Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

 

La presente semana será definitiva para cambiar las tendencias electorales en Puebla, ya que se agota el tiempo de campaña y se realizará el único debate entre los candidatos. Hasta ahora todo indica que “la moneda está en el aire” entre los aspirantes Antonio Gali Fayad y Blanca Alcalá Ruiz, a quien los separa un diferencia no mayor de siete puntos, y si no sucede algo extraordinario, parecería que el 5 de junio habrá un resultado muy cerrado entre ambos abanderados que pelean la próxima gubernatura de Puebla.

El aumento de la intensidad de los mensajes de guerra sucia contra la candidata del PRI, Blanca Alcalá, en la cual se le señala que posee una supuesta larga lista de inmuebles, gasolineras y otros negocios que no se justifican que los haya adquirido con el dinero que ganó como servidora pública, es una muestra de que el PAN no va adelante por 10 o 16 puntos que se quiere hacer creer con la difusión de una lluvia de encuestas.

Al mismo tiempo, la lentitud y torpeza con que Blanca Alcalá responde a la guerra sucia hace suponer que si en la presente y la siguiente semana no toma una actitud más contestataria, a la ofensiva, en lugar de solo de protegerse, no podrá salir airosa del embate propagandístico panista. Y entonces esa corta ventaja que le lleva el abanderado panista Antonio Gali, se podría ensanchar.

Tanto a Blanca Alcalá y Antonio Gali ya se les agotó el plazo para convencer al electorado con propuestas y planes de gobierno. De mover a los indecisos con discursos. A los dos lo único que les queda es no perder la templanza en las tres últimas semanas de campaña. Y al final ganará quien sepa protegerse mejor de la guerra sucia.

En términos general la contienda electoral se definirá por la capacidad de ataque y de defensa de los candidatos. Esta es la contienda por la gubernatura en la que más han quedado marginadas las propuestas de los aspirantes, las cuales por su simpleza y falta de creatividad no han sido un gancho para la opinión pública.

Hace seis años la posibilidad de un cambio profundo en el sistema político poblano atrajo miles de votos hacia Rafael Moreno Valle Rosas, el cual nunca se produjo, pero fue un buen artificio propagandístico.

En 2004 el discurso de Mario Marín Torres de sacar a la pobreza a las regiones más olvidadas del estado y crear un desarrollo equilibrado, junto con hacer el mayor proyecto de obra pública de Puebla, sirvió para darle el voto mayoritario a un candidato que emulaba la figura de Benito Juárez. Luego todo eso se olvidó y el entonces gobernador se acabó convirtiendo en uno de los político más odiado en la opinión pública local y nacional.

Ahora no hay un plan de gobierno, de alguno de los candidatos, que realmente sea algo novedoso, atrayente o producto de un arduo trabajo de estudio. En mucho esa condición se debe a lo corto que será el próximo periodo gubernamental.

Pero también es consecuencia de que en esta elección solamente hay dos opciones: darle continuidad al morenovallismo, de manera cordial y no autoritaria, o romper con la extensión de poder del grupo político del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.

Antonio Gali parece haber tocado el techo de las intenciones del voto. Ya no podrá crecer más en la opinión pública. Esa dificultad se debe a que sigue cargando con todos los negativos del morenovallismo y por los ataques que involucran el supuesto crecimiento de su patrimonio, pese a que ya había sido una campaña que se uso en su contra en el año 2013.

Alcalá ya se atoró en sus posibilidades de crecimiento, por no saber capitalizar los negativos del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y porque la campaña negra en su contra no le permite entrar en un electorado que no sea el priista.

Ana Teresa Aranda Orozco, la candidata independiente, es quien lleva la mejor campaña, ya que creció mucho con los intentos absurdos de no dejarla competir. Ha logrado su cometido de ser una “piedra en el zapato” del morenovallismo y de quitarle votos al PAN.

Roxana Luna, la candidata del PRD, muestra una pobre estrategia de campaña que no le permite salir del nicho de los votos de izquierda. Sus parodias contra el morenovallismo, que es su principal recurso propagandístico, no son de impacto para el grueso del electorado. Su lucha es solitaria al no tener el respaldo de todo su partido, ya que la mayoría de activistas y líderes de corrientes los tiene comprados el morenovallismo.

Abraham Quiroz Palacios basa todo su esfuerzo en la figura de Andrés Manuel López Obrador y carece de una proyección como candidato. Su discurso es pobre y sin impacto. Su único reto será que Roxana Luna no le gane los votos de izquierda.

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/05/09/sigue-la-moneda-en-el-aire-entre-gali-y-alcala/

 

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...