columna-invitada

Por Adrián Salazar

A mediados de febrero, el líder nacional del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, visitó la ciudad de Puebla. Reunió a cerca de tres mil personas, según reportaron algunos medios de información; pero lo que verdaderamente llama mi atención no es la escasa asistencia, sino una de sus aseveraciones: todos los partidos son un asco y todos los políticos están podridos, menos él, menos Morena, porque tienen un anhelo de cambio.

Tal parece que en el terreno político y electoral se ha convertido en condición imprescindible, como muestra de “mayor virtud”, denostar a las demás figuras políticas, exaltar sus errores y defectos para que entonces, el que lo hace no se vea tan malo como los demás, o como suele decirse, parezca el menos peor, sin serlo. Práctica deleznable y nada meritoria.

Pues bien. Dice el señor que como todos los demás están podridos, él y su partido son la única opción para el pueblo pobre de México; a simple vista pareciera verdad indubitable, empero, Morena no ha planteado cómo resolver los problemas que aquejan y laceran millones de vidas de mexicanos enclaustrados en la pobreza. Su bandera es atacar a la corrupción y con eso se resolverán los problemas de los mexicanos.

El Movimiento Antorchista ha puesto de relieve en diversas ocasiones que el problema de la corrupción es tan sólo un síntoma, una consecuencia, de un mal mayor: el modelo económico que permite que unas cuantas manos concentren de manera ignominiosa la riqueza que produce el pueblo trabajador. Muchos de ellos evadiendo impuestos, llevándose el capital a paraísos fiscales. Si esa es la corrupción que Morena va a combatir, tiene un punto a su favor, aunque esa medida sigue siendo insuficiente; pero si se va a poner a cazar a los policías o burócratas de último nivel que “muerden 100 o 200 pesos” porque su propio salario no les alcanza, estamos entonces en el mismo punto de donde partimos.

En contraste, no voy a recurrir a señalar los defectos de Morena, me limitaré a señalar algunos de los múltiples aciertos del Movimiento Antorchista, quien también está en su legítimo derecho de buscar el poder político, mismo que siempre ha visto tan sólo como una herramienta de trabajo para poder servir a los demás, y no como una forma de vida egoísta y que sólo busca el beneficio personal.

Como primer punto señalaré que Antorcha ha planteado a los miles de mexicanos, de la forma más digerible posible, su proyecto de nación que gira en cuatro puntos básicos. Política fiscal progresiva, es decir, que aquellos que tienen más, sean quienes paguen más impuestos, de esta forma se descargaría el peso que esta sobre las espaldas de la clase proletaria, puesto que es siempre a los pobres a quienes se les agrava impuesto tras impuesto sin opción de no pagarlo.

Reorientación del gasto social hacia los sectores que más lo necesitan. En el país existen muchas comunidades con alarmante rezago social, incluso bajo parámetros de organismos internacionales; hay quienes aún viven sin agua potable, drenaje sanitario, energía eléctrica, por decir lo menos, ya ni hablemos de educación o salud adecuada que les permitan llevar una vida digna, o espacios culturales y deportivos para alimentar la inteligencia.

Creación de fuentes de empleo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en enero de este año el cuatro por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) no cuenta con empleo. Pero todos sabemos que el trabajo informal también es una forma de padecer desempleo. Sirva de ejemplo la insaciable cacería que ha emprendido el gobierno de la capital poblana contra los ambulantes del Centro Histórico, personas que carecen de un empleo formal que les permita llevar el pan diario a sus hogares.

Salarios bien remunerados. No sólo basta crear empleos, en los cuales el obrero perciba una miseria que apenas y le permite regenerar su fuerza de trabajo para ir a venderla nuevamente al día siguiente; de esos ya hay y muchos. Lo que se hace menester en este punto es que los dueños de las empresas remuneren bien al obrero, que le alcance para comprar la canasta básica íntegra, para poder pagar la educación de sus hijos, dar un vivienda con decoro a su familia, que pueda acceder a servicios de salud de calidad, incluso que él y su familia puedan recrearse sanamente.

Es decir, el Movimiento Antorchista propone un modelo económico superior al actual que le permita a la clase depauperada tener una vida digna. Esto es posible y es necesario, por eso Antorcha organiza, educa y politiza a la clase trabajadora, para que abra los ojos y se sume a la lucha democrática por el poder del país, y una vez ahí, se puedan hacer las acciones que permitan implementar estas líneas de acción en favor de la inmensa mayoría de los mexicanos, de alrededor de 100 millones de mexicanos de los 120 que existen.

Este proyecto de nación que busca Antorcha implementar no es producto de una noche de desvelo o de un sueño profético, sino de un estudio concienzudo por sabios comprometidos con el pueblo que buscan el beneficio colectivo, de un estudio de la realidad, de la historia de México y el mundo, del desarrollo social. Como prueba de la viabilidad y necesidad de este proyecto, están los municipios con gobierno antorchista, gobiernos emanados de las entrañas del pueblo que conocen y saben cuáles son sus carencias.

Está Tecomatlán que después de varios años de gobiernos antorchistas fue considerado como una de las mejores ciudades del mundo por el City to City Barcelona Fad Award 2013 y se ha convertido en “La Atenas de la Mixteca”. En Huitzilan de Serdán, tras años de sometimiento por el cacicazgo más recalcitrante, ahora los pobladores pueden disfrutar de calles pavimentadas, servicios básicos, una alta oferta educativa, espacios deportivos y un importante hospital que no sólo atiende a los huitziltecos, sino también a municipios vecinos como Xochitlán, Zongozotla y Zapotitlán. Realidad que se repite en Tepexi de Rodríguez, Santa Inés Ahuatempan, Cuayuca de Andrade y Ocoyucan, municipios a los que Antorcha ha llevado progreso y desarrollo como fruto de la lucha organizada. Esto, únicamente al referirnos al trabajo de los ayuntamientos antorchistas en Puebla, falta sumar los de San Luis Potosí, Veracruz y el Estado de México. Además de los resultados de los diputados federales y regidores antorchistas, pero para muestra basta un botón.

Con hechos concretos y tangibles el antorchismo demuestra cuál es el camino que las masas proletarias deben seguir. Es cierto que habrá falsos profetas que pretenden engañarlos, y es obligación de los antorchistas politizar a la gente para que no se engatuse con cantos de sirena, porque para cambiar la realidad se necesitan acciones precisas, saber en qué momento y cómo materializarlas, práctica y teoría revolucionarias, la fe y la esperanza son buenas pero completamente insuficientes.

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