Columnistas-NahirGonzalez

Actualmente se habla mucho de la creciente importancia de las organizaciones de la sociedad civil (comúnmente llamadas asociaciones civiles); de sus actividades, de sus retos y sus dificultades, de su papel como actores relevantes en el espacio público, y de su potencial como mediadores entre el gobierno y la ciudadanía. Se reconoce también, la importancia de contar con distintas formas de asociacionismo voluntario que permitan dar voz a los diferentes grupos de la población y que contribuyan a detectar problemáticas comunes y participar en sus soluciones, logrando una convivencia social enriquecedora. Sin embargo, pocas veces se menciona la importancia de los aspectos de planeación y constitución que están detrás del arranque de estos organismos, los cuales hacen que todo lo anterior sea posible.

La creación y el desarrollo de asociaciones civiles en México están todavía lejos de ser procesos estables y con visión de futuro, ya que la mayoría de las personas evaden realizar planeaciones estratégicas y constituciones legales de organizaciones que tienen como prioridad causas sociales; creen que basta con la buena voluntad y las amables intenciones para poder lograr sus objetivos, pero en realidad, no es así.

Iniciar una asociación civil requiere no sólo del interés y del esfuerzo de sus integrantes, sino del cumplimiento de ciertos requisitos que aseguren -desde el inicio- un despegue sólido, que permita la posibilidad de operar en un entorno formal y lograr a futuro un impacto real en cualquiera de los ámbitos de acción hacia los cuales se desee orientar el trabajo. Para crear un organismo de este tipo, es necesario diseñar herramientas que alineen los procesos de creación, operación y fortalecimiento de las entidades; para luego ponerlos a disposición de la ciudadanía.

Antes de intentar constituir una asociación civil nueva, lo primero que se debe evaluar es si las actividades a realizar tendrían más éxito llevándose a cabo a través de una organización que ya existe. Esta opción podría restar independencia en la toma de decisiones, pero ahorraría muchos recursos, tiempo y esfuerzo que se podrían entonces dedicar al logro de los objetivos. Si se decide que sería mejor trabajar a través de otro organismo, hay que analizar bien a qué entidad sería útil y posible incorporarse. Si se opta por formar una asociación propia, es necesario prepararse para tomar decisiones importantes al respecto. Para esto, es aconsejable apoyarse en un grupo de personas que vayan a colaborar en el trabajo de la organización, ya que así se puedan tener más fuentes de ideas y considerar diferentes puntos de vista. Construir la entidad de manera conjunta, les dará a los participantes un mayor sentido de pertenencia a la organización y les ayudará a sentirla más suya. Esta etapa de planeación es una de las más relevantes para la futura asociación, pues será el momento en que se identificará la estructura más adecuada a las actividades que se pretenden realizar.

Posteriormente, es necesario planear las bases sobre las cuales operará la asociación; definir su estructura, sus reglas y principios a seguir, así como darle una identidad única y establecer claramente cuáles serán sus actividades, para después proceder a su constitución y legalización ante los organismos gubernamentales correspondientes.

Conjuntamente con la planeación, uno de los mayores retos de crear una organización civil está en la serie de trámites que se tienen que completar, en los costos asociados a estos trámites y en la imposición de obligaciones legales engorrosas. Sin embargo, si se define claramente el tipo de trabajo que se quiere hacer y se planean bien las cosas, las ventajas de constituir la organización legalmente serán mucho mayores que las desventajas.

Aunque crear una organización civil sin fines de lucro no es una tarea fácil, es una tarea que puede traer muchos beneficios. Trabajar a través de una institución constituida legalmente, da mayores posibilidades de acceder a recursos públicos y privados, también permite formar estructuras independientes, que puedan realizar transacciones por sí mismas, en vez de hacerlo a nombre de sus miembros. Conjuntamente con ello, al formalizar este tipo de entidades, se envía a la sociedad el mensaje de que el trabajo es serio y de que se está dispuesto a cumplir con ciertos requisitos para que las actividades puedan ser financiadas y evaluadas, en caso de ser necesario. De la misma manera, se les da mayor confianza a las personas que estén pensando en colaborar o contribuir con fondos para la causa. Por tanto, resulta notable que la mejor manera de funcionar como asociación civil y cumplir los objetivos planteados, es realizando una planeación estratégica adecuada para la constitución legal del organismo; este será el camino más viable para obtener credibilidad y como consecuencia, causar alto impacto social.

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