Mucho se habla de la oposición que el presidente Donald Trump ha tenido de su partido; puesto que los republicanos no han aprobado algunas de sus iniciativas, sin embargo, ello no es de extrañarse, ya que es resultado del sistema electoral del país.
Y es que aun cuando su partido tiene mayoría en escaños dentro del Senado y la cámara de representante –diputados-, con 52 y 327, respectivamente, no significa una ventaja.
En las últimas semanas, los representantes republicanos han dado la espalda a algunas de las iniciativas del magnate, aunado a adelantar que no estarán de acuerdo con el presidente en futuras rondas de votación.
Uno de los grandes ejemplos de lo anterior, es el rechazo por parte de los republicanos al nuevo programa sanitario ideado por Trump, donde al no haber obtenido el número suficiente de votos, no fue aprobado.
Asimismo, en los últimos días, los republicanos han dado a conocer que no planean secundar al presidente en el otorgamiento de más recursos para la construcción del muro en la frontera con México.
Diferente contexto a México
Entonces, ¿Por qué a pesar que los republicanos poseen una mayoría en los dos cuerpos legislativos, no apoyan al presidente quien también pertenece a su organización?
Lo anterior se debe a que tanto el arquetipo constitucional estadunidense así como su sistema electoral es diferente al de nuestro país. En México, se ha observado que si el partido del presidente tiene una mayoría en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, las iniciativas que provengan del ejecutivo serán aprobadas sin mayor problema, puesto que representan al mismo partido.
Pero eso no pasa en Estados Unidos, debido principalmente a que el financiamiento de las campañas políticas proviene de figuras privadas, mientras que en México es mayoritariamente un aporte del Estado que se canaliza a través de los órganos centrales de los partidos políticos.
Representantes obedecen al pueblo
En la Unión Americana, al igual que en nuestro país, el cuerpo legislativo emerge como representante de un distrito electoral, la diferencia reside en que los candidatos estadunidenses deben buscar en su distrito el apoyo económico para su campaña, mientras que los candidatos mexicanos reciben ese apoyo de sus partidos.
Ello quiere decir que el candidato no recibe del partido político o del Estado algún tipo de colaboración económica, obligandolo a establecer con las personas y empresas que residen en el distrito, un vínculo, con el fin de recibir una aportación económica.
Debido a lo anterior, las instancias que otorgaron dólares a su campaña, saben que en caso de ser electo, su legislador, se verá obligado a rendir cuentas por haber colaborado económicamente, y aúnmás importante, saben que el patrocinador puede exigirle que vote conforme a las exigencias del distrito que representa.
Condicionada la reelección
El senador o representante deberá votar conforme lo que sus patrocinadores exijan, en este sentido, la reelección juega un papel importante , ya que, el político es conocedor de que en caso atender sin reclamo las exigencias de su distrito, existe la posibilidad de ser reelecto, pero ello sería posible sólo si vuelve a contar con el apoyo económico de aquellos que le solicitan vote en favor o en contra de alguna legislación.
Todo lo explicado con antelación no afecta en absoluto la identificación del legislador con su partido político, ella o él en ningún momento deja de ser demócrata o republicano, ni deja de verse influenciado por los valores de su organización política. Pero el partido no puede ejercer ningún tipo de control sobre su forma de votar, ya que, no aporta ni un sólo dolar a su campaña.
Entonces, los partidos estadunidenses no poseen capacidad para disciplinar a sus legisladores, por lo que no existe, lo que en México llamamos el voto por bancada, dicho eso, sería un error pensar que el partido republicano con mayoría en la Cámara y el Senado aprobará todas y cada una de las propuestas de ley de Trump sólo porque pertenecen a la misma facción política.
