Para muchos analistas políticos, desde hace varias décadas los partidos de oposición al gobierno en turno no mostraban una presencia tan débil y sombría en el panorama político como el que tenemos en la actualidad con el PAN, PRI y PRD; de lo partidos pequeños mejor ni hablamos.

Aunado a esto, también la transformación de cuarta quiere colocar a la oposición en una connotación negativa, como si fueran algo políticamente incorrecto, donde los gobiernos de Morena se quieren presentar como los poseedores de la verdad absoluta y de la moral política, para con ello sembrar el prejuicio social que acabe por descarrilar las posturas y acciones de la oposición o cualquier voz discordante. Si en la oposición no hacemos nada para romper estos estereotipos discursivos que nos están imponiendo, esteramos rindiéndonos antes de la batalla.

Parte del nerviosismo que existe en las filas blaquiazules surge al no encontrar una identidad de comportamiento político, ahora en el rol de oposición que nos toca jugar ante los gobiernos de Morena. Y vaya que Puebla tiene sus propias particularidades: muchos militantes del PAN se enrolaron en la filas políticas cuando ostentábamos el poder público y todo parecía ser bonanza, ellos son los que menos entienden lo que es jugar el papel de la oposición.

En aquellos tiempos donde el PAN gobernó, sin duda existieron avances sustanciales y de desarrollo en nuestro estado, pero hay una discusión inacabada que hemos omitido sobre los retrocesos y abusos políticos que tuvimos, como el error de domesticar y engordar el Ogro Filantrópico en lugar de aniquilarlo. Desde aquí surge nuestro problema como oposición actualmente, pues no tenemos autocrítica para entender los abusos en el pasado, y lo que pareciera nos descalifica para señalar los abusos y errores de los gobierno actuales.

El pacto por México fue uno de los detonantes del debilitamiento de la oposición en nuestro país, donde las posturas existentes en ese momento generaron una confusión de identidad en relación con las posturas centrales del gobierno, esto tuvo sin duda dos consecuencias: primero le otorgamos a Andrés Manuel la razón discursiva de la mafia del poder al renunciar a nuestro papel de oposición y meternos en la misma bolsa del gobierno en turno; y la segunda consecuencia fue que ocasionamos desmovilización social por la falta de credibilidad al no forjar una presencia opositora, dejando toda la movilización de la indignación ciudadana en los brazos del Morena al no existir más opciones. Hoy puede volver a pasar lo mismo, por ello debemos tener claro el papel de oposición que nos toca jugar.

Para poder hacer un papel de oposición relevante y pueda ser visible notoriamente, debemos evitar lo que nos pasó en el pacto por México: no podemos jugar a las medias tintas y debemos dejar ser una oposición colaboracionista, esto implica dejar de escudarnos en ponerle apellidos a la oposición; dejar de llamarnos oposición responsable, oposición dialogante, oposición propositiva, oposición democrática: solamente seamos la oposición sin adjetivarla.

La ausencia de posiciones claras ante los gobiernos de Morena nos está desdibujando en una sutil línea difuminada donde los ciudadanos no acaban por contrastar los errores y omisiones de la 4T, rompiendo así los contrapesos que deben existir como parte del sistema democrático y metiéndonos nosotros mismos al mismo costal.

No tengamos miedo a ser señalados por las contrapartes del discurso, pues de continuar de agachones nos convertiremos por acto u omisión en el tonto útil del grupo hegemónico actual y no necesariamente como oposición, y cuando desmantelen en el futuro las instituciones y se institucionalice un régimen nada democrático donde no podamos levantar la voz, no podremos venir de arrepentidos para quejarnos por lo que dejamos de hacer como oposición en la actualidad.

Ser oposición en los tiempos de la cuarta transformación implica estar en todos los frentes, no se puede ser oposición en lo nacional, sino somos la voz con contraste en la estatal y lo municipal. Debemos dejar a un lado el discurso acomodaticio y selectivo, sé que esto último es casi imposible para aquellos que tienen señalamientos de malos manejos y corrupción, pues sienten actualmente su margen de acción reducido por su comportamiento pasado y por temor a represalias, allá ellos si quieren seguir de oposición colaboracionista.

Asimismo a nivel local se requieren nuevas caras que encabecen la oposición, sino nutrimos y no le damos una bocanada de aire fresco al partido, estaremos exclusivamente representados en el discurso por aquellos liderazgos del pasado, como sucede a nivel nacional donde los únicos referentes son Fox y Calderón, con todo y su vulnerabilidad actual, su desgaste en el ejercicio del poder, y su alejamiento del partido por así convenir a sus proyectos personales.

Sin duda, el camino de ser oposición se ha tornado más complejo que antes, por lo mismo debemos fortalecernos para demostrar que somos la alternativa para el 2021, y no estar esperanzados que los errores y omisiones de los gobiernos de Morena nos darán la preferencia ciudadana.

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