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Los días de la peste roja

Héctor De Mauleón en su columna En Tercera Persona, publicada en El Universal, indica que hace un siglo la gripe española mató a 60 millones de personas en dos años. Seis veces más que los muertos que dejó la Primera Guerra Mundial. La primera ola de aquel mal llegó en marzo de 1918: un soldado del fuerte Riley, en Kansas, presentó fiebre, tos y dolor de cabeza. Una semana después había más de 500 soldados enfermos.

El virus era altamente letal. Se introducía en los pulmones, atacaba los tejidos, provocando fuerte hemorragias, y provocaba la muerte dentro de las 48 horas siguientes. Las tropas enviadas a los campos de batalla europeos propagaron velozmente la enfermedad. La prensa española fue la primera en reportar aquel brote de gripe. Por eso se le bautizó como influenza española.

En octubre de ese año la enfermedad alcanzó su pico más letal. Ese mes llegó a México, en donde los diarios la nombraron “la peste roja”. Para el 23 de octubre había en el país 60 mil infectados.

Las autoridades habían visto con desprecio la epidemia. En el Departamento de Salubridad decían que la altura de la Ciudad de México “mataría rápidamente al microbio” y aseguraban que la enfermedad se curaba tomando grandes cantidades de jugo de limón. Cuando el periódico El Nacional comenzó a documentar la gravedad del caso, se le tachó de amarillista.

El 10 de octubre de 1918, en el cuartel militar de la Villa de Guadalupe, se reportó que un militar había caído enfermo. En unos días había 200 contagios en el cuartel y estaban muriendo más de 20 soldados diarios.

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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, señala que 1. Movido y certero. Fructífera resultó la segunda sesión virtual del Senado, coordinada por Ricardo Monreal, el titular de la Junta de Coordinación Política, con todos los coordinadores de los grupos parlamentarios. Acordaron destinar 250 millones de pesos para la compra de insumos en apoyo a los médicos que luchan contra la pandemia en todo el país, dinero que será celosamente vigilado, tras entregarse al Consejo de Salubridad Nacional. Estos recursos, además, serán solventados de los rubros de gastos, como los viajes, eventos internacionales y remodelaciones del recinto. De esta manera, los trabajadores del Legislativo no serán afectados. Otro punto de acuerdo fue que las bancadas acordaron emitir un pronunciamiento contra las agresiones al personal médico. Bajo el liderazgo de Monreal, el Senado no oculta su compromiso y entrega con el país.

2. Mano dura. El senador perredista Miguel Ángel Mancera informó que se propuso una iniciativa para sancionar hasta con seis años de cárcel y multa a quien agreda a personal médico. Es inconcebible que haya mexicanos que se lancen contra quienes ponen todo su empeño en salvar vidas. “La indignación está en todo el país, ataques sin razón ni justificación a los médicos, a las doctoras, a los enfermeros; con esta iniciativa se incluye una conducta delictiva para aquellos que agredan al personal de salud en este marco de la emergencia sanitaria”, indicó el legislador. La propuesta es firme, sólida y acorde con los tiempos. Los héroes de batas blancas merecen todo el apoyo de la sociedad, que hoy más que nunca necesitan de ellos.

3. Piedras en el camino. El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, convocó a las autoridades, sociedad civil e iniciativa privada a crear un pacto de unidad ante la contingencia del COVID-19, como respuesta a la propuesta de revisión del pacto social impulsada por los gobernadores de Coahuila, Nuevo León, Jalisco y Tamaulipas, quienes piden más recursos federales. Y es que, en días pasados, los cuatro mandatarios acusaron maltrato y abuso por parte del gobierno federal al señalar que las entidades que más producen reciben menos aportaciones. “Hoy es tiempo de salvar vidas”, dijo Murat a gobernadores separatistas que han sugerido una ruptura del Pacto Federal. Politizar la contingencia no es de buenos mexicanos. Punto.

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Jugando a ser Dios

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que el primer sorprendido con la publicación ayer martes de la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica fue Hugo López-Gatell. A pesar de ser él directamente encargado de la estrategia nacional contra el Covid-19, al subsecretario nadie le avisó que su jefe, el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, había autorizado y enviado al Consejo de Salubridad General el documento que contiene los criterios para que los médicos decidan a qué pacientes deberán salvar y a cuáles tendrán que dejar morir, en caso del escenario más catastrófico de la pandemia de coronavirus en el país: aquel donde la demanda de servicios de terapia intensiva rebase las capacidades e instrumentos disponibles para salvar vidas.

La extrañeza y molestia de López-Gatell –según revelaron a esta columna integrantes de su equipo cercano– fue que, en contrasentido de los mensajes y llamados que hace el Gobierno federal para que la población colabore, que se mantenga tranquila en su casa y que confíe en las acciones y decisiones de los expertos médicos y científicos del Gobierno, la guía elaborada en la oficina del secretario Alcocer manda un mensaje totalmente contrario: el del escenario catastrofista que anticipa un caos y un rebasamiento total de los sistemas médicos, el público y el privado, que llevaría a los médicos mexicanos a dilemas como los que vivieron sus colegas en España, Italia o más recientemente Nueva York, en donde, ante la falta de ventiladores, tendrán que decidir, como si fueran Dios, quién vive y quién muere en esta pandemia.

Lo más delicado del asunto no es solo que Alcocer Varela haya decidido, con la otra parte de la Secretaría de Salud y a espaldas de López-Gatell emitir una Guía Bioética que se adelanta incluso a la declaratoria de Fase 3 de Contingencia Sanitaria y que parece ya dar por hecho que ninguna de las acciones preventivas, de las que tanto se ufana el Presidente y el propio subsecretario, van a funcionar y que la cuarentena de más de un mes que se pidió a muchos mexicanos, no evitará el colapso de los sistemas de salud pública.

Lo grave es que con el madruguete al subsecretario encargado lo que se exhibe es que en plena emergencia por el coronavirus, la Secretaría de Salud del Gobierno federal está dividida en dos bloques que se ven muy disparejos y desbalanceados en cuanto a su carga de trabajo: de un lado está Hugo López-Gatell y su equipo de epidemiólogos de la Subsecretaría de Promoción y Prevención de la Salud, que parecen llevar toda la carga de la estrategia de medición, contención y atención de la pandemia; y del otro el secretario Jorge Alcocer Varela y la otra subsecretaria, Asa Christina Laurell, de Integración y Desarrollo del Sector Salud, que nadie sabe qué está haciendo en momentos en que el sector salud, enfrenta el mayor desafío de su historia.

Es cierto que el popular “doctor López-Gatell”, como lo llaman los medios y las redes, ha acaparado la mayoría de los reflectores y que su exposición diaria en una conferencia de prensa, que ya se ha convertido en la versión vespertina de la mañanera del Presidente, lo hace mucho más visible que el resto de sus compañeros –“colegas y colegos” diría él– de la Secretaría de Salud; pero también en el equipo del subsecretario aseguran que no todos en la dependencia “están jalando parejo” y que hay funcionarios de primer nivel, algunos de ellos muy cercanos al secretario Alcocer Varela, que no están actuando de acuerdo al tamaño del reto que significa para el sector esta pandemia mundial.

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Patíbulo para los viejitos

Francisco Garfias en su columna Arsenal, publicada en Excélsior, señala que mi abuelo decía “enero y febrero, desviejadero”. Había un dejo de temor en esas palabras derivado de sus ochenta y tantos años de edad.

Se refería a que en el invierno aumentaban las defunciones de personas de edad avanzada, debido al clima frío de la época en San Luis Potosí, donde vivíamos. Nunca se me olvidó.

Lo traigo a cuento porque ahora, con el coronavirus, los llamados adultos mayores están en primera línea para irse al otro mundo en caso de saturación del sistema de salud.

Y no sólo por la baja en las defensas del cuerpo que viene con la edad (95% de los fallecidos en Europa tenían más de 65 años, según Le Monde), sino porque son los primeros a los que van a sacrificar en caso de escasez de ventiladores u otros insumos. Se va a dar prioridad a los más jóvenes.

Es lo que plantea la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica del Consejo de Salubridad General, que marca las decisiones que deberán tomarse en caso de saturación en los hospitales y clínicas.

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El salvavidas de la revocación

La columna Pepe Grillo, publicada en La Crónica de Hoy, indica que aunque pareciera que el senador Ricardo Monreal le dio el cerrojazo, lo cierto es que sobre el tema de la revocación de mandato no se ha dicho la última palabra. Seguiremos escuchando de él porque es una jugada política.

El presidente quiere emprender una campaña, que es una actividad que domina, para ayudar a los candidatos de su partido, Morena, en la elección del 2021 que les pinta color de hormiga.

A decir de encuestas recientes las preferencias ciudadanas a favor de Morena van en franca caída. Todos se asustaron.

Para no tener un resultado negativo van a necesitar toda la ayuda que sea posible, lo que incluye el activismo del presidente que es su principal, acaso único, activo.

Que ese afán se traduzca en un cambio legislativo está por verse, pero el presidente lo seguirá usando para provocar a sus adversarios.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que dos protagonistas de la vida pública de los 90 perdieron la vida ayer: Othón Cortez, quien pasó año y medio en prisión acusado de ser “el segundo tirador” en el homicidio de Luis Donaldo Colosio, e Ignacio Pichardo Pagaza, presidente del PRI en aquellos turbulentos años, confrontado con el ex subprocurador Mario Ruiz Massieu, quien veía un complot de la cúpula del poder en el asesinato de su hermano José Francisco.

El primero padecía del corazón y el mexiquense acababa de ser operado, por lo que todo apunta a causas ajenas al coronavirus en ambos casos.

QUE será por las prisas, pero alguien olvidó la máxima de Jesús Reyes Heroles, descuidó las formas y por lo menos a Enrique Graue no lo consultaron ni convocaron a la reunión plenaria que debió tener lugar para que el Consejo de Salubridad General, que encabeza el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, y tiene como vocal titular al rector, hiciera pública la Guía bioética de asignación de recursos de medicina crítica, el pasado fin de semana, por lo que la UNAM se desmarcó de los términos y el contenido del documento.

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