura. Pero que también nos brinde la oportunidad, como sociedad, de impulsar un gran acuerdo refundacional, capaz de replantear los términos de una nueva senda de progreso y prosperidad para todos, en la que nadie se quede atrás.

En la próxima entrega, abundaré sobre las acciones concretas, a corto y mediano plazo, que deberían considerarse para materializar el Nuevo Pacto.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.      

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Extitular de la Secretaría de Gobernación de Puebla. Fue diputado federal por el Partido Encuentro Social. Licenciado en Economía, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México. Ejerció...