Arturo Rueda /Tiempos de Nigromante/Diario Cambio
Dos distinguidos priistas han caído en el ridículo al acusarme de intentar extorsionarlos.
El más burdo fue Alejandro Armenta, quien terminó retractándose ante la Fiscalía General del Estado y me envió una carta de disculpas que no acepté ni publiqué ante su vulgar actuar.
Ahora, se derrumba la trama macabra del #Tlacoyogate que Jorge Estefan Chidiac construyó con el apoyo de medios de comunicación rivales a CAMBIO con un video editado que no soportaba el mínimo análisis.
Yo no cuento con notificación oficial de la Fiscalía, así que me guío por la palabra del propio presidente del PRI que ayer, en una desenfrenada rueda de prensa, anunció que el Ministerio Público no había encontrado elementos para proceder en mi contra por el delito que me imputó hace casi un año.
Lo dije en su momento y lo sostengo: Estefan Chidiac es el Carlos Ahumada de la política poblana. Su primer videoescándalo como protagonista, guionista y productor fracasó.
Es absurdo que aduzca razones políticas o arreglos para la determinación de tal resolución exoneratoria: nadie ha criticado más al fiscal Víctor Carrancá, a quien he señalado por los casos de Karla López Albert, Paulina Camargo o Chalchihuapan.
No lo veo haciéndome un favor.
Según Estefan, una psicóloga determinó que nunca sufrió un estado de amenaza o miedo.
Es evidente que el presidente del PRI estatal es un ignorante en materia jurídica: el miedo es el elemento esencial del tipo penal de la extorsión. Sin un estado de amenaza real, el delito no procede. Y la única forma de dictaminarlo es con un peritaje psicológico.
Es sencillo entender por qué Jorge Estefan Chidiac nunca sintió miedo: porque nunca hubo una extorsión, sino que construyó una cortina de humo con premeditación, alevosía y ventaja.
Grabó, editó un video, y luego chantajeó: si no sale el audio de sus pecados con Juan José Lecanda, no sale tu video.
Al final, el mentado audio lo publicaron los portales Status y e-consulta, no CAMBIO.
Aun así, Estefan Chidiac siguió con su estrategia de enlodarme, recurriendo a los servicios de Enrique Núñez y Rodolfo Ruiz.
Su estrategia tuvo éxito parcial. Las imágenes del video, en sus siete minutos, eran contundentes: yo había pedido 10 millones a cambio de no publicar el audio.
Estefan Chidiac anunció una denuncia ante la Procuraduría General de la República a fin de evitar un sesgo local de la justicia que incluye tres delitos: extorsión, delincuencia organizada y lavado de dinero.
¿Qué tenemos once meses después?
Veamos.
La PGR desestimó el caso inmediatamente, unos días después de recibir la denuncia, y decidió enviar el caso a la Procuraduría General de Justicia (PGJ) por no ser de su competencia. ¿Por qué fue Estefan a denunciar ante una instancia incompetente de origen?
Lo que significa que una instancia federal decidió que no había elementos para investigar ninguno de los tres supuestos delitos. Esa instancia, que se sepa, no la controla ningún morenovallista.
Luego, según contó ayer el también diputado federal, en una fecha indeterminada la Fiscalía General del Estado determinó que no había elementos para proceder.
Lo que implica que tanto una instancia federal como una estatal cerraron el caso.
Pese a la exigencia expresa, los dos periodistas que se prestaron a la campaña de lodo, Enrique Núñez de Intolerancia y Rodolfo Ruiz de e-consulta me negaron el derecho de réplica.
Ni siquiera se dignaron a publicar en sus medios los dichos de Estefan, exhibiendo así su miseria periodística.
Lo tomó como un caso de (in)competencia profesional, pero ya con documentos en mano se los exigiré por la vía legal de la Ley Reglamentaria del Derecho de Réplica.
Con Jorge Estefan Chidiac falta historia por contar, porque otros tribunales nos esperan.
Pero esa historia se la contaré después.
Para mayor información:http://www.diariocambio.com.mx/2016/opinion/tiempos-del-nigromante/item/10718-se-derrumba-el-videoescandalo-fabricado-por-estefan
