El anuncio que hizo el gobierno del estado sobre el hallazgo de una zona arqueológica en el cerro de Amalucan, donde actualmente se construye un parque, no es algo nuevo, pues se tiene el antecedente que desde 1963 se dio a conocer.
Así lo señaló, en entrevista, Miguel Ángel Ruíz Sarmiento, presidente del colectivo Matlalcuéitl-Alseseca, uno de los primeros opositores al proyecto, quien agregó que en esa zona se tienes varios indicios de lo que pudo ser un centro ceremonial.
Agregó que los dos túneles que van del Centro Histórico a los fuertes de Loreto y Guadalupe sí existen, pero descartó que haya alguno que conecte a esta zona con el cerro de Amalucan como se ha mencionado por parte de las autoridades locales.
Refirió que las investigaciones datan de la década de los sesenta del siglo pasado y fueron realizadas por el arqueólogo norteamericano Melvin Fowler, de la Universidad de Milwaukee, quien se interesó en la zona arqueológica de Amalucan.
Incluso, agregó que el Instituto Nacional de Antropología (INAH) ya resguardaba la parte alta del cerro en donde se encuentran dos estructuras, gracias a una donación que les realizó la familia Patterson, que era la propietaria de varias hectáreas de ese espacio verde.
“El INAH sabe porque conoció los estudios de este arqueólogo, incluso había autorizado que hiciera las investigaciones, y en ese entonces se había acordado que se harían los trabajos para el rescate de la zona, pero no se hizo; todo esto no es nuevo”, pronunció.
Gobierno no hizo caso de vestigios
Asimismo, criticó que a pesar de que él y otros integrantes del comité a principios de marzo habían anunciado que encontraron vestigios prehispánicos las autoridades locales no les creyeron, y ahora “de buenas a primeras” el mandatario poblano, Antonio Gali Fayad, informa del descubrimiento.
En ese tenor, sostuvo que si les hubieran hecho caso se habría encontrado más pruebas de la zona arqueológica, pues con la maquinaria pesada que ingresó al parque se encargaron de destruirla para sembrar los árboles aunque sí se extrajo material que está en estudio por arqueólogos del INAH.
Y es que, dijo, el arqueólogo norteamericano cuando realizó las investigaciones había delimitado un área de 15 a 20 kilómetros de la zona habitacional, pero con el paso del tiempo se fue poblando, por lo que no descartó que abajó del cerro se pudiera tener algo más grande.
Sin embargo, Ruíz Sarmiento consideró que si el INAH no continuó con los trabajos de investigación pudo ser por cuestión de recursos económicos, ya que hacer el rescate de una zona arqueológica es muy costoso, además de que lleva su tiempo.
Cabe mencionar que, de acuerdo con la información dada a conocer por el gobierno poblano, el análisis de la zona permitió encontrar un área que fue ocupada como conjunto ceremonial, con montículos de dimensiones considerables alrededor de una plaza en la cúspide, así como entierros humanos con ofrendas de vasijas y objetos de piedra verde en las laderas, con una temporalidad aproximada del 200 antes de Cristo al 600 después de Cristo.
Además, en la Batalla del 5 de mayo de 1862 y en marzo y abril de 1863, durante el Sitio de Puebla, el cerro y su falda poniente fueron aprovechados para establecer trincheras y parapetos del ejército francés para atacar la ciudad de Puebla.
