Desde 2013, cuando un avión rociara pesticida sobre una escuela rural en la que niños y maestros se encontraban en receso, en Brasil se empezó a notar que varias de sus comunidades vivían envenenadas por los químicos usados en su suelo.
Hace 5 años, a la escuela Sao José do Pontal, ubicada en la ciudad de Río Verde en el estado central de Goias, un avión le dispersó pesticidas. Ahí los niños y maestros se encontraban en receso y la intoxicación provocó que más de 90 integrantes del centro educativo , en su mayoría infantes, fueran hospitalizados.
La prensa local señaló como responsables a las empresas Aerotex y Syngenta. La primera prestó el servicio de aviación mientras que la segunda usó el pesticida, para los ojos de Human Rights Watch (HRW) el caso de la escuela aún está impune.
Y es que la organización defensora de derechos humanos recientemente publicó un informe en el que dio a conocer que “poco ha cambiado” desde entonces, pues otras muchas comunidades rurales brasileñas viven envenenadas de pesticidas.
El consumidor más grande de pesticidas
Según la Revista de Salud Pública, en 2008, Brasil se convirtió en el más grande consumidor de pesticidas en el mundo y representó el 86 por ciento de la adquisición latinoamericana de este tipo de productos.
Esta misma fuente afirmó que cualquiera que esté en contacto con productos que contengan pesticida, puede tener problemas de salud, las poblaciones vulnerables según el documento, están compuestas de trabajadores agrícolas, habitantes más cercanos a la zona en la que se esparcen los químicos, entre otros y otras.
Esta publicación dio a conocer que la forma en la que una persona puede envenenarse puede ser a través de inhalación, contacto con la piel e ingestión, lo cual coincide con lo dicho por HRW, que aseguró que las personas están expuestas en escuelas, casas y lugares de trabajo.
Población padece varios síntomas
Mediante un estudio hecho en el marco de la elaboración del Informe, HRW concluyó que la población cercana a las áreas donde se usan los pesticidas sufre de los siguientes síntomas: sudoración, ritmo cardíaco elevado, vómito, mareo y dolor de cabeza.
Tanto la revista como HRW coincidieron en que el gobierno brasileño no tiene el número exacto de nacionales que viven en este estado de envenenamiento, ni tampoco cuenta con índices de mortalidad derivados de la exposición a pesticidas.
En un video que HRW editó con el fin de difundir el caso, se denunció que los afectados temen represalias de las empresas si deciden dar a conocer su situación e incluso en el Informe se citó el caso de una persona quien se opuso a la esparción del pesticida vía áerea y fue asesinado.
Debido a todo lo anterior, la ONG llamó al gobierno brasileño a detener las fumigaciones aéreas e instaurar una zona de protección, asimismo, se manifestó en contra de un proyecto de ley que pasaría de considerar a los pesticidas como agrotóxicos para reconocerles como productos fitosanitários o en español productos fitosanitarios.
