(Segunda parte)
Como lo mencionamos en la entrega anterior, el Reloj del Apocalipsis se ha convertido en un indicador mundialmente reconocido de la vulnerabilidad del mundo ante la amenaza de la guerra nuclear, el cambio climático y el desarrollo de tecnologías disruptivas.
De acuerdo con el informe 2020 publicado en el Boletín de Científicos Nucleares —organización encargada de mover las manecillas del reloj que simbólicamente se acercan a la hora cero— hoy más que nunca, existe la genuina posibilidad de que una guerra nuclear acabe con la civilización o bien, que el cambio climático sea irreversible y devastador.
El informe señala que la humanidad atraviesa por una etapa en la que las principales potencias nucleares, EU, Rusia y China, solo coinciden en una cosa: oponerse a la firma de un Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Como alternativa, EU está promoviendo una iniciativa denominada “Creando el entorno para un desarme nuclear”, la cual será discutida en el marco de la próxima Non-Proliferation Treaty Review Conference 2020, a celebrarse del 27 de abril al 22 de mayo en Nueva York.
Lo cierto es que, de acuerdo con el informe, el mundo está enfrascado en una nueva carrera armamentista en medio de un ambiente marcado por la ausencia de regulación en materia nuclear.
En materia ambiental el panorama tampoco pinta nada bien. En este último año EU formalizó su retiro del Acuerdo de París, al tiempo que países como Brasil, que recientemente comenzó el desmantelamiento de políticas de protección de la selva amazónica, anunciaron nuevas medidas consideradas como claros retrocesos en materia de cuidado del medio ambiente.
Durante la pasada Cumbre de Acción Climática organizada por Naciones Unidas, solo 60 naciones asumieron compromisos vagos de disminución de emisiones que únicamente representan el 11 por ciento del total de emisiones a nivel global. Por primera vez en décadas se ha comenzado a generalizar la noción de “emergencia climática”, asegura el informe.
En 2019 India sufrió severos daños y pérdidas humanas como consecuencia tanto de una ola record de calor, como de una temporada de inundaciones nunca antes vista. Diversos incendios desde el Ártico hasta Australia, cada vez más frecuentes, intensos, extensos y prolongados, han dañado severamente la vida silvestre y degradado ecosistemas a nivel global.
A pesar del activismo y la protesta de amplios grupos sociales en todo el mundo, en especial de los jóvenes, la actitud de algunos líderes sigue incrementando el riesgo de una catástrofe mundial.
El reporte alerta que, en los últimos años, estos líderes han dedicado sus esfuerzos a calificar como fake news, aquella información que no coincide con sus políticas pro armamentistas y medioambientales. Para ello, han promovido sus propias mentiras, exageraciones e interpretaciones erróneas sobre el tema.
Por ejemplo, en EU y otras latitudes, se ha desatado un activo antagonismo político hacia la ciencia y de desdén por parte de los gobiernos a la opinión de los expertos, creando miedo y dudas respecto a la solidez científica del cambio climático. La reciente aparición de las denominadas “deepfakes” —es decir, grabaciones de audio y video esencialmente indetectables como falsas— están condicionando la habilidad de los ciudadanos y de los tomadores de decisiones, de separar la realidad de la ficción, remarca el reporte. El estado de incertidumbre sobre lo que es falso y lo que es verdadero, tiene el potencial de crear el caos económico, social y militar necesario para llevar a la humanidad a una guerra.
Nunca como ahora, concluye el Boletín, será tan determinante para nuestra supervivencia como especie, la capacidad de llegar a acuerdos tanto sobre los hechos, como respecto al mejor curso de acciones a tomar. De ello depende la posibilidad de coordinar acciones colectivas para evitar el Apocalipsis.
Como humanidad tenemos la responsabilidad de evitar que un puñado de líderes cegados por visiones nacionalistas y autoritarias, nos arrastren a una era de caos y oscuridad.
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