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‘Ricky Riquín Canallín’ y otras tendencias del debate

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que durante el segundo debate presidencial, el candidato a la Presidencia por la coalición ‘Juntos Haremos Historia’, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), le dijo al candidato de ‘Por México al Frente’, Ricardo Anaya, “Ricky Riquín Canallín”.

El apodo que AMLO le puso a Anaya se dio luego de la pregunta a los candidatos sobre el tema: El regreso de los mexicanos al país, las deportaciones han subido con Donald Trump ¿Qué le ofrecerían a los mexicanos que regresan específicamente?

En medio de las respuestas, los candidatos José Antonio Meade y AMLO ocuparon un espacio de su tiempo para criticar a Ricardo Anaya por la polémica de la familia de Anaya en Atlanta.

“Se necesita haber sido muy cínico para no conocer de Atlanta más que donde vivía la familia”, afirmó Meade.

En su defensa, el candidato de ‘Por México Al Frente’ llamó hipócritas a los candidatos: “Hay una cosa que es peor que los engaños y es la hipocresía. Van dos veces que se refieren a Atlanta. Lo que no dice Meade es que él se fue a estudiar a Estados Unidos pagado por el gobierno mexicano. Y lo que tampoco dice López Obrador es que su hijo estuvo estudiando en España, pues no que muy nacionalista. Los dos son unos hipócritas “.

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La política de los peores impulsos

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que el jueves terminamos con el ciclo de entrevistas a los candidatos presidenciales en Tercer Grado. La última fue con Jaime Rodríguez, El Bronco. Sigo el consejo de Héctor Aguilar Camín y, por tanto, no voy a hablar del tramposo fanfarrón que no merece ni un miligramo de tinta. De lo que sí voy a hablar es del fenómeno de los políticos que explotan nuestros peores impulsos.

Los humanos somos seres contradictorios. Tenemos grandes cualidades, pero, también enormes defectos. Podemos construir cosas increíbles y bellas y, a veces, se nos da destruirlas. Una de nuestras grandes construcciones, que nos ha tomado mucho tiempo, es la civilización política. Las sociedades de hoy en día son muy complejas con instituciones que se han refinado a lo largo de la historia. Ya no vivimos en tribus con costumbres barbáricas. Hemos superado la ley del Talión, el principio de justicia retributiva, basado en la expresión bíblica de “ojo por ojo, diente por diente”.

Los que creemos en la civilización estamos convencidos de que el Estado –la organización política de la sociedad– debe comportarse de acuerdo con ciertas reglas para evitar sus abusos. Policías, fiscales y jueces no pueden ser iguales a los delincuentes, deben ser mejores, respetando los derechos humanos. El Estado no puede ser salvaje o bárbaro como los criminales.

Bien decía Freud que “la civilización comenzó la primera vez que una persona enojada lanzó una palabra en lugar de una roca”. No fue fácil. Los seres humanos somos animales con impulsos vengativos y violentos. Todos, de alguna manera, los hemos vivido. Enojados, pensamos que a ciertos delincuentes habría que torturarlos, azotarlos, cercenarles partes del cuerpo y hasta matarlos por lo que hicieron. Son nuestros peores impulsos: deseos profundos que nos inducen a actuar sin reflexionar. La razón se pierde; gana el instinto animal.

Los impulsos brutales son más comunes cuando se trata de defender a los nuestros de amenazas externas. Si el Estado no provee seguridad a una sociedad, nos encontramos en lo que Thomas Hobbes llamaba como “la condición natural del hombre”. Ante la ausencia de un poder que atemorice y ponga orden, los humanos nos enfrentamos todos contra todos en una guerra de supervivencia. Hobbes describió esta vida como “solitaria, pobre, asquerosa, bruta y corta”. No hay ni ley ni justicia ni propiedad privada.

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AMLO no quería ver a “ya saben quiénes”

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que el candidato de Morena a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, pasó las horas previas al debate en Ensenada. Nos dicen que don Andrés se alejó de Tijuana con su familia para concentrarse y repasar de última hora algunos puntos de sus propuestas. Nos comentan que AMLO también salió de Tijuana para evitar encontrarse en algún lugar con “ya saben quiénes”.

INE da trato de segunda a partidos

Quienes ayer mostraron su enojo por el trato que les dio el INE, que preside el consejero Lorenzo Córdova, en el segundo debate presidencial fueron los representantes de los partidos políticos. Nos comentan que los enviados de los partidos se inconformaron porque el espacio que se reservó para ellos fue un salón de la Universidad Autónoma de Baja California. Un espacio donde pusieron 40 sillas, algunas botellas de agua, café y galletas. El enojo fue, pues, que su espacio contrastó con el que fue dispuesto por el INE para otros invitados, que contaba con salitas tipo lounge, con una gran pantalla, edecanes y bocadillos. Era, nos afirman, otro ambiente totalmente distinto; se trataba de una carpa catalogada por los partidos como VIP. El colmo, nos dicen, es que para entrar al salón destinado a los partidos se tenía que pasar por una reja. Algunos bromearon con la especie de que de plano fueron encarcelados por el INE. Se llevan pesado.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que José Antonio Meade sigue sumando apoyos de figuras de todo signo político: dos días después de que el diputado perredista José Antonio Estefan abandonara el barco del Frente para saltar al de la coalición Todos por México, dos figuras de origen blanquiazul anunciaron su respaldo: el senador Ernesto Cordero y la senadora suplente Geli Mouriño, madre del finado Juan Camilo Mouriño y hasta hace unos días simpatizante de Margarita Zavala.

Que a propósito del segundo debate entre presidenciables de ayer en Tijuana, Baja California, el PRI emitió una serie de recomendaciones para que seguidores y simpatizantes sepan cómo presentar en las redes sociales a José Antonio Meade.

Entre otras, les recuerda “promover el diálogo y la conversación con argumentos claros sobre las líneas discursivas de cada tema abordado”, usando frases y palabras clave como “avanzar contigo”, “gobierno a la medida de cada quien”, “igualdad de oportunidades”, “estabilidad”, además de promoverlo como el candidato “más preparado, con más experiencia, más honesto y con carrera impecable en el servicio público”…

Que también dirigentes, legisladores y estrategas de los partidos integrantes de Por México al Frente desplegaron en redes sociales y por todas las vías a su alcance una campaña de convencimiento para pedir el “voto útil” a favor de su abanderado presidencial, Ricardo Anaya.

El argumento de su llamado es que supuestamente 60 por ciento de los electores no está dispuesto a votar por Andrés Manuel López Obrador y que apoyar a un candidato distinto a Anaya sería “desperdiciar” el sufragio.

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