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Por Nahir González Sosa

Desafortunadamente, en Puebla, al igual que en otros estados, el problema de animales callejeros y el maltrato de los mismos, es un asunto que sigue creciendo día con día debido a diversos factores tales como: la ausencia de medidas educativas que inculquen responsabilidad ciudadana en lo que respecta a tenencia de mascotas, la falta de cultura referente a medicina preventiva en este ámbito, la poca cultura ética que ostentan los individuos y la mínima conciencia humana que posee la sociedad en general, en lo que concierne a estas temáticas. Cuestiones como éstas, son las que han llevado a la proliferación desmedida de animales en estas condiciones.

Ejemplo de lo anterior es el reciente caso ocurrido en la ciudad de Puebla, respecto a la denominada “Mataperros”, de nombre María Consuelo, quien, según lo publicado por diversos medios de comunicación, alojaba en su casa de la Colonia Bosques de San Sebastián, a 45 animales vivos en circunstancias deplorables, entre ellos: 29 perros, 13 gatos, dos conejos y una paloma, además de almacenar en un refrigerador a varios animales muertos. Vecinos de dicha persona, indican que desde hace tiempo, mascotas de la zona habían sido secuestradas por ella, reteniéndolas en condiciones terribles de maltrato y abandono, para presuntamente después, utilizar su carne para preparar diversos alimentos que ella misma vendía con fines de consumo humano. Algunos colonos del lugar también indican que en varias ocasiones, se había dado aviso a las autoridades sobre esta situación, sin embargo, las denuncias ciudadanas nunca fueron atendidas; las autoridades hicieron acto de presencia hasta que recientemente el caso se viralizó en redes sociales, como consecuencia de un video que grabaron algunos vecinos al ingresar a casa de María Consuelo y poner en evidencia todo lo que ahí ocurría.

Dentro de este panorama existe una culpabilidad compartida, puesto que son causantes de esta situación tanto los ciudadanos protagonistas de hechos relacionados, como el Gobierno, el cual frecuentemente ha reaccionado con irresponsabilidad e indiferencia ante tales sucesos. Ni los individuos han sido capaces de crear conciencia y ejercer respeto a los seres vivos por propia voluntad, ni los políticos han creado acciones contundentes para contrarrestar esta problemática. En el caso de la “Mataperros” y a pesar de ser comprobable lo que ocurría en su vivienda, no fue detenida, solo fue presentada ante el Ministerio Público para ser entrevistada sobre los animales que se encontraron en su refrigerador; según han dicho a medios de comunicación las autoridades ministeriales. También comentaron que se le está investigando por omisión en el cuidado de sus hijos y por maltrato animal, pero estos no son delitos graves en el estado de Puebla, debido a ello, no ameritan prisión preventiva. Mientras tanto, vecinos, ciudadanos y protectoras animales, se encuentran indignados por esta situación, por lo que, además de manifestarse públicamente los pasados días viernes 20 de septiembre -afuera del edificio central de la Fiscalía General del Estado- y domingo 22 de septiembre -en la marcha que partió del Paseo Bravo con rumbo al Zócalo capitalino-, actualmente se encuentran reuniendo pruebas para demostrar la culpabilidad de María Consuelo.

Como es notable, existe ausencia casi total de acciones gubernamentales estratégicas que permitan la evolución social en materia de maltrato animal. Cuando se actúa al respecto, normalmente se realizan labores enfocadas a atacar las consecuencias, pero no las causas, situación que ha llevado a no poder arrancar dicho inconveniente de raíz; por tanto, esto nunca termina y ni siquiera se acerca a una mejora relevante, lo único que se logra es simplemente mitigar la problemática, sin llegar a una solución verdadera.

La mayoría de los veterinarios afirman que el escenario de animales maltratados y en situación de calle es cuestión de cultura, pues entre los propietarios de ellos hay una escasa instrucción respecto a la tenencia responsable de mascotas; normalmente se tiene la costumbre de dejarlos libres durante horas o días -como puede ser el caso de varios animales secuestrados por la “Mataperros”, quienes probablemente fueron víctimas de este acto, debido a la irresponsabilidad de sus amos al dejarlos deambular en la calle sin vigilancia- , o bien, muchas veces se les abandona de manera definitiva, simplemente porque son causantes de incomodidades. Por su parte, los protectores de animales comentan que este hecho también obedece a un problema ético y moral, mientras que los que “combaten” el asunto gubernamentalmente, indican que a todos estos factores se les debe sumar el de la falta de cultura sanitaria por parte de la ciudadanía.

Como resultado de estas posturas, podemos considerar que la raíz principal del problema se resume en una sola palabra: “educación”, ya que ésta es el punto de partida para el desarrollo y la evolución social en cualquier ámbito, no sólo en el relacionado con cuestiones animales; pero la educación no es únicamente responsabilidad de cada individuo, sino también de todos las personas que conforman el entorno, pues así como cada ser humano tiene la obligación de aprovechar personalmente las herramientas que tiene a la mano para ampliar su cultura y encauzarlas a ser un mejor ciudadano, también existen otras entidades que contribuyen al logro de este objetivo: la familia, la escuela y el gobierno. Estas instituciones sociales juegan un papel fundamental en el desarrollo humano y mental de las personas, por tanto, son causantes importantes del abandono y proliferación de animales que tienen como hogar las calles, así como del maltrato propinado a varios de ellos por parte de seres humanos.

La familia es el primer agente formador de valores y cultura de los individuos, por tanto, es en ella en donde desde un inicio se debe inculcar el trato amable y responsable a los animales. La realidad de estos seres es sumamente trágica cuando se encuentran en situación de calle, por tal razón es indispensable educar a la gente respecto a esta problemática. Lo primero que se debe tener en la conciencia es nunca abandonar a un animal por más problemático que éste parezca, pues es una responsabilidad que se decidió asumir, al igual que si fuera un hijo humano. Antes de adquirir una mascota se debe analizar si es posible tenerla; pues requiere cuidados, espacio, atención, cariño, y es un ser vivo del que nunca la gente deberá deshacerse; sencillamente porque este compromiso adquirido, representa una obligación moral y ética para toda la vida.

En el caso de las escuelas, la influencia respecto a la temática animal también podría ser muy fuerte, pues es un lugar en el que las personas, pasan gran parte de su vida encauzando sus principios y su ideología, a partir de la enseñanza formal. Sin embargo, la mayoría de las instituciones educativas no se hallan interesadas en orientar a los alumnos respecto a la importancia de respetar la vida animal. El aprendizaje en muchos de estos sitios sólo se limita a cuestiones científicas y técnicas, pero no abarca la parte ética, y mucho menos cuando se relaciona con asuntos no humanos. Esto también propicia que los individuos no tomen en cuenta dicho aspecto como algo importante, y mucho menos como una situación que merece responsabilidad e interés social por parte de la ciudadanía. Debido a lo anterior, resulta imprescindible que en las instituciones educativas se implementen programas referentes a respeto y tenencia responsable de mascotas; si este asunto se formalizara en dichas entidades, sería más sencillo que los ciudadanos crecieran con una mentalidad ética al respecto.

En cuanto a la responsabilidad del Gobierno en este ámbito, tiene un gran papel que desempeñar. Las entidades políticas deben tener como oficio principal la regulación del funcionamiento social en general, y por supuesto eso incluye lo relacionado con el entorno animal. No obstante, las autoridades sólo se ocupan de atacar las consecuencias de la problemática de animales callejeros, sin embargo, no atacan las causas, por lo cual, la situación se sigue proliferando desmedidamente sin verse cercano su fin. En lo que respecta a atacar las consecuencias, en México, mayoritariamente, se tiene como único medio oficial regulatorio para la población de caninos, la denominada “perrera”, la cual es un organismo encargado de recoger animales (felinos y caninos) de la calle, que si carecen de dueño o de quien los reclame, después de cierto tiempo, son sacrificados para evitar que sigan deambulando por la vía pública; o en el mejor de los casos y en contadas ocasiones, son dados en adopción a alguien que lo solicite. Si la gente propietaria de mascotas tuviera conciencia, se evitarían muchos sacrificios de aquellos seres inocentes que van a parar a estos sitios debido a su amplia proliferación. Como es visible, este método sólo se enfoca en atacar la superficie del problema, no en cortar la raíz, por lo que definitivamente, no puede ser contemplado como una verdadera solución.

Para que la problemática de los animales maltratados o en situación de calle se resuelva, se deben implementar medidas sociales preventivas y efectivas tales como: sistemas de esterilizaciones masivas gratuitas o a bajo costo; nuevas legislaciones que otorguen derechos reales a los animales y que propinen sanciones penales estrictas a los humanos que atenten contra ellos, siempre haciendo una aplicación verdadera y seria de las mismas; regulación de crianza y venta de todo tipo de animales; operación de las llamadas “perreras” como organismos protectores de animales y no como centros de exterminio; imposición de contenidos educativos obligatorios en las escuelas, respecto a tenencia responsable de mascotas; apoyo gubernamental y ciudadano a albergues y protectoras animales, tanto en el plano humano como en el económico; y en general, ejecución de campañas de difusión masiva sobre tenencia responsable de mascotas.

La irresponsabilidad en la tenencia de animales representa un grave problema de ética, cultura y salud. Generar un cambio de actitud en los ciudadanos en relación a esta situación, es algo que sólo se puede lograr a través de la educación; este hecho implica enseñarle a la gente no sólo cómo debe cuidar a sus propios animales, sino cómo debe relacionarse con todos los animales de su entorno. Es necesario trabajar al respecto, de lo contrario, nunca se solucionará el problema de los animales vagabundos y maltratados, por el contrario, su número irá en aumento día tras día.

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