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El control absoluto de López Obrador

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que Andrés Manuel López Obrador no ha engañado nunca. Es consistente en su discurso y congruente en sus acciones. En las dos últimas semanas ha seguido ese camino y el país que está dibujando en construcción es preocupante. López Obrador ha ido dando a conocer el armado de su cuarta transformación, que se edificará sobre la centralización del control político, el económico y del estado de fuerza desde Palacio Nacional, que le permitirá gobernar verticalmente el país. Nada de horizontalidad ni contrapesos. De arriba hacia abajo, como dice que hará con la corrupción, decidirá el destino de 130 millones de personas.

El diseño de su próximo gobierno está listo. Desde la presidencia se coordinarán 32 delegados federales que serán sus representantes políticos, que actuarán como los viejos jefes políticos del porfiriato. Bajo el pretexto de que se trata de una medida de austeridad, elimina los delegados federales que cada dependencia tenía en cada entidad, con lo que cambiará el convenio de coordinación fiscal mediante el cual el gobierno entrega recursos a los estados a través de partidas presupuestales, para hacerlo mediante los coordinadores –manejados por Gabriel García, que era secretario de organización de Morena–, minando el federalismo al ser ellos quienes por fuera de los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, distribuyan los dineros y asignen los programas.

Otra pinza estratégica de control y poder de López Obrador es que en el siguiente sexenio la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda concentrará todas las compras gubernamentales, con el propósito declarado de ser una medida para eliminar la corrupción. De esta forma, ninguna secretaría de Estado volverá a tener autonomía de gasto para planificar, calendarizar y administrar sus compras, sino que tendrá que recurrir a Hacienda cada vez que necesite adquirir papel de baño, medicinas, uniformes o computadoras, por mencionar algunos de los insumos recurrentes. Entonces, si a través de los delegados federales centralizará el poder político en el país, mediante la Oficialía Mayor de Hacienda ejercerá un férreo control hacia el interior del gobierno.

Para que la política y la economía se unifiquen mecánicamente en una misma línea, López Obrador necesita tener el control de la comunicación, que es un arma que le dé el espacio que necesita para construir los consensos que requiere para gobernar, al mitigar las eventuales críticas en la opinión pública. Por eso, anunció que desaparecerán todas las oficinas de comunicación social del gobierno federal, y que toda la información, así como el mensaje gubernamental, saldrá de un solo despacho en Palacio Nacional, bajo la responsabilidad de César Yáñez, que ha sido su sombra durante años. El control centralizado de información y mensaje será acompañado de sus conferencias mañaneras diarias, donde su equipo ha sugerido que harán gestiones ante la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión para que sean transmitidas en vivo, lo que le permitirá fijar la agenda sin intermediarios y, disfrazado de información, diseminar propaganda.

No podría haber un control total si no se dispone de los mecanismos de coerción que tiene un Estado, mediante el uso legítimo de la fuerza. Junto con ello, la centralización de los órganos de inteligencia civiles en la nueva Secretaría de Seguridad Pública, así como la incorporación de la unidad de inteligencia financiera de la Secretaría de Hacienda, y de la dirección de protección civil de Gobernación, detallados en la columna publicada ayer, se suman para conformar el cuerpo total al estilo de gobernar que desea López Obrador.

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Gobierno austero, ¿gobierno eficaz?

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que me tocó vivir las consecuencias de gobiernos irresponsables que gastaron más de sus ingresos endeudando al país y llevándolo a la ruina. Es por eso que, desde mi juventud, soy un fiel defensor de la disciplina fiscal. En este sentido, y como contribuyente, me encanta la idea del gobierno austero que está proponiendo López Obrador. En esto, a diferencia de otros temas, lo aplaudo. Máxime, porque el apretón del cinturón no es consecuencia de una crisis financiera como en el pasado.

AMLO entendió la indignación de los excesos que hemos observado durante este sexenio del presidente Peña. Hace seis años, al gobierno federal llegó el boato mexiquense. Se multiplicaron los altos funcionarios que se trasladaban en enormes camionetas, acompañados de un ejército de escoltas. Los de menor rango viajaban en la cabina de primera clase de las aerolíneas. Los de mayor, en helicópteros y aviones privados. Se hospedaban en hoteles de gran turismo. Eran los mejores clientes de los restaurantes más finos.

Muy al estilo de Atlacomulco, creían que para eso era el poder. Los excesos con cargo al erario eran —siguen siendo— una grosería para los contribuyentes, especialmente los más pobres. Celebro que AMLO vaya a quitar estos lujos. Quizá no signifiquen enormes ahorros, pero es un gesto valioso para los que financiamos al gobierno y para la promesa de respetar la disciplina fiscal.

Hay dos cosas, sin embargo, que me preocupan de las medidas de austeridad anunciadas, incluyendo la disminución de los sueldos de los funcionarios de confianza. En primer lugar, creo que hay una parte de la alta burocracia que cuenta con una invaluable experiencia técnica. Si no se les paga bien, se corre el riesgo de que abandonen el sector público para irse al privado, dejando un enorme hueco. Pienso, por ejemplo, en áreas muy especializadas de la Secretaría de Hacienda, como las que manejan la deuda pública, o el equipo negociador de los tratados comerciales de la Secretaría de Economía. Incluiría al Banco de México, el SAT y comisiones como la de Telecomunicaciones, de Competencia Económica y de Hidrocarburos. En este sentido, el siguiente gobierno tendría que elaborar un mapa de riesgos de quedarse sin funcionarios técnicos de buen nivel en áreas estratégicas y actuar en consecuencia.

El segundo tema preocupante es la eficacia gubernamental. Qué bueno que el próximo gobierno vaya a ser austero. Pero hay que evitar que lo barato salga caro. La austeridad debe ir acompañada de una serie de medidas para mejorar la eficacia gubernamental: Tener una visión de facilitar la vida a los ciudadanos simplificando trámites e incorporando nuevas tecnologías. De nada servirá un gobierno austero si, a final del día, acabamos con un gobierno tan malo como el actual, o peor.

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Nunca hubo tal audiencia privada con el papa

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, señala que sí, Francia ganó la Copa, pero Croacia ganó el Mundial. Florestán

Todo comenzó cuando la doctora Loretta Ortiz, coordinadora del proceso de pacificación del equipo de Andrés Manuel López Obrador, anunció el sábado que el papa Francisco había aceptado participar en esa ronda de 40 foros del 7 al 24 de octubre.

A mí este anuncio me sorprendió porque conozco desde hace muchos años cómo opera la santa sede en materia de comunicación donde solo la sala stampa, sala de prensa, emite comunicados y las actividades del pontífice en turno, no los anuncia ninguna otra fuente que no sea esa oficina o su titular.

Pero aquí, la doctora Ortiz hizo esa declaración formal a lo que siguió, ayer lunes, un desmentido tajante del vocero del Vaticano, Greg Burke: La noticia de que el santo padre participará en esa conferencia (en México) no tiene fundamento.

Sobre esto, la misma doctora Ortiz, respondió que el vocero del papa no tenía la información, lo que se me hizo más extraño, pues si alguien conoce las pontificias actividades públicas es precisamente su vocero, al que desestimó.

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El alumno de Ricardo Anaya

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que en algunos sectores del PAN ven venir la repetición del fenómeno Anaya. Es decir, el presidente del partido que no soltó la dirigencia hasta que quitó a todos del camino para quedarse con la candidatura presidencial. Este modelo temen que sea replicado por el actual presidente del PAN, Damián Zepeda, quien consideran dejará la presidencia del partido, que le dejó encargada Ricardo Anaya, para ocupar un escaño en el Senado en septiembre, una vez que tenga amarrada la coordinación de la bancada panista en la Cámara Alta. Aseguran que Zepeda dejará en el partido como presidente interino a Marcelo Torres, quien a su vez podría designar a Zepeda como coordinador de los senadores, quitando así del camino a los demás legisladores panistas que buscan esa posición. Quienes anticipan esa maniobra de don Damián dicen que llegar así a la coordinación no es lo correcto, y menos cuando viene de conducir el partido a una muy pero muy costosa derrota electoral.

La tijera de Ricardo Monreal

Para no perder tiempo y esperar hasta el primero de septiembre, fecha de la instalación del nuevo Congreso de la Unión, Ricardo Monreal, futuro coordinador de la bancada de Morena en el Senado, mandó a afilar las tijeras para recortar los salarios y gastos superfluos de los legisladores, principalmente para ajustarlos a los lineamientos de AMLO: nadie puede tener una percepción más alta que el presidente de la República. Nos comentan que don Ricardo ha estado hablando con funcionarios del más alto nivel del área administrativa para que vayan haciendo sumas y restas para tener todo listo al arranque de la Legislatura. Al interior de la Cámara, nos explican, Monreal ha sido bien recibido con su plan de recortes.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que después de la confusión y la ansiedad de Loretta Ortiz con el asunto de los próximo foros de paz, su jefe, Andrés Manuel López Obrador, debió enviar al papa Francisco no una, sino dos cartas para invitarlo de manera formal a participar en esas jornadas a partir del próximo 7 de agosto.

Se dice que fueron dos “para que no haya falla”, la segunda más argumentativa, a sugerencia de personas vinculadas con la propia Nunciatura Apostólica en México, que recibió los documentos.

Que Alejandro Encinas, próximo diputado para el Congreso en Ciudad de México, asumirá el cargo el 17 de septiembre próximo y participará en las primeras discusiones de las leyes secundarias de la Constitución de la capital, lo cual tomará dos o tres meses, a partir de una negociación con el virtual presidente electo de la que ya fue enterada la próxima jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Una vez que AMLO asuma la Presidencia, en diciembre, el legislador dejará su curul para dedicarse de lleno a dar seguimiento al caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa en su calidad de subsecretario federal de Derechos Humanos y Población de la Secretaría de Gobernación.

Que la ceremonia por los 90 años de la Policía Federal, que encabeza Manelich Castilla, no solo tuvo un gran despliegue de vehículos, motocicletas y hasta un helicóptero antiguos, sino también el reconocimiento de los titulares de la Defensa, Salvador Cienfuegos, quien grabó un mensaje por video, y de Marina, Francisco Soberón, con otro en redes sociales.

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