columnistas-Cesar-Perez

Por César Pérez González
@Ed_Hooover

Hacia comienzos de 1992 inició en las instalaciones del Colegio de México el denominado “Congreso Internacional Los Contemporáneos. Homenaje a Jaime Torres Bodet”, evento que revitalizó las aproximaciones críticas hacia el grupo de escritores que son agrupados bajo dicho nombre. Fue en marzo de aquel año se entendió su papel en la literatura mexicana reciente, abordando la realidad histórica bajo la cual se inscribían.

Antes de esa fecha es difícil encontrar otro congreso que atendiera a los Contemporáneos como un fenómeno atemporal inscrita en la propia tradición del siglo pasado. No quiere decir, sin embargo, que esta idea fuera evitada con anterioridad. Se escribió tanto previo a 1992 abordando dicha problemática que resulta falaz no hacerlo notar. Es más, la misma crítica ha tomado como bandera este presupuesto al igual que su pertenencia o no dentro de las vanguardias literarias.

Al contrario, el punto de quiebre consistía en observar al grupo como una totalidad a la distancia y qué tanto reflejaron su espíritu curioso en las generaciones siguientes, característica que observaba Xavier Villaurrutia. Además, cómo eran leídos y abordados, actualidad en el sentido más intrigante de la palabra. Octavio Paz, Luis Mario Schneider, Anthony Stanton, José Luis Martínez, José Emilio Pacheco, Vicente Quirarte, Louis Panabière, Guillermo Sheridan y Merlin H. Forster, entre muchos otros, desmenuzaron desde su trabajo la intimidad de Contemporáneos.

Un par de años después, fue publicado por el mismo Colegio de México las memorias, bajo el título de “Los Contemporáneos en el laberinto de la crítica”, texto fundamental para entender la magnitud del encuentro. A punto de conmemorarse 27 años del mismo, resulta necesario cuestionarse ¿cómo se lee y aborda, actualmente, al grupo? Tal pregunta encierra un problema “in situ”: ¿se lee a los Contemporáneos? En definitiva, sí, más de lo que se piensa.

Las universidades se han convertido en cultivo de nuevas aproximaciones, dudas sobre las obras individuales y su rigor crítico. Desde dónde pueden ser tratadas o los métodos de investigación que pueden describir estructuras y contenidos, además proyectarlas actualmente. Es decir, una visión analítica para resolver hipótesis. Su lectura es especializada, aunque no es la única. A su vez, hay otra corriente que sigue los pasos de Miguel Capistrán, Guillermo Sheridan, Vicente Quirarte o José Luis Martínez, recuperando la memoria literaria-histórica.

La aparición de facsimilares comprueba esta línea de trabajo en fechas recientes: “Gilberto Owen en tres revistas toluqueñas: ‘Mancha de Tinta’, ‘Raza Nueva’ y ‘Esfuerzo’”, libro coordinado por el Doctor Francisco Javier Beltrán Cabrera –el cual se tratará con amplitud– y presentado en la Feria del Libro del Palacio de Minería. Quien se interese por Gilberto Owen hallará en este documento una hermosa crónica dedicada a los primeros años intelectuales del poeta y cómo fue apareciendo en el radar del grupo, inclusive, su labor periodística y editorial cuando rondaba la mayoría de edad.

Su objetivo es claro, mantener viva la crítica sobre Gilberto Owen, pues siguen apareciendo líneas de investigación en torno a su figura. Es, por así decirlo, revitalizador encontrar materiales que ofrezcan un acercamiento a publicaciones originales en el Estado de México, además de establecer su impacto en el joven escritor.

Un libro más se instaura en esta vertiente es “Jaime Torres Bodet. Iconografía”, aparecido en el Fondo de Cultura Económica durante enero de 2018. Sobre éste se ha dicho prácticamente todo: poeta, funcionario público, conocedor de las relaciones entre dependencias de gobierno, integrante del cuerpo diplomático y secretario general de la Unesco. Sin embargo, lo relevante es la manera en que se presenta su vida: cronología visual.

Por primera vez fueron publicadas fotografías de su archivo personal, fondo que lleva su nombre, custodiado por una Universidad Nacional Autónoma de México. Quizá era el único aspecto que faltaba conocer del escritor, aunque no se puede dejar de relacionar este libro con “Jaime Torres Bodet. Realidad y destino”, de Fernando Zertuche Muñoz, publicado por la Secretaría de Educación Pública en 2011 con motivo del 90 aniversario de la dependencia, ya que su formato es similar y coinciden con varias imágenes, aunque el lector reconocerá las diferencias entre ambos.

En sí, estos dos últimos materiales muestran el camino crítico que sigue al grupo de Contemporáneos y desde dónde se observa su legado literario. Aunado a que nutren significativamente la bibliografía sobre ambos escritores sin que pueda dejar de atribuirse al “Congreso Internacional Los Contemporáneos. Homenaje a Jaime Torres Bodet” esta visión.

A casi 27 años de distancia sigue vigente la manera de abordar este fenómeno literario para buscar nuevos canales expresivos. El futuro durante este 2019 luce prometedor al revisarse fondos iconográficos y otros documentos similares que ofrecerán luz sobre otros integrantes, no necesariamente de la primera línea, sino muralistas, pintores y dramaturgos. El tiempo que viene es más que interesante interesante.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

incendios forestales