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Cada vez es más frecuente escuchar que los ciudadanos se decepcionan, más temprano que tarde, de los gobiernos que resultan electos para ejercer algún cargo público. Y no es para menos, pues la gran mayoría no resuelve las necesidades que le urgen a la población, lo que hace que los habitantes vivan en condiciones inhumanas.

Pero cuando alguien se atreve a plantearle al funcionario algún problema, en la mayoría de los casos sufren reprensión por el simple hecho de gestionar. El pueblo pobre está, pues, indefenso mientras no forme parte de las decisiones políticas y es objeto de toda injusticia.

¿Cuál es la solución, entonces, a esta problemática que atraviesan los pueblos pobres de nuestro país? ¿Está la solución en cualquier grupo político que busca el poder? ¿Cuál sería el criterio a tomar en cuenta para saber cuál es la opción correcta y no dejarse convencer con las puras promesas de los candidatos?

El Movimiento Antorchista ha comprobado que esta problemática tiene solución y tenemos varios ejemplos, sobre todo de aquellos lugares en donde somos gobierno. La solución está, precisamente, en el pueblo mismo. Pero para llevarla a cabo necesitamos tener bien claro qué es lo que hay que cambiar. Veamos.

Si venimos votando elección tras elección, gobernante tras gobernante, partido político tras partido político, y las cosas siguen igual o peor, debe quedarnos claro entonces que algo está mal; por tanto, no basta que ejerzamos nuestro voto tal y como lo hemos hecho hasta ahora; la realidad nos obliga a dejar de esperar toda mejoría cada vez que llegan las elecciones, si pensamos que sólo cambiando de partido vamos a tener, ahora sí, una solución.

Hasta ahora, el gobierno de los municipios se lo han turnado unos u otros partidos, y ¿qué ha pasado? Nada bueno. Unos y otros salen siempre con la misma política, y el pueblo sufre todas las injusticias y no encuentra soluciones, y así seguirá por muchas generaciones, mientras creamos que se trata de cambiar sólo a un partido por otro.

Y ahí entra la importancia de estar organizados, sobre todo porque de esa manera nos damos cuenta que todos padecemos los mismos males. Pero lo más importante es que unidos nos vamos a dar cuenta también que contra el pueblo ninguna fuerza es superior: las injusticias que nos hacen por separado, en colectivo no se pueden. Otra de las ventajas es que unidos podemos impulsar a la gente con la preparación necesaria para estudiar la realidad y plantear la solución correcta a los problemas. Esa preparación y sobre todo el compromiso con el pueblo pobre, lo tienen muchos dirigentes antorchistas que se han puesto a la cabeza de nuestro gran movimiento como resultado de la lucha organizada.

Comentar esta característica de los antorchistas es muy importante porque nos convierte en una alternativa de solución real a toda la problemática descrita. ¿Por qué? Porque tenemos entre nosotros a la gente que puede plantear, con todo el rigor científico, el nuevo modelo económico que debemos seguir para solucionar de fondo los males del país.

Hasta ahora, los teóricos del sistema aplican toda su inteligencia y usan la ciencia en defensa del modelo económico actual, que favorece a los poderosos. ¿Qué hacen los defensores del sistema económico? Tratan de convencer a los mexicanos de que la causa de su pobreza reside en que no trabajan o en que son flojos. Que con un poco de esfuerzo, todos podemos tener la vida de lujos que nos vende la televisión. Pero eso no es cierto. La OCDE, por ejemplo, dice que los mexicanos somos los que más horas en promedio trabajamos en el mundo: 12 horas los hombres y 14 horas la mujeres, muy por arriba de las 8 horas de debería durar la jornada laboral.

Aun así, los mexicanos ya no se tragan el cuento de que la solución a la pobreza consiste en poner a un gobierno que se caracterice por “ser muy democrático”. La gente identifica claramente los problemas, los sufre en carne propia. No se generan empleos, el salario no alcanza, en los pueblos no hay obra para los servicios básicos, el pueblo se da cuenta que cada vez paga más impuestos, que las mercancías que compra son más caras, que el precio de la gasolina sube y sube aunque el gobierno se comprometa lo contrario.

Y todo esto no se soluciona con la democracia actual. Y, aunque haya miles de spots en la televisión o en la radio, y haya muchos programas televisivos que tengan la intención de mantener entretenida a la gente para que no se de cuenta de esta situación, los mexicanos se van dando cuenta de que los están engañado y, entonces, la inconformidad social aumenta.

Pero lo cierto es que México no ha encontrado la solución. Sabe de la problemática, porque lo sufre en carne propia, pero lo que no ha descubierto es la solución. Porque la solución no está en un solo individuo, en un mesías. El mal de la pobreza, que es un gigante, sólo puede ser eliminado por otro gigante: el pueblo unido y educado.

El modelo económico actual, planteado por expertos de la economía política, busca en lo fundamental que el Estado favorezca a las grandes empresas y deje abandonado al pueblo trabajador, a pesar de que es el principal productor de la riqueza nacional, una contradicción a la vista de todos.

Estando así las cosas, ¿quiénes, con preparación científica, pueden proponer un modelo económico distinto que favorezca a los trabajadores de esta patria? ¿Será posible encontrar gente, en los partidos políticos, capaz de hacer un planteamiento que supere al modelo económico actual, cuyo único logro ha sido el de producir a un puñado de gente muy rica por un lado y millones de pobres por el otro?

La respuesta es sencilla: si todos los intelectuales, profesionales, los investigadores, etc., en la actualidad, están al servicio del capital, es decir, son gerentes, supervisores, directores de empresas, o trabajan en los bancos, o en los medios haciendo de comentaristas o analistas, torciendo toda explicación de la realidad para que la gente no sé de cuenta de lo que sucede, entonces no hay de otra más que buscar a los nuevos líderes de México de entre el pueblo trabajador.

Los antorchistas de México creemos estar cumpliendo con esta tarea, tenemos entre nosotros gente muy comprometida con las causas de la gente más necesitada, con una alta preparación científica, capaz de plantear e instrumentar el nuevo modelo económico que necesita México, como solución de todos los males que padece al día de hoy. Tenemos pues, camino avanzado, tenemos a la cabeza de nuestra organización a un grupo de gente que ha estudiado todo lo mejor que ha parido la historia de la humanidad, que lo ha sintetizado y lo ha usado como arma de lucha para los pobres.

Por eso la gente debe de confiar en Antorcha, porque tiene la preparación necesaria para dirigir este país y está profundamente comprometida con los intereses de las mayorías. Esto no se puede encontrar en los partidos actuales, por eso, en ellos no está la solución y no es sólo una afirmación para ganar aplausos baratos, sino que eso es lo que ha demostrado la práctica social.

Nuestro país ya ha sido gobernado por todos los partidos. Es decir, todos ellos han ejercido el poder de alguna manera y lo único que se ha visto es que son lo mismo. Si ya hemos votado infinidad de veces y no hemos encontrado la solución, entonces la lección es que el problema no son los partidos sino la clase a la que sirve. Por ello, sostengo que, para los pobres, no hay mejor camino que organizarse con el Movimiento Antorchista

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