Poblanos conviven con sus muertos con la fe de que vuelven a casa por un día
Poblanos conviven con sus muertos con la fe de que vuelven a casa por un día. Foto: EsImagen
Poblanos conviven con sus muertos con la fe de que vuelven a casa por un día
Poblanos conviven con sus muertos con la fe de que vuelven a casa por un día. Foto: EsImagen

Entre flores, regalos, música, rezos, lágrimas y cánticos cientos de familias se reunieron en el Panteón Municipal de Puebla para recordar a sus difuntos en este Día de Muertos, fecha en la que se sienten más cerca a ellos y confían que sus almas pueden volver al mundo de los vivos.

Cempasuchil, flor de terciopelo y nube adornan las tumbas de los adultos, aunque también hay rosas, girasoles y gladiolas, mientras que moños, rehiletes, globos y juguetes distinguen las de los niños.

Se despierta la curiosidad de los menores, quienes aprovechan para preguntar por qué se muere la gente, a dónde van después y por qué se entierra a los cuerpos. Cada padre tiene su versión, la mayoría fundada en la creencia católica, pero todas coinciden en que el espíritu permanece por el reto de la eternidad.

Desde temprana hora, la señora Margarita González acudió al panteón que abrió sus puertas por primera vez en 1880, ahí se reunió con sus hijos y nietos para adornar la tumba que guarda los restos mortales de su esposo, quien –dijo– después de disfrutar de su ofrenda regresará al mundo de los muertos.

Mientras el mariachi entona “Amor Eterno”, la señora Carolina plática que a su mamá le gustaba poner la ofrenda “grande, grande”, sus ojos se humedecen mientras trae a la mente recuerdos de los días en que convivió con ella, pues aún la extraña.

Aseguró que en su ofrenda gastó más de mil 500 pesos, pero le satisface porque la hizo como a su mamá le gustaba, con dulce de calabaza, tejocote, hojaldras y su comida favorita, entre ellos el mole, pipián y pozole.

Confían que almas vuelven a casa

Sus hijos arreglan cuidadosamente la tumba, mientras le dicen a sus nietas lo importante que es no perder las tradiciones y así recordar a sus familiares que han abandonado el mundo de los vivos.

Las hermanas Santos Flores ponen incienso para que los espíritus de sus familiares encuentren el camino a la que fue su casa, explican mientras rezan y arreglan la tumba.

“Está tradición reúne a familias, los que hoy estamos vivos cuidamos de los que están descansando, lo enseñamos a nuestros hijos para que después ellos nos cuiden, porque está (señala la tumba) es nuestra última morada. Se levanta la tierra, se lavan los floreros, se quita el pasto, se lava la capilla, se empareja la tierra y se deja un molde para los floreros”, explican.

Como ellos, cientos de familias estuvieron presentes en el Panteón Municipal, la mayoría percibe que la tradición se está recuperando, pues a diferencia de otros años, vieron más ofrendas y más gente arreglando sus tumbas.

Todos los entrevistados prometen que mientras tengan salud volverán a visitar el panteón por lo menos dos veces al año (en los cumpleaños de sus familiares y el 2 de noviembre) y esperan que al morir sus descendientes hagan lo mismo.

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