Por Juan Carlos Lastiri

Hoy México tiene la oportunidad de presenciar en primera fila un suceso histórico: tras 88 años de ausencia, el presidente de los Estados Unidos de América visita La Habana.  El pasado domingo 20 de marzo Barack Obama llegó a Cuba en una histórica visita que tiene como fin avanzar en las negociaciones que recompondrán las relaciones diplomáticas entre aquellos países.

Esta visita es el fruto de arduas negociaciones iniciadas por Raúl Castro y Barack Obama en diciembre de 2014, que buscan poner fin al distanciamiento que comenzó en 1959, cuando la revolución encabezada por Fidel Castro tomó el poder de la isla. En los últimos 15 meses se han presenciado cambios pequeños pero sustanciales como la flexibilización del embargo que mantiene Estados Unidos a Cuba, la eliminación de Cuba de la lista de los países que patrocinan el terrorismo, la reapertura de las Sedes Diplomáticas en ambos países y el anuncio de que a finales de este año se reanudarán los vuelos comerciales.

La visita de Obama a Cuba tiene por fin fortalecer los lazos comerciales y expresar apoyo político en favor de los derechos humanos, así como tender puentes con los nuevos liderazgos generacionales del socialismo cubano que habrá de decidir el futuro de la isla y continuar el proceso de acercamiento y normalización de las relaciones económicas y diplomáticas.

El histórico acontecimiento no terminará en la llegada de Obama a suelo cubano ni en su encuentro con el presidente Castro, sino que también se concertarán reuniones con representantes de la sociedad civil así como de grupos opositores al régimen revolucionario.

Sobre la mesa, se encuentran temas fundamentales entre los que se encuentran el embargo vigente desde 1962 como respuesta a la confiscación de bienes a ciudadanos estadounidenses en Cuba; la devolución del territorio en que se encuentra la base naval de Guantánamo (misma que inició un plan de cierre el pasado 26 de febrero); la reparación de daños valuada por nuestro vecino del norte en 2 mil millones de dólares, mientras que la exigencia de Cuba asciende a 1.11 billones de dólares; la defensa de la democracia y los derechos humanos; así como la definición de la política migratoria.

 

Las implicaciones para América latina y el Caribe

A últimas fechas, Cuba ha tomado un papel relevante en la mediación de las problemáticas sociales e internacionales en la región, ha resurgido como un vocero legítimo, interlocutor para los mandatarios y negociador confiable en conflictos armados como el que enfrenta Colombia. Ante este panorama, el acercamiento y normalización de las relaciones con los Estados Unidos implican un acercamiento de la región en su totalidad, no sólo por el papel negociador de la isla sino porque el embargo económico ha sido un tema emblemático de los gobiernos latinoamericanos que ha generado tensión y un claro sentimiento antiamericano en el subcontinente.

Por su parte, Cuba es la tercer frontera de México. En esa frontera marítima que comparte nuestro país con los Estados Unidos y la Isla del Caribe se encuentra el “hoyo de dona”, región donde se presume que existen importantes yacimientos petroleros. Nuestro país no debe perder de vista los términos de la normalización de la relación diplomática y la flexibilización del embargo, pues existen claros intereses compartidos en los que México muy pronto deberá ser llamado a La mesa de negociación.

Presenciamos el fin del distanciamiento entre nuestros vecinos y con ello la desaparición de la estela que la Guerra Fría dejó en nuestro continente.

 

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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