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Las preocupaciones con Andrés

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que Andrés Manuel López Obrador, como se apuntó en este espacio el viernes pasado, mostró una cara moderada y un perfil socialdemócrata alejado de la imagen beligerante y radical que se ha construido en torno a él, durante la entrevista a siete manos en el programa Tercer Grado, el jueves por la noche. Por tiempo y formato se quedaron en la mesa preguntas, réplicas y contrarréplicas –que son los recursos en donde se obtiene la información de mayor calidad–, que habrían permitido un mayor conocimiento de lo que piensa y siente el candidato. López Obrador respondió todo, muchas veces a su manera, y consumía minutos-aire con su larga experiencia cuatro por cuatro. Quedaron de esa forma aspectos importantes sin aclararse, y surgieron momentos en donde no hubo coyuntura para que profundizara. Como botones de muestra:

Cuando se le preguntó sobre el porqué negó a su hermano Arturo cuando en la elección para gobernador en Veracruz apoyó al candidato del PRI, respondió: “La Patria es primero”. Con esta frase evocó a Vicente Guerrero, quien la expresó cuando en 1815, a través de su padre, las fuerzas realistas le ofrecieron el indulto a cambio de que depusiera las armas. Aquella era la lucha por la Independencia de México, que no es lo que ha propuesto al no hablar de una ruptura, sino la de una transformación. Es decir, evolución, no revolución. Cambio, no guerra. Pero López Obrador no se percibe como héroe, como lo señaló en Tercer Grado, pero ayuda a consolidar el calificativo de ‘mesiánico’.

Su discurso, como habló largo tiempo en la entrevista en lugar de responder directo y sucinto las preguntas, se cruza muchas veces con la historia. Benito Juárez es una de sus principales referencias, y admitió que su gran error fue querer perpetuarse en el poder. La muerte le impidió convertirse en dictador y, al mismo tiempo, pasar a la historia con honores. Pero hubo algo más que López Obrador tiene que conciliar. Juárez firmó en 1859 el Tratado McLane-Ocampo, donde vendió a Estados Unidos a perpetuidad el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, por cuatro millones de dólares (cuatro millones 300 mil pesos al tipo de cambio en aquel año), que fue una acción más extrema y menos redituable para los mexicanos que la reforma energética que tanto cuestiona.

No hubo mayor tiempo para discutir la propuesta de amnistía, aunque se trazaron paralelismos con la Ley del Punto Final en 1986 en Argentina, con la cual el presidente Raúl Alfonsín dejó sin efecto los delitos de desaparición forzada cometidos por la dictadura, a fin de facilitar el retorno de la democracia. Esa Ley, como la amnistía a movimientos armados, ayudan a la reinserción social y a restablecer el tejido social. Una amnistía por delitos de narcotráfico es totalmente diferente en su naturaleza: la amnistía a quienes participaron en luchas políticas y sociales ayudó a su reinserción, ayudó en procesos democráticos; cancelar condenas a narcotraficantes, cuya actividad es un negocio con fines de lucro, no combate al narcotráfico ni resuelve el problema de la inseguridad. Al contrario, otorga carta de impunidad a los cárteles de la droga.

Cuando se le preguntó sobre el choque de proyectos de nación para saber cómo gobernaría a quienes votaron contra el suyo, dijo que hay un punto donde encuentran vasos comunicantes: la lucha contra la corrupción. López Obrador elaboró sobre el fenómeno de la corrupción, sin que se pudiera saber por qué quiere fincar los dos proyectos de nación en el ámbito de lo moral, cuando se trata de dos modelos económicos claramente opuestos. El Estado de bienestar que plantea retoma el modelo de desarrollo iniciado en el segundo lustro de los 50, y termina en 1971 cuando, ante un déficit en la balanza comercial, el presidente Richard Nixon abandonó el patrón oro, sustento de los acuerdos de la posguerra en Bretton Woods, y convirtió al dólar en una moneda fiduciaria. López Obrador desea para México regresar medio siglo a aquel modelo económico, que choca contra lo que plantean los demás candidatos, que es una economía de libre mercado, que es lo dominante en el mundo actual.

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López Obrador de cuerpo entero

Leo Zuckermann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que el jueves pasado, junto con otros colegas, tuve la oportunidad de entrevistar a Andrés Manuel López Obrador. Una cosa me quedó clara: el candidato de Morena se contradice en muchas cosas.

Por un lado, se muestra a favor de la tolerancia y pluralidad en una democracia. Promete respeto a sus adversarios políticos. Pero, por el otro, cuando le pregunté por qué había tildado de “traidor” a su hermano Arturo por haber apoyado al PRI en la elección de gobernador de Veracruz en 2016, y lo había desconocido como pariente suyo, AMLO contestó citando a Vicente Guerrero: porque “la Patria es primero”.

Entonces, se vale tener opiniones divergentes y preferencias políticas distintas siempre y cuando la prioridad sea la Patria. Perfecto. El asunto es quién define cuándo es algo prioritario para la nación y cuándo no. ¿A su hermano lo puede acusar de “traidor” (supongo porque la Patria estaba primero en la elección de gobernador de Veracruz), pero sus adversarios actuales en la elección presidencial sí merecen tolerancia y respeto (supongo porque la Patria ahora no está primero)? ¿Debemos entender eso o, simple y sencillamente, se contradice?

Doy otro ejemplo de presunta contradicción. Habló y habló sobre cómo ha robado el gobierno actual. Con toda razón se mostró indignado. Pero, cuando le pregunté, si, de ganar, perseguiría judicialmente a todos los ladrones del dinero de los contribuyentes, me contestó que no. Él, y ya lo había dicho, se va a concentrar en construir un gobierno limpio para el futuro. No perderá tiempo castigando a los responsables de la corrupción pasada. Eso sí, aclaró que dejaría que se siguieran procesando los casos que ya están en curso como el de Odebrecht.

Pero, si se encuentran nuevos escándalos de corrupción del gobierno actual, como la compra de una planta de fertilizantes quebrada por parte de Pemex o algo que podría surgir en las múltiples obras públicas (tren México-Toluca, Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, socavón en el Paso Express de Cuernavaca, etcétera), no habrá consecuencias; completa impunidad para los corruptos.

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Dos palabras, un linchamiento

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Mlenio, señala que está claro que fue un error de mi parte retuitear —en modo imagen— el mensaje de Leticia Maldonado, donde recordaba que algunas personalidades han sido víctimas de sus propios fanáticos.

Y también fue un error utilizar solo dos palabras: “Les hablan”, a manera de advertencia —o llamada de atención— a “los chairos” con los que mantenía una breve escaramuza que solo era de tres, en la red social del pajarito. (El minuto a minuto se puede consultar en www.laotraopinion.com.mx)

Hasta ahí un juego de palabras como hay millones en redes.

Sin embargo, también es cierto que ese descuido de mi parte fue capitalizado con fines de linchamiento por los escribanos al servicio de Morena y por sus millones de bots, que convirtieron el tema en tendencia mundial.

Lo cuestionable del asunto, sin embargo, es el trato diferenciado que dan las redes a sus amigos y a los que consideran sus enemigos. Muchos recuerdan a Taibo II llamar “a fusilar en el Cerro de las Campanas” a los herejes de Morena. A pesar de la incitación a la violencia, nadie convirtió en tendencia ese video.

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AMLO quiere bajar a Mancera ¡y a Napito!

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que con preocupación, hace unos días recibieron en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la visita de un emisario de Andrés Manuel López Obrador. Nos dicen que el enviado se entrevistó con la magistrada presidenta, Janine Madeline Otálora, para hacerle un planteamiento: que se resolviera la demanda presentada por el PRI contra Miguel Ángel Mancera y Napoleón Gómez Urrutia, negando la candidatura a ambos. Es decir, que bajaran al ex jefe de gobierno de la CDMX, que va por el frente PAN-PRD-MC, y a Gómez Urrutia, que compite por Morena. Por un lado evitarían que Mancera llegara al Senado y se pudiera consolidar como un opositor claro desde la Cámara Alta, y por otro lado se deslindan del tan cuestionado líder sindical sin dejar de atender el compromiso que Morena adquirió de proponerlo como su candidato al Senado. Una carambola de tres bandas. Sin embargo, no midieron bien, pues fue precisamente la presidenta Otálora quien tuvo una postura firme en contra en el caso de la candidatura independiente de El Bronco. Ahora habrá que ver si en el máximo tribunal en materia electoral impera la ley o se doblan ante la voluntad del candidato puntero.

Meade, el último intento

En lo que consideran el último intento de relanzar la campaña presidencial, el nuevo dirigente nacional del PRI, René Juárez Cisneros, convenció a la base priísta: gobernadores, organizaciones y sectores, consejeros políticos, para brindar el apoyo a José Antonio Meade. Así que ayer regresaron los logotipos del Partido Revolucionario Institucional y las prendas de color rojo que se habían guardado en el clóset. La idea es dar un giro total a la campaña, esta vez de la mano del tricolor, y buscar un repunte, porque dicen que si no retoman el rumbo… entonces no hay más qué hacer.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que en el Partido Revolucionario Institucional aseguran que para remontar en la carrera por la Presidencia, el equipo de campaña de José Antonio Meade debe voltear a ver a su militancia.

Ponen como ejemplo el Estado de México, donde todos los aspirantes a diputados locales, presidentes municipales y regidores son “priistas comprobados”.

Dicen que ello es resultado del trabajo político del gobernador Alfredo del Mazo, que pese a las presiones ha privilegiado la labor de la militancia sobre la inclusión de aliados que no cuentan con los votos que prometen…

Que, a propósito, alrededor de veinte diputados federales del PRI, encabezados por su coordinador Carlos Iriarte, estuvieron ayer en la sede nacional del partido tricolor para cerrar filas con su candidato presidencial, José Antonio Meade, y ofrecerle participar de tiempo completo en la campaña una vez concluido el último periodo de sesiones en el Congreso de la Unión.

Que mientras el aspirante presidencial de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya, pregona que su campaña y su gobierno serán austeros (en caso de que gane la elección del próximo 1 de julio), al senador panista Héctor Flores se le vio este domingo viajar al estado de Durango en clase premier muy cómodo en asiento de piel, mientras el candidato y el dirigente nacional panista, Damián Zepeda, volaron muy apretados, casi en la cola del avión, en clase turista.

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