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Mérida: la batalla de los sexos

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que el último debate presidencial no produjo con claridad quién es realmente el segundo lugar. Ricardo Anaya y José Antonio Meade dejaron de golpearse de manera sistemática –lo hicieron tangencialmente– y enfocaron sus críticas a Andrés Manuel López Obrador, quien toreó los cuestionamientos y dejó de contestar los señalamientos particulares que se le hicieron. Pero si nos atenemos a la experiencia de los dos debates anteriores, no importará que haya mostrado sus carencias conceptuales y limitaciones retóricas, porque por muchos adeptos que haya perdido anoche en Mérida, muy probablemente será un porcentaje insignificante o irrelevante frente a la ventaja que tiene en las preferencias electorales. Tampoco era en quien se enfocaba la atención, centrada en sus rivales que están compitiendo por el segundo lugar y con la necesidad de mostrarse como los únicos que pueden desafiar en las urnas a López Obrador.

Anaya y Meade viven un proceso de autodestrucción mutua al mantenerse encerrados en un juego de suma cero, donde cada quien quiere ganar proporcionalmente lo que el otro pierda, llevando la elección presidencial a una contienda entre tres, donde la superioridad del puntero, Andrés Manuel López Obrador, en el careo con cada uno de sus rivales, no la hace competitiva, sino cómoda. No fue una elección, como se suponía el año pasado, que se diera en tercios. El diagnóstico sobre el malestar del electorado contra el gobierno y su deseo de cambio, resultó mayor de lo estimado y con una tendencia al alza sistemática.

El último debate presidencial confirmó las tendencias electorales y la lucha de las estrategias. Ni Anaya ni Meade buscaron lastimarse, ni López Obrador cometió errores costosos. El puntero administró su ventaja sin correr riesgos, como lo hizo en los dos debates anteriores. Sus adversarios buscaron los contrastes con López Obrador en sus propuestas y mostrar que el puntero en las preferencias tiene más hoyos negros en su gestión como gobernante en la Ciudad de México, de lo que la mayoría de sus simpatizantes probablemente conoce o se acuerda.

A dos semanas y media de la elección, Anaya y Meade siguen atrapados en su laberinto. La forma como se puede explicar lo que sucede es a través del ejercicio de “La Batalla de los Sexos” en Teoría de Juegos, que sirve para analizar problemas frecuentes en la vida diaria, donde sólo se juega una vez y no prevé una comunicación previa que permita conocer la estrategia de cada uno. Es un ejercicio simétrico donde los jugadores y sus estrategias son intercambiables pero, a la vez, no alteran el resultado final.

“La Batalla de los Sexos”, donde cada jugador busca maximizar su ganancia, analiza el comportamiento de cada uno en un entorno de ambigüedad. El ejercicio establece que cada uno tiene sus preferencias para este juego que se refiere a la coordinación de las estrategias donde ninguno conoce la estrategia del otro jugador. Por ejemplo, Anaya, tiene cuatro opciones. La más preferida (1) es que él y Meade elijan que el candidato del PAN es quien enfrentará a López Obrador como la segunda opción más fuerte; la siguiente (2) es que ambos decidan que el que tiene más posibilidades es el PRI; la que le sigue (3) es que Anaya se queda con el PAN y Meade se queda con el PRI, sin mover sus posiciones, como hasta ahora; finalmente, (4), la peor opción es que Anaya decida apoyar al PRI y Meade al PAN.

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Pelearse con los amigos y congraciarse con los enemigos

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que parece que la nueva política exterior de Estados Unidos es ésa. Con toda claridad, lo vimos estos últimos días. El presidente Trump, primero, se alista a viajar a Quebec para la reunión del G7, el grupo de los países más ricos del orbe que concentran alrededor de dos terceras partes del Producto Interno Bruto mundial: Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y el propio Estados Unidos. Trump, al subirse al helicóptero, lanza su primera provocación. El G7 debería invitar, de nuevo, a Rusia a sus reuniones. Este país había sido expulsado del grupo debido a la anexión ilegal que hizo de Crimea, territorio que pertenecía a Ucrania. ¿Por qué está interesado Trump en que regrese Putin a la mesa de los países más ricos? ¿Le conviene eso a Estados Unidos o le conviene a él en lo personal?

Arriba Trump a Quebec. Llega tarde a la primera reunión pactada. Sus países amigos y aliados históricos están enojados por la decisión unilateral de Estados Unidos de imponer aranceles al acero y aluminio, lo cual podría derivar en una guerra comercial que desestabilice a toda la economía mundial. Se filtra una foto elocuentísima en la que todos ven a un Trump enojado escuchando los argumentos de la canciller alemana, Angela Merkel.

El Presidente de Estados Unidos abandona la reunión antes de que ésta concluya, ya que el último tema tiene que ver con el cambio climático. A Trump no le interesa este asunto. Toma el avión rumbo a Singapur para reunirse con el líder de Corea del Norte. En el avión se entera de la conferencia de prensa que ha dado el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien ha criticado la imposición de los aranceles mencionados. Trump se enoja y tuitea. Estados Unidos desconocerá el comunicado final acordado por todas las naciones del G7. Tilda a Trudeau de dócil y sumiso. Al día siguiente, su asesor comercial, Peter Navarro, declara que el primer ministro canadiense se merece estar en el infierno.

Trump llega a Singapur para reunirse con Kim Jong-Un. La familia del dictador norcoreano lleva décadas oprimiendo a este pueblo con uno de los regímenes más represores de la Tierra. Con Kim, Trump es pura sonrisas y alegrías, como si los dos países no llevaran años de enfrentamientos graves. Como si no pasara nada en Corea del Norte.

Con esta reunión, Trump eleva a Jong-Un como un estadista a la altura de negociar al más alto nivel de la política estadunidense. De estar completamente aislado hace unas cuantas semanas, Kim ahora es invitado a visitar la Casa Blanca.

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Aquel primer debate…

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, señala que más pronto cae un candidato que un cojo. Florestán

Cuando se habla de debates, todos citan el de Richard Nixon contra John F. Kennedy, en los estudios de la CBS de Chicago, la noche del lunes 26 de septiembre de 1960, todos, bueno, casi todos lo refieren como si hubieran estado presentes.

Siempre lo comentan olvidando, o ignorando, que fue el primer debate en la historia de la televisión y de la política y que cambió a la televisión y a la política.

La historia recuerda que Nixon, entonces vicepresidente de Estados Unidos con Ike Eisenhower en la presidencia, se resistía, pero sus asesores, siempre los asesores, le insistieron lo mismo que los del joven, tenía 43 años, John F. Kennedy.

Pero ambos cedieron, los asesores desde entonces eran los únicos ganadores, y viajaron a Chicago en condiciones muy diferentes. El apuesto heredero de los Kennedy descansó desde el día anterior, le eligieron la ropa, clara, era televisión en blanco y negro, y se asoleó en la terraza durante la mañana y durmió una siesta antes de la cita.

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Las amenazas entre Meade y Anaya

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que quien haya visto el debate en el extranjero podría pensar que México está condenado a tener un presidente corrupto, pues los tres principales candidatos se acusaron de actos de corrupción y dos de ellos se amenazaron con cárcel. José Antonio Meade dijo a Ricardo Anaya que será indiciado por lavado de dinero. Anaya reviró acusando a Meade de corrupción y advirtió que de ganar la elección buscará encarcelar al presidente Enrique Peña Nieto. Don Andrés Manuel López Obrador dijo que él no metería a la cárcel “ni” a Anaya, pues él busca justicia no venganza. Sin embargo, Anaya lo acusó de favorecer a un empresario con contratos millonarios durante su gestión como jefe de Gobierno de la capital del país. Es decir, según ellos mismos, ninguno estaría a salvo de ser llevado ante la justicia por actos de corrupción. Nos hacen ver que las amenazas, especialmente entre Meade y Anaya, sonaron muy reales, por lo que la pelea podría no terminar con la elección. ¿Y usted por quién votará?

Se adjudican paternidad de video anti-AMLO

En días recientes han circulado por WhatsApp videos de manufactura profesional que, en algunos casos, van a parar a YouTube. Uno de ellos es animado, con historia, y en él se ve a un sujeto calvo cometiendo abusos y luego presumiendo que va a beneficiarse con la amnistía de Andrés Manuel López Obrador. Otro dos más son con actores que personifican a asesinos, secuestradores, ladrones y narcotraficantes, quienes recalcan el “perdón” que obtendrían con el tabasqueño. Las escenas son dolorosas, de una madre y un esposo cuyos familiares fueron victimados. Los dos primeros no especifican quién los difunde. Un tercero lo firma “Familias unidas”, grupo del cual no existe mayor información. ¿Quién está haciendo videos que no son caseros o de aficionados? Nos hacen ver que en una campaña se vale mandar mensajes duros, el contenido no es lo cuestionable, lo que llama la atención es de quién es la paternidad.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que una vez terminado el debate en Mérida, Andrés Manuel López Obrador hizo un recorrido a su derecha en el escenario 360 del Gran Museo del Mundo Maya para despedirse e iba a brincarse a José Antonio Meade, quien tuvo que detener al tabasqueño para darle la mano.

El candidato de Morena continuó su camino circular para decir adiós a Jaime Rodríguez, Leonardo Curzio, Gabriela Warkentin y Carlos Puig, pero a quien sí se saltó al final fue a Ricardo Anaya, al seguirse de largo hacia la salida.

Que mucho tuvieron que ver los tres moderadores del debate, Leonardo Curzio, Gabriela Warkentin y Carlos Puig, para que este encuentro haya privilegiado las propuestas y la explicación de cómo hacerlas realidad respecto a las agresiones, con lo que el marcador quedó 59 de las primeras frente a 36 de las segundas.

Esta vez los ataques fueron menos concentrados en AMLO, pues “El Bronco” y José Antonio Meade dedicaron parte de sus dardos al candidato del PAN, quien se mantuvo firme en que es una víctima del gobierno federal, y los periodistas y la investigadora siempre estuvieron a tiempo para jalar a los aspirantes al tema que se les preguntó.

Que desde el INAI, con la resolución a un recurso de revisión atraído del InfoDF propuesta por el comisionado Rosendoevgueni Monterrey, se lanzó un obús a Claudia Sheinbaum, candidata de Morena a jefa de Gobierno de Ciudad de México, al ordenar a la delegación Tlalpan mostrar los documentos que comprueben que se revisó la seguridad estructural del Walmart de Acoxpa, que se cayó en el sismo del 19 de septiembre de 2017.

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