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José Antonio Meade, según la interpretación del público conocedor, fue destapado como el próximo candidato del PRI a la presidencia en 2018. La imagen que han querido transmitir es la de un hombre “ajeno a los intereses partidistas”, “más técnico que político” y “conocedor de la economía”, en fin, la de el tecnócrata idóneo que lograría el contraste perfecto al lado de Andrés Manuel López Obrador, más ideólogo y retórico.

Además, para contrarrestar la personalidad pragmática con la cual se desenvuelve el actual secretario de Hacienda y que le ha llevado a esta cerca suplir a Carstens como gobernador del Banco de México, está su experiencia como titular de la Sedesol, algo que le dota de un “lado humano” y “cercano a la gente”.

Meade fue un hombre de confianza de Calderón Hinojosa y muchos ven en él el regreso inevitable de quien desató la guerra contra el narco en México. Pero sus vínculos con el priismo no son nuevos ni gratuitos. Es el hijo del papá, dirían algunos.

En efecto, Meade es uno de los llamados juniors de la política. Del mismo modo que Emilio Lozoya o Claudia Ruíz Massieu, el padre de José Antonio, Dionisio Meade, fue un funcionario priista cuyo capital político fue heredado del salinismo y que tuvo su lugar en la llamada transición política, cuando fungió como subsecretario de Gobernación de Vicente Fox Quesada.

Es decir, José Antonio Meade es de la misma camada de Emilio Lozoya y Luis Videgaray. De hecho, la amistad que tiene con éste último es entrañable para ambos. Se conocieron durante la juventud y llevan 30 años acompañándose en las buenas y en las malas. Ambos cursaron la licenciatura en Economía en el ITAM y tuvieron como uno de sus principales mentores al salinista Pedro Aspe, quien hasta hace poco era presidente de Evercore, la empresa que controla gran parte de la deuda pública de los estados en, por lo menos, los últimos 10 años.

1 José Antonio Meade y su amigo Luis Videgaray

 

Así pues, no es difícil comprender la conveniencia al régimen actual de las cosas al designar, por dedazo presidencial, a Meade como probable sucesor a la presidencia en 2018. Aunque el discurso de Presidencia, o del PRI (que es lo mismo), de “abrirse a la sociedad”, de quitar candados para dar cabida a ciudadanos más allá de los simpatizantes es una tomada de pelo.

Además, sería muy difícil de imaginar al PRI tirando a la basura al hombre que se le han abierto las puertas de la Sedesol, de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Secretaría de Hacienda con el actual gobierno y con el anterior. Este bagaje político es, simple y llanamente, el preámbulo para que Meade Kuribreña se gradúe como un triunfante más del Grupo Atlacomulco. Uno que además, se lleva bien con la élite panista y la priista, un leal e incondicional aliado del actual estado de las cosas.

Foto: Isaac Esquivel Agencia: Cuartoscuro

Por Octavio Torres
(@dylanyala)

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