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Es difícil saber cuándo hay verdad o interés en el discurso con que los líderes de grupos sociales presentan sus análisis sobre la problemática que nos aqueja como sociedad, la dimensión que le otorgan, y la posición que asumen frente a ella. La crisis pandémica y su consecuencia económica son dos problemas frente a los cuales adoptan posturas políticas públicas mediante un discurso específico, donde el lenguaje utilizado caracteriza socialmente a cada emisor. Para efectos de análisis, acudimos a lo dicho por las dirigencias locales de dos agrupaciones empresariales nacionales y una tradicional organización de ambulantes. Aun cuando las declaraciones se hicieron sobre aristas diferentes, todas aluden a la cuestión central indicada.

La sola posibilidad de que las empresas tuvieran que enviar a sus trabajadores a casa en prevención de contagio con pago íntegro de su salario, motivó que la dirigencia local de Coparmex manifestara: “98 por ciento de las empresas viven al día, por lo que no pueden garantizar el pago al 100 por ciento a los trabajadores hasta por un mes”. El Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo en México anunciado por el Presidente de la República hizo decir al CCE: “El sector empresarial en Puebla está preocupado y decepcionado porque el titular del Poder Ejecutivo dejó fuera de sus estrategias de trabajo a un sector que es motor de la economía y generador de empleos. (…) Expresa su decepción hacia el gobierno federal por dejar a un lado la oportunidad de crear un plan capaz de atender las demandas de la sociedad y los empresarios…que diera respuesta a las solicitudes de los miles de empresarios, dejando fuera toda posibilidad de sumar esfuerzos para procurar el empleo y los salarios de nuestro país. (…) El CCE llama a la iniciativa privada y la sociedad a privilegiar la unidad, solidaridad y responsabilidad para tomar las riendas del país”. Y, frente a la orden de gobierno para retirar a los ambulantes de las calles por fase 3 de contingencia, la 28 de Octubre dice: “Es una cuestión grave, porque muchos ambulantes no tienen la capacidad de acumular para vender o sobrevivir. Ellos van al día y muchos piden la mercancía fiada, y tienen que ir abonando del diario”.

Hay una visible similitud discursiva de Coparmex con la 28 de Octubre al caracterizar la situación económica de sus representados derivada de la pandemia: Viven, van, “al día”. La solución que cada agrupación propone y procura obtener para la problemática que expone, también tiene sello distintivo. Coparmex estima que: “el gobierno del estado les responda a la brevedad en torno a la solicitud de eliminar temporalmente el Impuesto Sobre la Nómina“. El CCE pregunta, ¿Cómo va a contribuir [el gobierno] con el sector empresarial para lograr mantener a las empresas y el empleo? Y, la 28 de Octubre estima que: “los comerciantes informales son personas de escasos recursos que subsisten vendiendo sus productos en la calle…lo único que les preocupa es que se garantice el derecho humano al trabajo”. Las formas discursivas evidencian contra todo pronóstico, dada la satanización política que por décadas han recibido estos ambulantes, que en esta coyuntura viral el discurso agrio y belicoso proviene del CCE; el menesteroso, de Coparmex; y el moderado y digno, de la UPVA. Por el contenido, mientras las agrupaciones empresariales exigen ayuda económica gubernamental, los ambulantes ni siquiera la insinúan.

¿Qué explica que surjan esas similitudes discursivas, al caracterizar la situación de los agremiados, existiendo las abismales desigualdades económicas que socialmente guardan empresarios y ambulantes? El plano discursivo; o sea, de qué habla cada uno. Coparmex habla de “las empresas”, no de los empresarios; la 28 de Octubre habla de los ambulantes como seres humanos. Es decir, el sindicato patronal habla de una ficción jurídica –“se entiende por empresa la unidad económica de producción o distribución de bienes o de servicios”-, y la agrupación de ambulantes alude a mujeres y hombres; aquella habla de objetos, ésta habla de personas. El diagnóstico coincide, referido a entidades distintas.

La misma distorsión se observa en el discurso que blande el CCE pero elevada a la aristocrática condición lingüistica de distinción de clase social; expresiones como “demandas de la sociedad y los empresarios”, “llama a la iniciativa privada y la sociedad”, que sí aluden a los empresarios -o su sinónimo iniciativa privada- como grupo social; el discurso utilizado cuida muy bien de distinguirlos de “la sociedad”, a pesar de llamarla a privilegiar unidad, solidaridad y responsabilidad “para tomar las riendas del país”. Los empresarios cultivan un sempiterno discurso para la preservación del dominio social del capital sobre el trabajo asalariado como sistema de estructuración de la economía y de la vida social, y por ello se postulan “motor de la economía y generador de empleos”; en la circunstancia concreta que plantea la crisis viral y la postura económica del gobierno, por extensión, se asumen como grupo que busca “procurar el empleo y los salarios de nuestro país” sosteniendo, a la vez, que las empresas viven al día. La empresa viene a ser una contabilidad económica diseñada profesionalmente para mostrarse al fisco y los sindicatos, ocultando la ganancia de los dueños.

Así pueden desdoblar el discurso. Cuando los organismos empresariales se consideran “excluidos”, “desamparados”, “decepcionados”, “preocupados”, “nos cerró la puerta”, “no es nuestra culpa que nuestras ideas no hayan sido aceptadas” etc., son los empresarios aduciendo que el titular del Poder Ejecutivo los dejó fuera de sus estrategias de trabajo. Visto en su totalidad, este discurso belicoso está destinado a generar entre la población trabajadora algún sentimiento de conmiseración social que los ayude a colocarse, en el ánimo popular, en calidad de víctimas de una injusticia gubernamental. Por ello, prefieren identificarse como “sector” -subdivisión de un todo- para no tener que usar el temido concepto de clase social. Aguerridos defensores de la libertad de empresa y la no intervención del Estado en la economía, exigen ayuda gubernamental.

¿Y las ganancias? “La ganancia es el nervio y el corazón del acta de acusación del sistema actual; se la evita permanentemente; se suprime toda alusión a ella hasta el punto de que el disimulo mismo pasa inadvertido. (…). Es el principio mismo a partir y en torno del cual –y en cuyo beneficio- opera el sistema imperante sin que jamás aparezca a la vista ni, a fortiori, sea puesto en tela de juicio. (…). Sin embargo, nada podría ser más real. Este efecto de droga, de insaciabilidad, de rivalidades personales a niveles anecdóticos, de carrera para obtener posesiones cada vez más virtuales, ésta voracidad maniática, ávida de lo superfluo, son los que destruyen el sentido de multitudes de vidas y generan ese sufrimiento que consume, altera, destruye, una masa de destinos…”. (Viviane Forrester, Una extraña dictadura). Las noticias en México dicen: “Superan 76 mil mdd depósitos de mexicanos en bancos de EU”, “Evasión fiscal ligada a contratación supera 82 mil mdp en dos años”, “Fortuna de 5 magnates, la cuarta parte del ingreso anual de 35 millones de familias”. ¿Verdad o interés?
Heroica Puebla de Zaragoza, a 19 de abril 2020.

José Samuel Porras Rugerio

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