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¿Qué trama Poncio Pilatos?

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que es absolutamente irrelevante el resultado final sobre la consulta ciudadana que resolvió, en primera instancia, en dónde se levantará el Nuevo Aeropuerto Internacional de México. De principio a fin, era una ruta que tenía sólo dos pistas de aterrizaje. Si era Santa Lucía, era la consecuencia directa de la promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador y a donde se había inclinado todo su próximo equipo de gobierno. Si era Texcoco, entonces era la coartada perfecta para que el Presidente electo, que dijo que respetaría la voluntad popular, decidiera sobre lo que él ha definido como “el pueblo sabio”.

La consulta fue cuestionada desde un principio como ilegal. Sin embargo, no se puede ubicar en el marco de la legalidad cuando es organizada por quien no representa nada, ni está en funciones de gobierno ni de nada, ni tampoco utilizó recursos públicos. Un partido (Morena) organizó una consulta con coperachas (un millón y medio aportados por sus legisladores) para darle cuerpo a los deseos de su jefe político, que lo único que había dejado claro era su falta de compromiso con una decisión que, como Presidente electo, políticamente tenía que asumir: construir o cancelar la obra en Texcoco.

Ciento sesenta y nueve salarios mínimos y mucho circo es lo que barnizó la puerta de salida. La consulta estuvo llena de irregularidades, para efectos de legitimidad del ejercicio. El 70% de las urnas colocadas se hizo en municipios con una gran presencia de Morena. El mismo porcentaje de la gente que votó, se calcula, nunca se han subido a un avión, mucho menos tiene experiencia con aeropuertos. Pero al mismo tiempo, no se instaló ninguna urna en Las Lomas, Polanco o Santa Fe, en la Ciudad de México, donde se vende el 59% del boletaje de avión. No hubo seguridad para evitar fraudes, por lo que la gente pudo votar de manera múltiple, ni se cuidaron los datos personales (que es un delito). Fue, se puede argumentar, un montaje para que López Obrador pudiera manejar el conflicto que él mismo construyó con su discurso determinista desde la campaña presidencial.

Un millón de personas aproximadamente, de 130 millones de mexicanos, fueron incentivadas para decidir el futuro de una obra de casi 300 mil millones de pesos. Incurría la consulta en una abominable falta de representatividad, que durante la semana había levantado objeciones. Estudios, impactos y riesgos se pusieron sobre la mesa, y López Obrador insistía que sería la voluntad del pueblo la que regiría sus acciones. Daba igual que ganara Santa Lucía o Texcoco porque cualquier resultado tenía el mismo origen, el andamiaje propagandístico para que López Obrador, como Poncio Pilatos, se lavara las manos y fijara en la gente, mucha de la que participó ni tenían idea de lo que estaban votando, la coartada para su decisión.

La decisión sobre dónde quedará el nuevo aeropuerto, relevante en términos económicos, de conectividad y de confianza entre inversionistas, no lo era para el próximo gobierno en términos de lo que desnudó la consulta ciudadana: cómo va a gobernar López Obrador. No asumir la responsabilidad es una irresponsabilidad. Si bien la consulta no tenía ningún valor legal, el haberla hecho vinculante modificó el ecosistema político. Un presidente no delega las responsabilidades para las cuales fue electo, las asume y paga sus consecuencias.

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Dijeron ser diferentes y han resultado ser iguales o peores

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que ellos, no, nosotros, dijeron que ejercerían el poder de manera diferente. Fue parte del éxito para conseguir el 53% de los votos: más de 30 millones los eligieron para gobernar al país. Machacaron el discurso de la regeneración nacional, de evitar las trampas, de terminar, de una vez por todas, con las chocantes simulaciones que tanto daño le han hecho a este país. Pero no han cumplido. Por el contrario, y antes de tomar posesión, han demostrado ser iguales o peores. Les gusta abusar del poder. Doy no uno, no dos, no tres, no cuatro, sino cinco ejemplos y propongo un sólo criterio para juzgar estas acciones: ¿qué tal si eso mismo lo hubiera hecho el PRI y Enrique Peña Nieto en lugar de Morena y Andrés Manuel López Obrador?

Primero. deciden ayudar a los damnificados de los sismos del año pasado. Para tal efecto, constituyen un fideicomiso, fuera del partido, pero en la misma dirección legal que éste. El Instituto Nacional Electoral encuentra que militantes morenistas depositan varios millones de pesos en efectivo que luego retiran también en efectivo. Una verdadera lavandería de recursos. El INE lo considera fraudulento. El Tribunal Electoral los perdona con un tecnicismo legal. Apliquemos el criterio: ¿qué hubieran dicho AMLO y Morena si esta misma operación la hubieran hecho Peña y el PRI?

Segundo, la alianza política con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Aquí lo bueno es que ni siquiera nos debemos de imaginar el criterio propuesto porque el propio Peña y el PRI efectivamente se aliaron al PVEM, como también, en su momento, lo hizo Fox y el PAN. Y es que el Verde siempre se vende al mejor postor. Se trata de lo peor que ha producido el sistema de partidos. Un negocio dedicado a medrar desde el poder. No puedo pensar en peor corrupción que la de estos bucaneros que ahora ya están juntitos a AMLO y Morena. Los verdes, de hecho, le cedieron cinco de sus diputados a Morena para que éste tuviera mayoría en la Cámara de Diputados. El mismo oportunismo vomitivo de siempre, ahora ejecutado por los que prometieron que serían diferentes.

Tercero, el rechazo del Presidente electo a reformar el artículo 102 constitucional para tener una Fiscalía General auténticamente autónoma y capaz para, sobre todo, perseguir los delitos de la corrupción, una demanda de varias organizaciones de la sociedad civil. Aquí, de nuevo, tenemos un caso donde ni Peña ni el PRI accedieron a tal solicitud. Se les criticó, luego entonces, de que el Presidente quería a un “fiscal carnal”, un cuate suyo, un subordinado que hiciera lo que le ordenara. Lo mismo que quiere AMLO. Un fiscal a la antigüita que pueda controlar. Nada de mayor autonomía y capacidad. Un procurador que recibirá, como en los sexenios anteriores, instrucciones del jefe del Poder Ejecutivo.

Cuarto, la reforma a la ley de adquisiciones en Tabasco. Una mayoría de Morena en ese estado aprobó que no se lleven a cabo licitaciones para “obras estratégicas”, sino que se asignen de manera directa. Lo que hoy es una simulación, como han demostrado México Evalúa y el IMCO, que la mayoría de los contratos de obra pública son asignados, se ha legalizado en la entidad donde se construirán el Tren Maya y una nueva refinería. ¿Qué dirían los morenistas si esto mismo lo hubieran hecho los priistas en el Estado de México donde se construyó el tren entre la CDMX y Toluca?

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El “pequeño” olvido en la consulta

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que vaya olvido en el que incurrieron los organizadores de la consulta sobre el aeropuerto que lanzó desde el jueves pasado el equipo de transición del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Nos dicen que no consideraron preparar el aviso de privacidad para entregarlo a las miles de personas que participaron en el ejercicio. El aviso de privacidad, nos explican, es un requisito obligatorio que sirve para que los ciudadanos tengan garantías de que sus datos personales que entregaron, en este caso la clave del registro de elector, solo podrán ser usados para la consulta y que estarán protegidos como mandata la ley en la materia. Nos dicen que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales está al pendiente para actuar, en caso de que algún ciudadano sienta vulnerados sus derechos y presente una queja. Pequeño, pero muy relevante olvido, nos hacen ver.

Legisladores nuevos, prácticas viejas

Nos dicen que los nuevos legisladores tanto de la Cámara de Diputados como del Senado, ya comenzaron hacer de la suyas. Nos hacen ver que ya se les está haciendo costumbre hacer vacíos en las sesiones de los martes y jueves. Sin importar si es comparecencia o sesión ordinaria, los nuevos legisladores pasan lista y se van, y como siempre, solo regresan cuando de votar se trata. Ante tal situación, los presidentes de ambas Cámaras, el senador Martí Batres y el diputado Porfirio Muñoz Ledo, ambos de Morena, han comenzado a llamarles la atención o de plano pasar lista de nuevo para ver si hay quórum ante la petición de los presentes. Lo más grave del tema es que el gran vacío lo hacen las bancadas mayoritarias, es decir, las de Morena. ¿Y el cambio?

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, salió ayer de su casa de transición de notable buen humor, después de que Enrique Calderón Alzati, presidente de la Fundación Rosenblueth, le entregó los resultados de la consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, con las preferencias, como ya se vio, a favor del proyecto de Santa Lucía.

López Obrador evitó formular anoche comentarios y dejó para esta mañana un mensaje a los medios de comunicación, pero dirigido particularmente a los inversionistas participantes en las obras iniciadas en Texcoco, en vilo por los resultados de la consulta.

Que la dirigencia nacional del PAN entregará este lunes una carta en la embajada de Venezuela en México para solicitar al presidente Nicolás Maduro declinar la invitación del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para que asista a su toma de protesta el próximo 1 de diciembre.

El documento, al que se estarían sumando las bancadas del blanquiazul en la Cámara de Diputados y en el Senado, “es un repudio a la visita de Maduro, para decirle que no se tome la molestia de venir porque aquí no es bienvenido”.

Que el Senado reactivará en los próximos días la designación de los magistrados anticorrupción, que quedó pendiente la pasada legislatura, una vez que las bancadas no se pusieron de acuerdo en la propuesta que mandó el presidente Enrique Peña Nieto.

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