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Autoridad rebasada: la elección ya se judicializó

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, señala que si alguna duda había de que la elección para gobernador del estado iba a terminar en tribunales,
este martes quedó despejada con lo ocurrido en el hotel MM, donde dirigentes de Morena
irrumpieron en lo que calificaron como un laboratorio electoral para alterar actas, y donde los del PAN dicen que era un centro de recepción de actas de escrutinio para los cómputos de mañana miércoles.

Lo que sea no deja de levantar sospechas por los actores que estaban y llegaron al lugar como el
operador electoral del morenovallismo, Omar Blancarte Montaño, y quien en declaraciones a medios dijo que trabajaba en Gobernación y estaba por jubilarse; el magistrado del Tribunal
Superior de Justicia, Raymundo Israel Mancilla Amaro, quien no hace mucho fungía como
operador electoral del CDE del PAN; y el diputado Eukid Castañón Herrera, también operador del ex gobernador Rafael Moreno Valle y quien declaró que acudió al hotel a tomarse un café.

Por la guerra sucia y los hechos de violencia que se presentaron a lo largo de la campaña; el robo
de urnas con gente armada, los enfrentamientos y balaceras ocurridos hacia el cierre de la
jornada electoral; y la irrupción de dirigentes y simpatizantes de Morena en el hotel MM, donde el PAN sostiene que recolectaba sus actas de escrutinio, el proceso electoral de Puebla ha entrado en una peligrosa espiral de violencia que a nadie conviene. A nadie.
Las autoridades electorales de Puebla, consejeros y magistrados locales, están rebasadas; han
perdido legitimidad por su subordinación al morenovallismo y por las reiteradas ocasiones que el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) les ha corregido la plana.
Lo más conveniente en estos momentos, ahora que ya intervino la Policía Federal y la Fiscalía
Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), en la víspera de los cómputos oficiales —que también se prevén violentos—, es que el Instituto Nacional Electoral (INE) atraiga las elecciones de Puebla.

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Los riesgos del conflicto postelectoral

Jorge Rodróguez en su columna A Puerta Cerrada, publicada en El Sol de Puebla, indica que ¿Así se arreglarán las diferencias políticas en Puebla a partir de ahora, cuando se ha suscitado una radical modificación de la geografía partidista en el estado, a madrazos?

¿Cada vez que dirigentes, simpatizantes o representantes populares de un partido estén en desacuerdo con una autoridad recurrirán a la violencia para hacerse escuchar o tratar de revertir las decisiones que les resulten desfavorables?

¿Será el enfrentamiento consecuencia cotidiana de la disparidad de opiniones una vez que Martha Erika Alonso asuma la gubernatura, en caso de que la probable judicialización del proceso electoral ratifique su victoria, y el Congreso del Estado quede bajo el control de Morena?

¿Para eso servirá tener la presidencia de la república y la mayoría en las cámaras de senadores y diputados, para alimentar el mito de los “radicales lopezobradoristas” y recurrir al choque antes que a las instituciones?

Si es así estaremos jodidos en Puebla durante por lo menos los próximos seis años.

Los hechos ocurridos en el Hotel MM Grand evidenciaron un estilo particular de aquella que será la nueva clase gobernante en el país para dirimir conflictos políticos.

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Violencia compartida

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que la trifulca que protagonizaron los militantes de Morena y los panistas es una muestra de la falta sensibilidad y oficio político de ambos bandos.

En ninguno de los dos grupos entró la prudencia y sapiencia política, por el contrario mostraron su falta de inteligencia emocional y se dejaron llevar por apasionamiento partidista y provocaron el caos.

Después de los hechos, cada quien trata de narrar los acontecimientos de acuerdo a como le fue en la feria. Lo cierto es que las acusaciones recíprocas tratan de ocultar la violencia que ellos mismos desataron.

Por un lado vimos la imprudencia de los militantes de Morena y, por el otro, la provocación panista con la presencia del principal operador político del morenovallismo, Eukid Castañón, y Omar Plancarte, uno de los más afamados mapaches electorales.

Los panistas acusan de invasión a un centro de operaciones, que se abrió desde antes de las elecciones. Los militantes de Morena aseguran que era una mapachera, para realizar el fraude electoral que facilite la imposición de Martha Erika Alonso, en el gobierno del estado, por parte de Moreno Valle.

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Habrían ocultado a MEAH en el tercer piso de donde estaba la mapachera electoral

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que existen elementos para suponer que Martha Érika Alonso Hidalgo, la candidata a la gubernatura de la coalición “Por Puebla al Frente”, sí estuvo en todo momento en la mapachera electoral del PAN que Morena descubrió, exhibió y desarticuló en el MM Grand Hotel, pues al filo de las 12:20 de la media moche de este martes se montó un operativo especial para sacar, a escondidas, a una persona que se ocultó en el tercer piso de dicho lugar de alojamiento.

Luego de que un grupo de candidatos, dirigentes y activistas de Morena irrumpió en el MM Gran Hotel para desnudar el lugar en donde se estaba confeccionando un fraude a la elección de gobernador, surgió la versión de que en un pequeño salón en donde estaba instalada la mapachera se encontraba Martha Érika Alonso. Eso ocurrió a las cinco horas de que inició el conflicto.

La primera explicación que surgió sobre esa supuesta presencia es que los morenistas habían visto en el lugar a Sandra Izcoa, la encargada del área de prensa de la campaña de Martha Érika Alonso, y la estaban confundiendo con la candidata albiazul a la gubernatura.

La justificación de esa supuesta confusión es el parecido físico que hay entre ambas militantes del PAN.

Cerca de las 10:30 de la noche, cuando los agentes de la Fepade se llevaron el último cargamento de las evidencias que se encontraron en el centro de operaciones electorales del PAN, junto con algunos de los detenidos, todos suponían que con ello se acababa el conflicto. Sin embargo, en uno de los salones del hotel permanecían varios panistas protegiendo el acceso a un pequeño espacio, que muchos decían que se trataba de un sanitario.

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Morenovallismo, fragmentado

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que un sonoro fracaso fue para el morenovallismo la fragmentación de candidaturas de la coalición Por Puebla al Frente en los municipios del estado.

Copiada del modelo del chiapaneco Juan Sabines, el ex gobernador de Puebla pretendió dividir el voto opositor, fragmentar a sus simpatizantes y confrontarlos entre sí, reclutar inconformes de otros partidos, mantener el registro de los aliados y seguir como el fiel de la balanza para favorecer la candidatura madre que era la de Martha Érika Alonso, arropada por PAN, PRD, MC, Compromiso por Puebla, PSI y al final el Panal.

El resultado no pudo ser peor, porque esa dispersión abrió la puerta a Morena para ganar en 26 municipios y al PRI en 27, pues si se hubiera mantenido la coalición habría triunfado en 53 poblaciones para sumarse a las 69 que ahora reporta ventaja en el PREP, lo que daría el control político regional en 121 de los 217 municipios.

Se gobernaría en 56 por ciento de los ayuntamientos, más poblados, y no el 32 por ciento que arrojan los datos oficiales electorales.

Y lo más importante es que tendría la capacidad de legitimar el único triunfo que obtuvo y que fue a la gubernatura.

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¿Peleará Morena Puebla?

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que más allá de que el Movimiento de Regeneración Nacional presente las impugnaciones que considere pertinentes, en función de cómo se desarrolló la jornada electoral en Puebla y de que éstas tomen el curso que indiquen las autoridades electorales de los distintos niveles, valdría la pena preguntarse si realmente nuestro estado es considerado prioritario para quienes arrasaron inmisericordemente con el proceso presidencial.

Y es que, pareciera que son muy pocas las voces de apoyo real que ha encontrado hasta el momento la izquierda poblana, en su lucha por defender lo que consideran que ganaron en las urnas.

Que la borrachera democrática desatada a partir de su histórica llegada a Los Pinos y amarrado también sin problemas el gobierno de la Ciudad de México y la mayoría de ambas cámaras del Congreso de la Unión, les hace pensar que lo demás no importa ya.

Hay dudas de que los auténticos liderazgos de Morena pasen de la potencial solidaridad discursiva a las acciones reales, concretas, que signifiquen un valioso espaldarazo político para el movimiento en el estado.

Por lo menos, así lo demuestra la indiferencia de quienes, desde el centro neurálgico de toma de decisiones del Movimiento de Regeneración Nacional, tenían la encomienda de operar la elección de Puebla.

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Yo, como AMLO, no creo en la violencia

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada en Diario Cambio, señala que una de las cosas que más he admirado en Andrés Manuel López Obrador es su templanza para resistir las derrotas, que se expresa en un pacifismo a toda prueba. Esa es la verdadera esencia de su talante democrático: no recurrir a la violencia.

En las horas más terribles del fraude electoral de 2006, cuando sus simpatizantes esperaban la orden para lanzarse violentamente a la toma de los consejos distritales del IFE, López Obrador tomó el mismo camino que Cuauhtémoc Cárdenas en 1988: la resistencia civil pacífica.

Ordenó a sus simpatizantes tomar Paseo de la Reforma durante semanas con una sola consigna: ni un vidrio roto. No se golpeó a nadie. No se golpeó a un solo panista. Tomó protesta como presidente legítimo y aguantó todas las burlas.

Andrés Manuel López Obrador, en toda su biografía política, jamás protagonizó un acto de violencia.

No respondió el golpe cuando custodiaba los pozos petroleros luego del fraude que le hizo Roberto Madrazo cuando pelearon la gubernatura de Tabasco.

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Los Porros de MORENA y la Ronda de la Violencia en Puebla

Mario Alberto Mejía en su columna La Quinta Columna, publicada en 24 Horas Puebla, indica que como porros en cristalería, pandilleros con playeras y chalecos de MORENA irrumpieron en un salón del hotel Mm y a punta de golpes y gritos agredieron a hombres y mujeres panistas —la mayoría jóvenes— que organizaban las actas de la elección para gobernador del estado en aras de presentarlas este miércoles en la sesión del Consejo General del IEE con la que se iniciarán los cómputos distritales.

Los videos son elocuentes: José Juan Espinosa y Alejandro Armenta —diputado local y senador virtualmente electos— encabezaban la infame turba que buscaba urnas rellenas de votos en la espantosa “mapachera”.

Otro video exhibe a Fernando Manzanilla —virtual diputado federal electo—, promotor de una fundación para la Felicidad, dando instrucciones para violentar el centro de operaciones panista en el que se trabajaba —como lo demostró la reportera Viridiana Lozano en una transmisión por Facebook—con material legal como el que tienen todos los partidos políticos que participaron en la elección del domingo pasado.

Fuentes confiables que pidieron la gracia del anonimato, revelaron que la operación pandilleril la orquestó el policía Adolfo Karam, quien ordenó la aprehensión ilegal de la periodista Lydia Cacho en diciembre de 2006 y se enfrentó a punta de pistolas a la entonces procuradora del gobierno marinistas este años después.

Según la fuente referida, este personaje llevó al hotel MM a pandilleros de distintas colonias para la operación de MORENA.

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