Por Nahir González Sosa
Le llamamos comunicación al proceso de interrelación universal existente tanto en el ámbito humano como en las diversas realidades circundantes a éste. La comunicación comprende 3 niveles fundamentales para la elaboración y transmisión de mensajes: nivel intrapersonal (comunicación establecida con uno mismo), nivel interpersonal (comunicación establecida con las demás personas) y nivel masivo (comunicación establecida con los diversos sectores circundantes y el contexto en general).
La comunicación a nivel interpersonal es una herramienta fundamental para la vida en sociedad, pues ayuda a crear y potencializar las relaciones humanas. Existen muchos vehículos que se pueden utilizar para llevarla a cabo, de hecho, todos aquellos que impliquen una interacción personal entre individuos; sin embargo, no todos los vehículos ofrecen la misma riqueza de canal y este hecho es el que provoca que la comunicación sea mayor o menormente efectiva.
Se denomina riqueza de canal a la cantidad de información que puede transmitirse en un episodio comunicativo. La riqueza se define a partir de: manejo de varios códigos al mismo tiempo (uso de palabras, gestos, posturas, entonaciones, etc.), retroalimentación rápida (existencia de un intercambio veloz de información) y personalización de la comunicación (nivel de cercanía física y emocional que existe entre las personas que se comunican). Cuando más se logra cumplir con estos requisitos, se puede decir que existe una mayor riqueza de canal y que por tanto, la comunicación que se podrá establecer será mucho más efectiva.
A partir de lo anterior se puede concluir que la comunicación con mayor riqueza de canal es la que se ejecuta cara a cara, pues cumple altamente con los requisitos establecidos; por su parte, la comunicación escrita, es la que menor riqueza de canal presenta, ya que carece de muchos elementos necesarios para alcanzar más fácilmente la efectividad en el proceso comunicativo.
La comunicación cara a cara es aquella que se establece cuando las personas se hallan físicamente presentes durante el intercambio de mensajes. Casi con seguridad se puede afirmar que aunque pasen los años y las tecnologías evolucionen a límites inesperados, nunca ningún otro vehículo comunicativo podrá suplir la efectividad y riqueza de la comunicación cara a cara.
En la actualidad, muchas personas prefieren usar herramientas tecnológicas para comunicarse con los demás, por ejemplo: teléfono, sistemas de mensajería de texto, correos electrónicos, redes sociales y video-conferencias. Esta costumbre se ha vuelto algo cotidiano y aunque es verdad que estos vehículos comunicativos facilitan en muchos casos el intercambio de información debido a limitantes relacionadas con distancia y tiempo; también es cierto que en un sinnúmero de ocasiones, truncan y tergiversan los mensajes que se emiten y que se reciben, puesto que los individuos se valen de muy pocos códigos y elementos para transmitir y recoger información cuando no se hallan frente a frente con la persona con la que se encuentran estableciendo el proceso comunicativo.
Al comunicarse de manera escrita no siempre se tienen las palabras exactas para expresar lo que se desea, conjuntamente con ello, la sintaxis y ortografía erróneas pueden darle a las frases otro sentido, además de que la ausencia de emociones no permite expresiones precisas en los mensajes.
La comunicación telefónica está limitada a las palabras; por tanto, si no se es un buen orador, es probable que los mensajes emitidos se mal entiendan. En el caso de las videoconferencias y herramientas similares, aunque en ellas se pueden visualizar ciertos tintes de lenguaje corporal, existen otras restricciones tecnológicas para la transmisión de datos de manera fluida y en tiempo real. Como es notable, haciendo uso de estos canales, resulta complicado que la comunicación sea efectiva, ya que si los mensajes no son elaborados cuidadosa y adecuadamente, difícilmente las personas entenderán fidedignamente lo que se les quiere transmitir.
Para que la comunicación interpersonal sea efectiva, se necesitan mucho más que palabras, incluso varios teóricos afirman que el 70% de lo que una persona comunica, está determinado por su lenguaje corporal y no por lo que habla; por tanto, hacer uso de elementos como el contacto visual, la proximidad física, las expresiones faciales, los gestos, el contacto físico y el manejo de la voz; es fundamental para lograr una comunicación efectiva que cumpla con los objetivos planteados y que permita sanas relaciones interpersonales libres de confusiones, malos entendidos y desconfianza.
Por supuesto que a veces resulta inevitable hacer uso de medios que poseen poca riqueza de canal para establecer procesos comunicativos, pues no siempre se tienen las posibilidades para estar físicamente presentes al momento de emitir o recibir un mensaje.
No obstante, también hay muchas otras ocasiones en las que se podría establecer la comunicación cara a cara –más aun cuando se tratan temas importantes o delicados- y sin embargo, las personas optan por evitarla, pues ya están tan acostumbradas a hacer uso de las tecnologías de la información, que prefieren utilizar esos medios por comodidad, apatía o incluso porque ya no les es agradable el contacto físico y la cercanía con los demás; es en este punto en el que la situación se torna hasta cierto punto alarmante, pues significa que el humano pierde día con día la capacidad de socialización, lo cual podría desembocar en relaciones interpersonales problemáticas, soledad y aislamiento; situaciones que de ninguna manera son sanas, ya que los individuos son seres sociables por naturaleza y para vivir emocionalmente sanos, necesitan forzosamente de la compañía y colaboración de otros seres humanos.
Indudablemente la tecnología trae consigo muchos beneficios para el desarrollo social, pero si se desvirtúa su uso y no se encauza adecuadamente, puede propiciar problemas serios para la vida personal y social de los individuos; por ello, lo ideal es encontrar un equilibrio en los procesos de comunicación interpersonal, de tal forma que siempre se puedan establecer relaciones humanas sanas y productivas.
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