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Por Eleusis Córdova Morán

El Diario “Cambio”, de la ciudad de Puebla, en su edición del 24 de mayo, recoge puntualmente las declaraciones de Juan Antonio Villarroel, candidato de Morena a la Presidencia Municipal de Atlixco, Puebla, que a la letra dice: “En caso de que veamos muy cerradas las votaciones a los últimos días… y de un riesgo de que pudiera entrar Antorcha Campesina, es importante unificar fuerzas, tengo que hacer algo por Atlixco, pensando que Atlixco se encuentra muy arriba de los sueños de cualquiera de nosotros, pero tengo la confianza plena de que esto no va a pasar, que vamos a llegar punteando en los últimos días con una diferencia bastante buena para tener la Presidencia Municipal”. Se dijo “estar dispuesto a cualquier alternativa con tal de que Antorcha Campesina no llegue a gobernar y que, por lo tanto, se debe pensar en el voto útil, aunque no hay nada formal ni hay pláticas ni acuerdos”. Hasta aquí la larga y enredosa cita.

Aunque se cuida mucho Don Antonio de empezar a denostar a Antorcha Campesina con las calumnias, ofensas e improperios, que sus “contlapaches” han usado para defenestrar a Antorcha, en el fondo de sus declaraciones se trasluce que suscribe de buena gana esas ofensas y más, al considerar a Antorcha indigna de arribar a la Presidencia Municipal de Atlixco; pruebas: convoca a unir fuerzas a explorar todas las alternativas (incluida la fuerza) con tal de que Antorcha no llegue a gobernar.

Esta cautela se explica porque don Antonio tiene relaciones comerciales con muchos comerciantes del sur del estado de Puebla y de la Montaña de Guerrero, que le reclamarían su actitud calumniadora y podrían, en determinado momento, dejar de expender los productos que Don Antonio comercializa. Además una exposición más franca de sus verdaderos sentimientos, le quitaría la aureola de hombre honesto, serio y leal, con la que siempre se ha manejado con la ciudadanía.

Como consecuencia natural, estas declaraciones de Don Antonio, borran de tajo todas las calumnias que los enemigos de la organización han vertido de diferentes modos y en diferentes medios.

Por tanto, no hay razón para llamar a “parar a Antorcha” en su camino rumbo a la presidencia municipal mediante la formación de un frente común que explore todas las alternativas (incluido el uso de la fuerza) para evitar a toda costa que Antorcha Campesina llegue a gobernar. Lo sano, lo democrático, es dejar que la ciudadanía, en uso de sus derechos ciudadanos, elija a sus autoridades por el conocimiento de los méritos de cada candidato y por quien mejor satisfaga sus intereses sociales. Hacer llamados a formar frente común contra Antorcha, sin causa o razón justificada, es querer obligar al pueblo a que haga lo que a los intereses particulares de Don Antonio conviene. Es querer evitar a toda costa el arribo al poder de otras expresiones que no comulgan con las ideas o forma de gobernar de autoridades pasadas, presionando a los votantes.

No cabe duda que estas amenazas disfrazadas de “frente común”, son producto de la idea profunda que seguramente anida en la cabeza de Don Antonio: Se siente amo y señor de Atlixco, y en defensa de lo que considera su “propiedad” no se detendrá ante nada, aunque se exhiba como un verdadero enemigo de la democracia y opositor jurado de la organización del pueblo para darse un destino mejor.

Don Antonio manifiesta querer “hacer algo por Atlixco, porque Atlixco se encuentra por arriba de los sueños de cualquiera de ellos”.

Disculpe, Don Antonio, para hacerlo ha tenido tiempo suficiente y posibilidades económicas y políticas reales y no lo ha hecho, porque Atlixco nunca ha merecido la mínima atención de su parte. Pruebas: la falta de un desarrollo urbano ordenado, el caos vehicular, la falta de lugares limpios y ordenados para la práctica del comercio y del deporte así lo prueban.

Conclusión: sin forzar la lógica, las declaraciones de Don Antonio dejan a Antorcha libre de calumnias y de cualquier culpa, la reconoce (obligado por las circunstancias) como una organización honrada y progresista y, por tanto, como el enemigo a vencer, ya que estos méritos tan comunes, pero tan raros, son más que suficientes para aspirar a dirigir los destinos de Atlixco. Por lo tanto, cualquier acción sería totalmente reprobable e injustificada. Todo ciudadano amante del progreso y bienestar no debe amedrentarse por estas declaraciones, muy por el contrario, hoy con más decisión que antes debe incorporarse a la campaña electoral votando por la maestra Hersilia Córdova y convenciendo a más electores para que sufraguen por quien garantiza progreso, trabajo, educación, bienestar y desarrollo para Atlixco. Las amenazas de coartarle su derecho a decidir su destino deben ser el mayor impulso que los lleve a triunfar en la búsqueda de un Atlixco más grande y más próspero.

El camino del mejoramiento de las condiciones materiales, sociales, económicas y políticas del municipio de Atlixco, empiezan con el triunfo de Hersilia Córdova Morán. Hacer caso a los llamados de cerrarle el paso a Antorcha rumbo a la presidencia municipal, es aceptar que unos cuantos se erijan en nuestros amos, y nosotros nos convirtamos en siervos que acepten ciegamente al gobernante que hayan decidido los mandamás de siempre.

¡Tanta vejación es inadmisible!

Los hechos prueban que Antorcha es la única organización capaz de encabezar el cambio y el progreso que Atlixco exige urgentemente: únete a ella y hazte partícipe del nuevo rumbo que tomará Atlixco con Hersilia Córdova al frente del poder municipal.

Por último, comentaré que Don Antonio manifestó que “tiene que hacer algo por Atlixco”. Usando un patrioterismo ramplón, Don Antonio quiere justificar el hecho de sumarse a un movimiento que luce vencedor. Le recuerdo que el hábito no hace al monje. Los intereses de Don Antonio, por cierto muy legítimos y explicables, están en el crecimiento económico de sus negocios, cuyo desarrollo sería una forma más efectiva de crear más empleos y mejor remunerados, lo que sería una forma más seria de demostrar, con hechos, su “amor” por Atlixco.

Es decir, la actitud más responsable y cierta que Don Antonio pude tomar para demostrar su preocupación por Atlixco, es que se atenga al refrán popular que dice: “Zapatero, a tus zapatos”.

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