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Septiembre negro

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que dos palabras formarán parte del lenguaje cotidiano de los mexicanos en breve: reconstrucción y resiliencia. Las dos tienen que ver con la reacción de miles de mexicanos ante los sismos que golpearon el centro y el sur del país durante este septiembre negro, y el llamado a la acción que escucharon los empresarios en voz del presidente Enrique Peña Nieto para que apoyaran a quienes menos tienen. La resiliencia se refiere a la capacidad del individuo, pese al estrés agudo en el que se encuentre, para enfrentar la adversidad y los cambios drásticos ante las tragedias, los traumas o las amenazas. Pero esto es sólo su primera capa. La segunda tiene que ver con la resiliencia organizacional, que permite un sistema sustentable para el futuro y la viabilidad de una sociedad.

La primera capa es la que se vio espontáneamente en las comunidades de Oaxaca y Chiapas, o en la zona metropolitana de la Ciudad de México, donde corrió la ciudadanía a ayudar a sus pares en desgracia. La segunda es lo que se anunció formalmente este miércoles en Los Pinos con el fideicomiso denominado Fuerza México, mediante el cual la iniciativa privada recaudará fondos para apoyar a los damnificados y a la reconstrucción. Hay una tercera capa, que es el compromiso público y político para arropar a las dos primeras, que aún no toma un cuerpo claro en México, pero que en su actual estado de gestación, sugiere que hay un sector de mexicanos que quieren descarrilar todos los esfuerzos nacionales.

La resiliencia de la sociedad ha sido ampliamente reconocida en el mundo, y documentada con detalle por los medios. Pero la sociedad sola, pese al extraordinario esfuerzo realizado, es insuficiente. La locomotora institucional tiene que entrar al apoyo. Se hizo desde las primeras horas tras el sismo, cuando en la Secretaría de Hacienda se analizaron alternativas para enfrentar lo que vendría: la reconstrucción. Esta fase es larga. En Japón, una de las economías más fuertes del mundo, aún no terminan la reconstrucción del sismo de 9 grados en la escala de Richter hace seis años, que provocó un tsunami que mató a 20 mil personas, barrió comunidades y produjo un accidente nuclear en Fukushima. Pero también es la que más tensión genera y resquebraja a las sociedades.

La idea de crear un fideicomiso administrado y vigilado por el sector privado surgió como una respuesta inmediata que acompañe la reorientación presupuestal que se hará en los próximos meses para hacer frente a los costos por la reparación de los daños, que preliminarmente se calculan en 38 mil millones de pesos. El secretario de Hacienda, José Antonio Meade, armó el fideicomiso con el sector empresarial. El sábado pasado se abrió la ventanilla para la recaudación de fondos en Nacional Financiera, y el lunes Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, lo anunció.

El primer día entraron ocho mil pesos, procedentes de envíos no mayores de 50 dólares procedentes de Estados Unidos. Al tercero, antes del anuncio en Los Pinos, ya había 60 millones de pesos aportados por varios de los empresarios que acompañaron a Peña Nieto en el evento del miércoles y del gobierno chino, que depositó un millón de dólares. Taiwán dará una suma similar esta semana y la próxima, Corea del Sur. Castañón dijo que se esperaba recaudar al menos mil 500 millones de pesos. Un día antes, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, anunció un paquete de apoyos económicos directos e indirectos para los damnificados, y el arranque de la reconstrucción en la capital, que fue trabajado también con la Secretaría de Hacienda. La Ciudad de México es la mejor preparada del país para enfrentar una contingencia de esta naturaleza, donde una buena administración de los recursos del Fondo Nacional para Desastres Naturales le permite tener disponibles nueve mil millones de pesos.

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La crisis, el riesgo de lo peor

Joaquín López Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, indica que la vida es la victoria de la muerte. Florestán

Hoy, a 10 días del sismo del martes 19 de septiembre, hay un país que todavía no alcanza a entender bien a bien cuáles serán sus efectos, que los habrá.

Y es que aún no ha sido suficiente el correr de estos días para superar el impacto, el miedo, el duelo, el dolor, el recuerdo, para lo que pasará mucho tiempo, sí, pero menos del que llevará el surgimiento del reclamo, que comenzamos a ver; la desesperación, que ya aparece; el enojo, que ya se empieza a sentir; suma de factores que siempre se traduce en una crisis. ¿Cuál, cómo y de qué dimensiones? No lo puedo saber, abarcar, dimensionar, pero sí tengo claro que será la siguiente etapa, la más difícil para un gobierno, porque ya no es enfrentar la reacción a una hecatombe natural, si no a un estado de ánimo social que se siente desatendido, desprotegido, aunque no sea del todo cierto, pero ese será el epicentro de la crisis, alimentado, ahora a diferencia de 1985, con las redes, formidable herramienta pero también terrible instrumento para hacer correr las más absurdas versiones, los más perversos engaños.

El gobierno del presidente Peña Nieto ha tenido una reacción oportuna, más si se compara con 1985, entonces con un Presidente aislado, incomunicado y un equipo paralizado. Entiendo la diferencia en las dimensiones del desastre, pero la reacción de la gente es directamente proporcional a su afectación, a sus pérdidas, que luego la sociedad hace suyas y el reconocimiento y la solidaridad iniciales se transforman en condena.

Esto no es exclusivo de México ni de esta tragedia. Se dio en 2005 en Nueva Orleans con Katrina, que mató a 2 mil personas, el terremoto y siguiente tsunami de Japón, con más de 18 mil muertos en 2011, y el de Haití, en 2010, que costó la vida a 316 mil personas y dejó 350 mil heridas, la peor catástrofe natural del siglo.

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¡La cara sucia!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que desde las horas que siguieron a la tragedia del 19-S apareció el rostro virtuoso de la sociedad mexicana.

Todos aplaudieron la solidaridad de miles que, sin más motivo que “el amor por el prójimo”, se volcaron a favor de los damnificados, sea para sacar escombro y rescatar víctimas, sea para recopilar ayuda o para brindar apoyo a los propios rescatistas.

La reacción social resultó formidable, aplaudida por propios y extraños, dentro y fuera de nuestro país. Incluso, no faltaron los que argumentaron que la sociedad mexicana era una de las más solidarias a escala mundial.

Sin embargo, a la cara virtuosa siguió la “cara sucia” de la tragedia; mexicanos sin escrúpulos, rapaces, depredadores y ladrones.

En pocas palabras, el terremoto también exhibió una realidad que pocos quieren ver; que la sociedad civil, esa que crucifica a los políticos por corruptos, rapaces, depredadores y ladrones, también tiene a sus corruptos rapaces, depredadores y ladrones.

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Mancera: el dilema por el 19-S

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, se descartó de la opción de competir como candidato independiente por la Presidencia de la República, nos comentan colaboradores del doctor en Derecho. Aunque aún le quedan algunas opciones, como la de buscar la candidatura del Frente Ciudadano por México. La crisis y la emergencia producto del terremoto del 19-S, no han dado tregua al equipo de don Miguel Ángel. Por el momento, nos comentan, Mancera tomó la opción de seguir al frente de la administración capitalina y encabezar la primera fase de reconstrucción, una tarea compleja y que, de suyo, será una prueba de fuego para lo que venga. De cara a 2018 nada está escrito, nos explican, pero esta decisión ha colocado en un dilema político al jefe de la CDMX.

Sheinbaum, el sacrificio

En su estrategia para deslindarse de cualquier responsabilidad en torno a la tragedia ocurrida en el colegio Rébsamen, la jefa delegacional en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, comenzó a repartir responsabilidades a las administraciones que en su momento encabezaron los delegados Higinio Chávez y Maricela Contreras, ambos pertenecientes entonces al PRD. Pero resulta que ahora estos dos personajes, al igual que ella, militan en Morena. Don Higinio, nos dicen, está trabajando para que su hermana Guadalupe Chávez sea diputada federal por ese partido, mientras que doña Maricela se incorporó a la bancada de Morena en San Lázaro. A ver cómo sale de esta aventura doña Claudia, pues de resultar culpables los ex delegados el costo podría ser para el partido que hoy los tiene en sus filas, más que para aquél en el que militaron. También, nos hacen ver, que valdría más que la sociedad cargue la culpa del colapso de la escuela —en la que murieron 19 niños y 8 adultos— a Higinio y Maricela, y no a la elegida para representar a Morena en la contienda por la Jefatura de Gobierno, es decir un sacrificio en favor de su compañera de partido y candidata.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que entre las carpetas de investigación que había iniciado hasta anoche la procuraduría capitalina a cargo de Edmundo Garrido, por inmuebles que colapsaron a consecuencia del terremoto del 19 de septiembre, está incluido el derrumbe en el Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México.

El Ministerio Público indaga por los delitos de homicidio culposo y cambio de uso de suelo, en tanto que la institución educativa mantiene el compromiso de hacer un peritaje sobre la caída de los puentes que comunicaban sus edificios, tragedia en la que murieron cinco personas.

Que la indagatoria de la tragedia del colegio Enrique Rébsamen dará un giro en caso de que se demuestren actos de corrupción y uso de documento falso para que operara como institución educativa y casa habitación.

En opinión del doctor en derecho Pablo Hernández-Romo, el delito de homicidio culposo que se investiga puede cambiar por doloso con “dolo eventual”, que en términos coloquiales significa que tanto la dueña de la escuela como autoridades e inclusive arquitectos generaron daño a la estructura sin importarles las consecuencias fatales.

El especialista sabe de lo que habla, pues cuenta con estancias de investigación en Yale y Harvard, además de que tiene doctorado por la Universidad de Alicante y es profesor de derecho penal en el ITAM.

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