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Las trampas de Osorio

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, presumió que la tasa de secuestros se redujo en los primeros nueve meses de este año en 17%, con respecto al mismo periodo en 2012, el último año del gobierno de Felipe Calderón, y dijo que el objetivo es que no haya ni un solo secuestro. Hay que combatirlo, pero no con discursos, dijo el secretario, quien, con discursos amañados, pletóricos de lugares comunes –“no debemos bajar la guardia ni escatimar recursos”–, utilizó el recurso que criticó. Tasa cero en secuestros, sin embargo, es una utopía en México y el mundo. La disminución del secuestro en el gobierno de Enrique Peña Nieto, no lo aclaró, también es relativa.

De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que recibe y procesa la información de las procuradurías y fiscalías de las 32 entidades federativas, el número de secuestros sí se redujo en el periodo de enero a agosto de 2012, cuando se registraron 901 denuncias, al mismo periodo en 2017, cuando se hicieron 782 denuncias. La trampa del secretario se da en los lapsos que escogió para comparar. Con la misma fuente de información, la tasa de secuestros se elevó dramáticamente en los primeros ocho meses de 2013 al denunciarse mil 123 secuestros. En 2014 se bajó a mil 13 casos denunciados, pero en 2015 hubo una reducción drástica, con un desplome a 704 secuestros denunciados, que se mantuvo estable durante 2016, cuando hubo 710 denuncias. Es decir, no comparó con los años del peñismo, sino con los de Calderón.

La considerable baja en la tasa del secuestro a partir de 2015, además, coincide con un cambio en la metodología para contabilizar los secuestros. Hasta 2014, los secuestros se sumaban individualmente en cada averiguación previa, por lo que cada una de las que se abría podía tener más de un caso. Desde 2015, los secuestros en las averiguaciones previas se contabilizan por carpeta y no personalmente. Hay una justificación técnica que busca no duplicar el trabajo al procesar secuestros en un mismo caso de manera individual en lugar de ser colectivo, que permite que la investigación y el proceso sean más expeditos, pero retóricamente es engañoso cuando se hacen comparaciones cuantitativas con averiguaciones previas abiertas antes de ese año. No puede haber analogías, porque el método de contabilidad es diferente.

En las comparaciones con la aplicación de la misma metodología, 2013 fue el año en el que mayor denuncias se registraron desde 1997, cuando se comenzaron a contabilizar las denuncias de secuestro, y todavía en 2014, segundo año del sexenio de Peña Nieto, la cifra es superior al peor año del sexenio de Calderón, que fue 2011, cuando hubo 967 secuestros. Los únicos datos comparables, por utilizar la misma metodología, se refieren a 2015, 2016 y 2017. Al tomar estos tres años, se puede ver que, de 2015 a 2017, la tasa de secuestros va en aumento: 704, 710 y 782%, respectivamente, lo que significa que la cifra de este delito de enero a agosto de este año se elevó 10.1%, con respecto al mismo periodo del año pasado.

Más aún, si se elabora un comparativo, mezclando incluso las metodologías, el número de secuestros durante los primeros 57 meses de gobierno de Peña Nieto se elevó en 30%, en comparación con el mismo periodo del gobierno de Calderón. De diciembre de 2006 a agosto de 2011, se denunciaron cuatro mil 760 secuestros en las procuradurías y fiscalías de las 32 entidades federativas, mientras que de diciembre de 2012 a agosto de 2017, hubo seis mil 193 denuncias de secuestro, lo que significa que hubo mil 433 denuncias más de secuestro en la administración peñista que en la calderonista. En este mismo periodo, el promedio de secuestros denunciados por mes fue de 84 en la administración de Calderón, contra 109 en la de Peña Nieto.

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Monreal se queda. Hoy el reencuentro con AMLO

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, señala que a los pacientes no hay que provocarlos por su reacción apagada. Florestán

Después de más de ocho meses de no verse ni hablarse, esta tarde será el primer encuentro entre Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal, que se convertirá en un reencuentro.

El distanciamiento inició desde hace tiempo, cuando Monreal hizo saber, y notar, su proyecto de ser el candidato de Morena al Gobierno de Ciudad de México, cuando el tabasqueño tenía tomada su decisión, desde hace mucho tiempo, diría que desde hace cinco años, de que lo fuera su más leal y eficiente escudera, Claudia Sheinbaum, quien lo ha acompañado en todos sus proyectos desde su jefatura en el Gobierno del entonces Distrito Federal, 2000-2005, el desafuero, esa travesía por el desierto, su primera campaña presidencial, su derrota y gobierno legítimo, su segunda campaña, su salida del PRD y creación de Morena, su apuesta por la delegación Tlalpan, que ganó, y ahora en su tercer intento presidencial lo acompañará como su candidata en la capital del país buscando romper la hegemonía histórica del PRD, de la que fue parte el propio Andrés Manuel, desde la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1997.

Monreal nunca ocultó su proyecto al gobierno capitalino, pero no era el candidato de López Obrador.

Al formalizar vía una encuesta esa candidatura, que no se dio a conocer públicamente, que ganó Sheinbaum, quedando en segundo Martí Batres, en tercero Mario Delgado y Monreal relegado al cuarto lugar, ya ni siquiera acudió al anuncio oficial de los resultados, le quedó claro que nada tenía que hacer.

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¡Políticos y partidos farsantes!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, indica que hace 25 años, los líderes de los partidos de la derecha y la izquierda pregonaban que México viviría —literalmente— en la gloria una vez que el PRI fuera echado de Los Pinos.

Lo cierto es que engañaron a todos. ¿Por qué?

Porque en 1997 y en 2000 —respectivamente— el PRI fue echado de los gobiernos emblema —el entonces DF y Los Pinos—, pero al final poco o nada pasó. La alternancia en el poder de esos gobiernos cambió poco las cosas.

Y no pasó nada, al grado de que en 2012 regresó al poder presidencial “el odiado PRI”, mientras en Ciudad de México, el PRD ya no cuenta con la simpatía y la hegemonía del poder. Es decir, el PAN solo mantuvo el poder presidencial en dos gobiernos consecutivos y luego, desencantados, muchos ciudadanos regresaron al PRI.

De igual manera, desde 2012 la capital del país es gobernada por un político no partidista, como Miguel Mancera y hasta es posible el regreso de lo más viejo del PRI —bajo las siglas de Morena— ante el debilitamiento de los liderazgos del PRD y del PAN, que en la capital del país ya poco dicen a los electores.

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Campaña de odio del PAN contra magistrados

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, señala que mucho cuidado deben tener las dirigencias de los partidos políticos para evitar que la rivalidad electoral se transforme en violencia. Nos dicen que desde el Poder Judicial se observa con preocupación cómo ha escalado el tono de las propuestas en contra de las autoridades electorales, luego de algunos de los fallos adversos en el caso de la elección de Coahuila, en la que buscan que se anule el triunfo de priísta Miguel Ángel Riquelme. Observan que se ha pasado de las marchas y la convocatoria a la ingobernabilidad, como medios de presión, a la descalificación —desde la página del CEN del PAN— de los magistrados electorales, y los llamados en redes sociales de supuestos simpatizantes panistas a “matar” a los juzgadores. Preocupante.

El parto en el PRI

Ni con un gesto, nos dicen, el presidente Enrique Peña Nieto ha dejado ver por cuál de los cinco presidenciables del PRI se inclina. Nos aseguran que aunque algunos corren mucho y otros no tanto, hoy los cuatro destapados por Emilio Gamboa: José Antonio Meade, Miguel Osorio Chong, Aurelio Nuño y José Narro, así como el autodestapado Enrique de la Madrid, están en la pelea. Comentan que ni los más cercanos al mandatario logran ver en él un detalle que dé color sobre quién será el designado. En tono de broma, priístas relevantes nos dicen que aunque no saben aún el nombre del niño, lo que es un hecho es que nacerá cualquier día de la primera o segunda semana de diciembre, no antes. Además consideran, quizá con mucho optimismo, que será un parto sin dolor.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, indica que la UNAM alineó ayer una brillante oncena, pero no de futbolistas, sino de grandes pensadores, quienes recibieron un doctorado honoris causa en el imponente escenario del Palacio de Minería, vistiendo los atuendos clásicos para la ocasión.

Desde la historiadora Josefina Zoraida Vázquez hasta el escritor cubano Leonardo Padura pasando por Víctor García de la Concha, director honorario de la Real Academia Española, todos los condecorados, cuatro mujeres y siete hombres, encarnan las palabras del rector de la UNAM, Enrique Graue: “En una sociedad global en donde permean la intolerancia y la incomprensión, las universidades son fuente de saber, difusoras de la cultura y defensoras irrestrictas de la libertad y la diversidad”.

Que alguien malinformó a Andrés Manuel López Obrador sobre los debates presidenciales planeados, porque cuando señala al INE de querer invitar solo a los punteros, ignora que la comisión que los organizará y decidirá número, fechas y sedes de los debates está formada también por representantes de los partidos, incluido el suyo.

Además, según la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, el instituto que encabeza Lorenzo Córdova tiene que invitar a todos los candidatos a los debates que organice, no solo a los punteros; si alguien tiene dudas, más le vale consultar el artículo 218.

Que por cierto, durante la sesión en la que el INE amplió el plazo para que los independientes reúnan las más de 860 mil firmas requeridas para ser candidatos a la Presidencia, el representante de Morena, Horacio Duarte, no ocultó su contrariedad.

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