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¿Quién quería quedarse las sillas de ruedas donadas al DIF estatal?

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que un asunto delicado que la Secretaría de la Contraloría debe investigar de inmediato es quién ordenó la salida de sillas de ruedas, andaderas, muletas y otros instrumentos ortopédicos del almacén del Sistema Estatal DIF, pero sobre todo a dónde fueron a parar y con qué propósito, antes de que este escándalo quedara al descubierto, y estos equipos fueran devueltos.

De manera inicial Lizbeth Gómez Calderón, quien se desempeñaba como directora de Atención a Personas con Discapacidad, estaba siendo responsabilizada injustamente del “extravío” de esos aparatos.

El 2 de febrero el nuevo director del Sistema Estatal DIF, Arturo Hernández Davy, pidió la intervención del órgano interno de control para reportar la salida irregular de 77 sillas de ruedas para adulto, 44 sillas para adultos especiales, 28 sillas de ruedas infantiles, 36 sillas de rueda PCA, 37 sillas PCI, 64 juegos muletas para adultos y 60 andaderas para adulto.

Por el reporte intervino la Secretaría de la Contraloría y abrió el expediente de investigación 04/2019, sólo que éste se enfocó en la ex directora de Atención con Personas con Discapacidad, Lizbeth Gómez Calderón, y no en los verdaderos responsables de lo que para entonces parecía un robo o saqueo al almacén del DIF.

Tras el escándalo las sillas, andaderas y muletas —que habían sido donadas al organismo en octubre de 2018—, regresaron al almacén el 25 de febrero, asunto que quedó asentado en una acta administrativa.

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El divorcio morenista

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que la pugna por la designación del candidato a la gubernatura de Morena llevó al divorcio a la bancada de Juntos Haremos Historia en el Congreso del Estado, donde se vivió una luna de miel de tres meses 10 días votando todo de manera uniforme, mostrando que eran la mayoría aplastante que muchos quisieran tener; pero después del 24 de diciembre las diferencias son notables y la desesperación de algunos actores por pensar que quedarán fuera de la jugada, ha convertido el Pleno del Congreso en un ring donde se busca que haya peleas en el lodo.

La sesión de ayer fue el claro ejemplo de cómo Héctor Alonso Granados, que tanto en la anterior legislatura en la que estuvo, como en la actual, se convierte en el provocador tratando de victimizarse al final.

Recordemos el enfrentamiento con los reporteros en diciembre de 2011, o cuando estuvo a punto de liarse a golpes con Erik Cotoñeto, quien le lanzó la frase desde la mesa directiva cuando era secretario de la misma y hasta un: “Ya cállate cabrón”.

Sucede que el yerno de Blas Chumacero molestó porque una joven de 25 años presentó una iniciativa para armonizar la Ley Orgánica del Congreso con la federal, creando el Órgano de Control Interno, con lo cual ya se podrán aplicar sanciones a los diputados cuando cometan alguna falta; descalificó el documento y buscó salpicar todo el lodo que trae consigo a los diputados de su propia bancada amenazando con que en la sesión del viernes llevará la lista de los familiares de diputados de Morena que están trabajando en el gobierno del Estado.

Alonso Granados nuevamente mostró su machismo hacia la legisladora Vianey García Romero descalificando su juventud, pero de pronto se tiró al piso y dijo que por no apoyar a Luis Miguel Barbosa, lo marginaron del trabajo legislativo.

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Tres mandos de la Secretaría de Seguridad Pública con un negro pasado

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que en una época crítica para Puebla por el desbordado nivel de criminalidad, resulta desconcertante que el actual secretario de Seguridad Pública, Manuel Alonso García, ha formado un equipo de trabajo con colaboradores que tienen como principales características: que en el pasado fueron dados de baja de corporaciones policiacas por malas prácticas o ineficiencia, o que estuvieron involucrados en hechos delictivos.

Y no es algo menor, esos colaboradores participan en las áreas más estratégicas, como son la Dirección de la Policía Estatal y la Subsecretaria de Investigación e Inteligencia, han quedado en manos de funcionarios con oscuro pasado.

Tal es el caso de Carlos Cárdenas Ramírez, quien es director de la Policía Estatal. Hace 26 años este personaje salió de esa misma corporación para ingresar temporalmente a un penal, luego de que apareció involucrado en las torturas y muerte de un ciudadano llamado Leopoldo Cervantes, quien sufrió actos de abuso de autoridad en una base de operaciones policiacas que se encontraba en el municipio de Ajalpan.

Cárdenas llega a hacerse cargo de la Policía Estatal en una etapa de crisis, pues esta agrupación de seguridad pública sufre un fuerte déficit de agentes, de instalaciones, armamento y vehículos, como consecuencia de que la corporación se adelgazó durante el sexenio del exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas, quien privilegió la represión a grupos populares en lugar de fortalecer las áreas de prevención del delito.

Además la Policía Estatal atraviesa por una crisis de credibilidad y confianza, ya que frente a los ojos de esta fuerza de seguridad pública, en los últimos años, creció de manera alarmante el robo de combustible bajo un manto de impunidad. Esa condición se agravó cuando en julio de 2015, el entonces director de la agrupación, Marco Antonio Estrada López, fue detenido por el Ejército por proteger a una banda de huachicoleros.

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Las sabandijas morenistas

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que apenas se conoció el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre el caso Puebla, donde se validaba el triunfo de Martha Érika Alonso (qepd), el presidente Andrés Manuel López Obrador se comunicó con el candidato derrotado, Luis Miguel Barbosa.

Le ofreció un cargo en su nuevo gobierno.

Desde una importante representación en Puebla hasta una posición en el gabinete.

La respuesta de Barbosa fue clara.

“Te agradezco la invitación Andrés Manuel, pero no aceptaré ningún cargo, no estoy obsesionado con el poder; me quedo en Puebla para organizar la resistencia y trabajar desde abajo, como tú lo hiciste en 2006 y 2012. No ambiciono posiciones”.

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Las “disculpas” de Cárdenas

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que un guiño al panismo, en aras de una mayor aceptación a su candidatura, fue la reunión que tuvo Enrique Cárdenas con liderazgos del blanquiazul hace unos días.

En el encuentro, el virtual candidato dejó entrever cierto cargo de conciencia por las severas, durísimas críticas que en su momento le hizo a Rafael Moreno Valle como gobernador y deslizó una modesta solicitud de perdón por haber dicho lo que dijo.

La medida, en términos políticos y hacia el interior del partido que lo postula, puede parecer impecable.

Una especie de mini operación cicatriz encaminada a la unidad de quienes tendrán –quieran o no- que jugar electoralmente con el ex rector de la UDLA y salvar, en lo posible, un barco que parece de antemano hundido.

Sin embargo, bajo la óptica de la más elemental lógica, este obligado mea culpa no resiste el menor análisis.

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Armenta, la sabandija que todos llevamos dentro

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada Diario Cambio, señala que si Alejandro Armenta lo que estaba buscando no era arrebatarle a Luis Miguel Barbosa la candidatura a gobernador, sino pelearse con toda la cúpula de Morena y encontrarse a un paso de la expulsión, entonces su alocada carrera de los dos últimos meses ha tenido un éxito notable: Yeidckol Polevnsky ya le abrió la puerta para irse del partido lopezobradorista, regresar al PRI o, en su caso, enfrentar un proceso para expulsarlo.

En resumen, que Armenta cierre la puerta, pero por afuera.

Las reiteradas ofensas del senador con licencia, los cuestionamientos a la integridad de la encuesta, los señalamientos de desconfianza hacia la dirigente, ya encontraron reacción en Yeidckol. Sin llamarlo directo por su nombre, calificó de sabandija a Alejandro Armenta y hasta de infiltrado.

No puede quejarse Armenta, quien cavó su tumba con paciencia. Hoy su candidatura es más imposible que nunca: ¿cómo podría ser el candidato un personaje con enfrentamiento directo con la dirigente del partido, además de que ninguna encuesta lo favorece? Nunca pudo demostrar la competitividad, ese fue un primer pecado, pero lo peor fue desatar un choque abierto con la dirigente.

La liga se rompió, y ayer Polevnsky, tras terminar un foro con mujeres, arremetió de fea forma contra Armenta, sin escatimar calificativos. Sin duda alguien podría decir que se trata de un exceso, pero lo cierto es que denota un ánimo de fastidio.

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Elogio y Defensa de los Lambiscones

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que en varios momentos, el presidente López Obrador ha criticado a ese ajolote apresurado que quiere ser rana en unos cuantos minutos: el lambiscón profesional.

En México, desde los tiempos de Juárez —por no irnos más lejos—, los lambiscones se tiraban a los pies del Benemérito sin ningún rubor.

Cuando Juárez se hartó de ellos, se fueron con Porfirio Díaz.

Y así sucesivamente.

Cosa curiosa: Díaz jamás fue un lambiscón de Juárez y por eso hay que medirlo con otra vara.

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