El presidente Enrique Peña Nieto, el presidente de todos los mexicanos, el presidente ninguneado, exhibido y con poca credibilidad en pocas palabras: ahora es un presidente debilitado. Carmen Aristegui, destacada periodista e investigadora, valiente como pocas y pocos mexicanos, se enfrenta al poder del Estado, representado por Peña Nieto.
La razón fundamental de ese enfrentamiento es que fue obligada a renunciar, con su equipo de trabajo, de MVS; según sostienen por presiones desde las esferas más altas de la política. Ahí está la guerra, a los ojos de todos.
Lo que ella afirma lo publica sin temores, como le digo, valiente a sabiendas del riesgo que está corriendo, pero a estas alturas, tal vez esté resuelta a todo.
Ante los ataques de que ha sido objeto, Carmen Aristegui ha contestado, se ha defendido como gata boca arriba, y ha sacado a relucir información que Aurelio Nuño, a quien no le importa la ética, la conducta, y honorabilidad de nuestro presidente de la República, minimiza.
Recordemos que hace algunos años el ahora extinto escritor Carlos Fuentes, en clara contraposición a la candidatura de Enrique Peña Nieto a la presidencia, externó su opinión valiente mencionando que el señor Peña Nieto, tenía derecho a no leerlo, pero no tenía derecho a ser presidente de México y planteó sus razones, por eso es incalificable la opinión de Aurelio Nuño que quiere defender lo indefendible. Carlos Fuentes obtuvo el premio Cervantes, un galardón que le dio autoridad tanto moral, como ética y científica.
Ahora que Carmen Aristegui ha puesto de relieve el plagio de partes de la Tesis sustentada por el entonces estudiante Enrique Peña Nieto para obtener el título de abogado, los mexicanos se siente defraudados. Si bien, con ello no dejará de ser presidente de México, será uno debilitado. Por tanto, pienso que sus acciones deben encaminarse a lavar su buen nombre y honorabilidad, destacarse en hacer mejor las cosas, sin revanchismos ni odios, porque entonces, al pensar en venganzas, como lo dice el dicho popular, estará cavando su propia tumba.
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