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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, insiste en una conducta conflictuada, enfrentada con el sentir común y con las reglas de la buena convivencia, sus disposiciones en torno a vetar la entrada de ciudadanos procedentes de la nación árabe o de origen musulmán a Estados Unidos, la misma restricción habrán de observar para los indocumentados mexicanos y latinoamericanos que pretendan ingresar a dicha nación. La postura del mandatario raya en la locura, y desconocimiento de la política exterior; en un narcisismo de ser americano, de una prepotencia por tener la economía más alta del mundo y condicionar además del mercado, quién entra y quién no a los Estados Unidos, pero ignora que la grandeza de que hoy gozan es producto del trabajo de migrantes en su gran mayoría; gracias a ellos las fábricas, los caminos, el campo, la industria etc., ha progresado, y es gracias a que son sobre explotados y vejados.

Estados Unidos está plagado de artículos mexicanos, de manufactura mexicana en gran medida, y no digamos la rama de la ciencia y la tecnología; innumerables profesionistas destacados se encuentran en la unión americana laborando en la industria, engrandeciéndola con su trabajo y talento principalmente, son gente honrada, repito, talentosa, respetuosa de la ley, pero como en toda sociedad, no escapan quienes la transgreden y se les hace responder por ello. Aquí aseguro que los americanos son tan transgresores o más de ley fuera de su país que muchos mexicanos, para el caso sería muy saludable que el gobierno de México publicara una lista o el porcentaje de delitos cometidos por americanos en nuestro territorio nacional y veremos cómo estamos comparativamente.

Amén de todo ello, su alto porcentaje a las adicciones, los hace un mercado consumista, por ello es que las mercancías de enervantes y otros psicotrópicos van para los Estados unidos, porque ellos los consumen, pues son un pueblo en su mayoría indolente hacia la ilustración, no pensemos que son un dechado de virtudes inteligentes, ellos leen novela policíaca y todo tipo de suertes frívolas e intrascendentes, nosotros los mexicanos casi no leemos, pero no alcanzamos los niveles de frivolidad de ellos, que importa llevar muchas de las veces un libro para leer si es de novela policíaca únicamente, no estoy diciendo que no se deba leer en todo hay una cultura general, pero en ese tipo de lectura es muy limitada y a ello me atengo.

Por tanto, que Donald Trump nos enseñe su grado de ilustración, su nacionalismo puro, deshaciéndose de todos los artículos de origen extranjero con que amuebla su casa y con los que se siente extasiado, pues ya lo balconearon y feo en ese renglón. Por último, las naciones del orbe están repudiando su política exterior, no es para menos, son millones los que se suman para pedir una revisión de la política del presidente y pronto habrán de pronunciarse los tribunales al respecto, consecuentemente, no se le augura un prolongado mandato al presidente americano, pues carece de conocimiento y sensibilidad para gobernar.

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