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El editorial contra Andrés

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que el periódico The Washington Post es probablemente el periódico más liberal de Estados Unidos. Igualmente ha sido el más crítico a lo largo de más de 30 años de sucesivos gobiernos mexicanos, enfocándose, desde principio de los 80, en la corrupción de sus gobernantes y en la forma como muchos de sus cuerpos de seguridad estaban fuertemente vinculados con el crimen organizado. El Post es el matutino más influyente en Washington, y sus investigaciones y opiniones han moldeado, por generaciones, acciones y políticas en el gobierno y el Capitolio. Por su papel dentro de los tomadores de decisiones, fue sorprendente el editorial que le dedicó este lunes a Andrés Manuel López Obrador, inusualmente crítico y asumiendo como suficientemente creíbles los nexos de varios de sus más cercanos colaboradores con los gobiernos de Cuba y Venezuela.

El editorial no es una reflexión sobre México, sino una llamada de atención al gobierno de Donald Trump. “Si López Obrador gana el 1 de julio, las relaciones bilaterales ya envenenadas por el presidente Donald Trump, probablemente serán más tóxicas”, apuntó el diario al mostrar el discurso inconsistente del candidato puntero. Ha dicho que favorece una negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero muchas de sus políticas buscan recortar el comercio con Estados Unidos, particularmente en energía y productos agrícolas, señaló el Post, con revisión a la inversión extranjera en el sector petrolero, y la cancelación de la reforma educativa, que rompió el control del corrupto sindicato de maestros.

No le gustan las ideas de López Obrador al consejo editorial del Post, que calificó su agenda como “reaccionaria”, entendida como una regresión a las políticas estatistas de los 70 o, “peor aún, al catastrófico socialismo del siglo 21 de Venezuela”. “Si los mexicanos escogen a López Obrador –concluyó el editorial– estarán, como los electores que apoyaron a Trump, volando al statu quo sin un sentido confiable de con qué lo remplazarán. El resultado probablemente será de mayor conflicto en ambos lados de la frontera”.

El editorial es una expresión de la clase política en Washington frente a la abrumadora ventaja que lleva López Obrador en las preferencias de voto, que ha llevado a los medios a revisar de una manera diferente no sólo las posibilidades de su victoria, sino las consecuencias que ello tendría en las relaciones bilaterales, que al final, es lo que realmente les importa. El editorial coincidió con un largo reportaje-crónica de John Lee Anderson, que tuvo acceso a la campaña de López Obrador, que publicó en el bisemanal The New Yorker, que recoge dentro del mismo texto el sentir que hay en Washington sobre el candidato de Morena y líder de la izquierda social en México. Dos párrafos son de alta relevancia para entender las preocupaciones de Washington y la imagen que se ha construido sobre López Obrador:

1.- “Funcionarios del gobierno de Peña Nieto han advertido a sus contrapartes en la Casa Blanca que el comportamiento ofensivo de Trump eleva el prospecto de un nuevo gobierno hostil, una amenaza a la seguridad nacional justo al otro lado de la frontera. Si Trump no moderaba su comportamiento, la elección sería un referéndum sobre cuál de todos los candidatos era más antiestadounidense. En Estados Unidos, las advertencias funcionaron. Durante una audiencia en el Senado, en abril de 2017, John McCain dijo que ‘si la elección fuera mañana, probablemente se elegiría a un presidente de izquierda antiestadounidense. John Kelly, en ese entonces secretario de Seguridad Interna, coincidió. ‘No sería bueno ni para Estados Unidos, ni para México’, dijo.”

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Ustedes le dieron ese poder a las encuestas

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, señala que cuando digo “ustedes”, me estoy refiriendo a la clase política mexicana, muchos de los cuales se quejan amargamente de las encuestas. O, para ser más precisos, a la gran mayoría que se opuso, o no presionó lo suficiente, para que en México se aprobara una segunda vuelta en la elección presidencial. Ante la ausencia de esta regla, le dieron un poder enorme a los encuestadores.

Un poder que no se merecen porque las encuestas sirven para medir las opiniones de la gente en el preciso momento en que se levantan. Eso, y nada más, debía ser su valor.

Como cualquier estudiante de primer semestre de ciencias sociales sabe, las encuestas tienen errores muestrales y no muestrales. No son infalibles. Entonces, ¿por qué las seguimos usando? Pues porque no se ha inventado otro método científico para medir a la opinión pública. En México, con base en investigaciones académicas, incluso se puede afirmar que lo único que funciona son las encuestas en vivienda. Las telefónicas, está comprobado, tienen un gran sesgo a la población con mayores niveles de ingreso. Ni las robopolls ni las de Twitter, Facebook o de cualquier plataforma de internet son aleatorias y probabilísticas, por lo que no puede inferirse que los resultados de la muestra son representativos del electorado que supuestamente miden.

En suma, y parafraseando a Churchill, las encuestas en vivienda en México son la peor manera de medir a la opinión pública, con excepción de todas las demás. Tienen errores muestrales y no muestrales, pero son la única manera de saber qué está pasando en el electorado.

Algunos, como el sitio oraculus.mx del que soy fundador, toman las encuestas para hacer modelos de agregación. Se trata de ejercicios estadísticos que pueden ser más o menos sofisticados en la metodología que utilizan. En el caso del Modelo Poll of Polls que desarrolló Javier Márquez para oraculus.mx, se utiliza un método dinámico, jerárquico y bayesiano. Hay otros agregadores —que, por cierto, publicamos en oraculus.mx— de Bloomberg, El País, gppolls, Numérika y Nación 3 2 1.

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“Profe Osorio”, gracias por tapar bocas

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que ¡Cómo no los voy a quereeer…! Florestán

Tras el sorteo de grupos de la Copa Mundial de Rusia 2018, nadie daba nada por el destino de México ante Alemania.

Eso, sumado a la errática política de alineaciones del profe Osorio, daba por descontada la derrota y eliminación temprana de siempre.

A lo largo de lo que los cronistas deportivos han dado en llamar la era Osorio, fueron sus críticos cotidianos e implacables, devastadores. Todos sabían más que él y más aún después de aquel 7-0 ante Chile, cuando la crítica se convirtió en ataques de quienes se encargan todos los días de hacernos saber todos los días que saben más que todos los demás.

Yo fui uno de los que, en uso de mis derechos públicos, pamboleros, estuve en desacuerdo con el sistema de no repetir una alineación en casi medio centenar de partidos, pero lo hice como aficionado, no como experto, que no lo soy y me declaro incapaz de entender la diferencia entre un “nueve” y un “nueve y medio” y menos si juega o no adelantado.

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Dueño de Cinépolis guarda bajo llave su encuesta

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que aquí le dimos a conocer que el propietario de Cinépolis, Alejandro Ramírez, había generado molestia en el equipo del candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade, por haber guardado en el cajón una encuesta elaborada por GBA Strategies, bajo la supervisión de Gabriela de la Riva, que daba al ex secretario de Hacienda el segundo lugar, y con ese plan abrazar la causa electoral del panista Ricardo Anaya. La tensión entre el también presidente del Consejo Mexicano de Negocios y el cuarto de guerra priísta, nos dicen, obligó al organismo que agrupa a las 50 empresas más importantes del país a decir en un comunicado público que es respetuoso de la elección presidencial y que los estudios realizados, lea usted las encuestas, son únicamente para sus miembros “y no existe obligación alguna para darlos a conocer”. Con este espaldarazo, don Alejandro puede guardar los resultados del sondeo bajo cuatro llaves.

El segundo vuelo de AMLO

Nos dicen que hoy Andrés Manuel López Obrador realizará su segundo vuelo privado para llegar a un mitin de campaña en Tepic, Nayarit. El tabasqueño fue muy cuestionado la vez pasada, el 16 de abril, cuando viajó con su equipo, entre ellos Marcelo Ebrard, en un taxi aéreo a San Luis Río Colorado. Nos comentan que ahora el vuelo será de La Paz hacia Tepic para cumplir con sus cierres regionales en ambas ciudades. Para evitar suspicacias prometen que el costo del vuelo será plenamente transparentado cuando se reporten los gastos al Instituto Nacional Electoral. Don Andrés, nos comentan, tiene contemplado visitar en los pocos días que aún quedan de campaña, 22 ciudades y tendrá de tres a cuatro eventos diarios para cumplir con sus cierres regionales.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica a que Ricardo Anaya, aspirante presidencial de la coalición Por México al Frente, participó por primera vez de manera pública en una ceremonia de pueblos originarios donde le colgaron un collar de flores, una flecha y una pañoleta, y aunque su evento en Iztapalapa era para hacer compromisos con estos grupos, terminó por hablar de sus adversarios de Morena y del PRI.

Además, tras su retraso de 40 minutos y rechiflas de los militantes, corrió sobre un pasillo que se le puso hasta el templete donde daría su discurso sin saludar a nadie, por lo que algunos se quedaron con su celular listo para la selfie del recuerdo, que no pudieron tomar.

Que luego de las críticas que recibió en abril pasado por utilizar un taxi aéreo para trasladarse a Sonora, este martes Andrés Manuel López Obrador volverá a hacer uso de un vuelo privado, ahora para viajar de La Paz, Baja California, a Nayarit, donde encabezará un mitin por la noche en Tepic.

En el equipo del tabasqueño ya prevén los cuestionamientos y por adelantado aseguran que seguirán usando este servicio cuantas veces sean necesarias.

Que ayer algunos aspirantes a legisladores de la coalición Por México al Frente demostraron que saben poco de la Cámara a la que aspiran llegar, como Xóchitl Gálvez y Laura Ballesteros.

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