Carlos Rocha/La Jornada de Oriente

Un fétido olor caracteriza el anfiteatro de Tecamachalco, por las ventanas abiertas del lugar salen aromas convinados entre putrefacción y líquido limpiador. También dejan ver manchas de sangre en el piso así como en la plancha donde se colocan los cuerpos que son sometidos a autopisas, el pequeño espacio lo complementan tres cámaras de refrigeración que no funcionan, según refieren los vecinos del barrio de San Sebastián que conocen los movimientos de la morgue.

El anfiteatro esta ubicado dentro del Panteón Municipal de San Ángel, especificamente en una esquina donde se concentra el hedor. El sitio está practicamente abierto para los visitantes del camposanto, las ventanas permanecen abiertas para conseguir algo de ventilación, pero no se consigue.

Las ventilas solo se cierran cuando llega un cuerpo llega para la realización de la necropsia, lo cual en los últimos meses ha sido más frecuente, y es que desde febrero llegan a este lugar los cadáveres de Tehuacán, pues el anfiteatro de este municipio se encuentra en remodelación.

La imagen del lugar, responsabilidad del Tribunal Superior de Justicia, la complementan varios crucifijos, rosarios e imágenes católicas atorados de la tubería que desemboca en una tarja, así como varias cubetas en el piso y debajo de las cámaras refrigerantes.

Desde la ventana del anfiteatro también se pueden apreciar prendas de vestir arrinconadas y manchadas de sangre, probablemente de los últimos cuerpos que llegaron a este lugar.

Debido a la poca luz natural que recibe el sitio rodeado de tumbas, se improvisó un cable que abastece de energía electrica a una bombilla que alumbra directamente sobre la plancha de trabajo.

Habitantes de las viviendas contiguas al panteón afirman que el anfiteatro no tiene drenaje, y cuando se hacen necropsias han observado a los trabajadores del lugar, e incluso a los familiares del difunto, tirar líquidos desde las cubetas a una barranca que está a unos metros del camposanto.

Víctor Hernández, vecino del panteón, señaló el pasado lunes que si bien el olor es insoportable, se han acostumbrado a vivir con el y ahora es casi imperceptible. Refirió que lo único que cambia es la intensidad del hedor cuando hay cuerpos, aunque asegura que pueden pasar días sin que haya cadáveres pero el aroma nunca se va.

El ambiente insalumbre del lugar forense lo complementa la saturación de tumbas que existen en el panteón del barrio de San Sebastián Tecamachalco, así como desechos de flores secas, cubetas y basura entre los mausoleos, como se apreció durante un recorrido por este sitio.

La situación antes descrita había sido denunciada por la regidora de Industria y Comercio del ayuntamiento de Tecamachalco, Ruth Zárate Domínguez, quien el pasado lunes colocó la primera piedra de lo que será la barda perimetral del nuevo panteón municipal ubicado en el barrio de La Villita.

El nuevo camposanto se edificará en un terreno propiedad del municipio que consta de 768 metros lineales. Sin embargo, de un nuevo sitio para el anfiteatro no se dijo nada.

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