Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

A una semana de las votaciones y dadas las circunstancias de la actual contienda por la gubernatura de Puebla, desde ahora se puede adelantar que el resultado de las votaciones será muy distinto al que han mostrado todas las encuestadoras, pues si algo prevaleció en el actual proceso electoral es que se está en el nivel más alto de desconfianza, apatía o miedo hacia los estudios demoscópicos, y es más elevado el rechazo a responder cuestionarios o falsear la información, que al número de ciudadanos que acceden a contestar y expresar su verdadera percepción de candidatos, partidos y gobiernos.

Entre los 12 estados del país en que habrán de renovarse gubernaturas, Puebla y Tamaulipas fueron consideradas como las plazas más difíciles para conseguir la aceptación de encuestadoras, y por ende, eso significa que se ignora la opinión de una franja muy importante de electores, que si sale a votar el próximo 5 de junio en un porcentaje significativo dará un importante vuelco las cifras finales de la contienda comparado con las estimaciones levantadas en los dos últimos meses.

Para el caso de Puebla, el promedio de personas que no responden a los cuestionarios de los encuestadores, o falsean la información, es de 3 por 1 que sí accede a contestar y expresar de manera fidedigna su opinión sobre la situación del estado, de su comunidad, del país, del gobernador, del presidente de la República, y de los candidatos y partidos, en sus facetas positivas y negativas.

Algunas encuestadoras se encontraron que esa correlación era de 4 ciudadanos desconfiados o apáticos con las encuestas, contra 1 dispuesto a participar. En ese tenor se tiene la siguiente percepción:

Las estimaciones apuntan a que Antonio Gali Fayad, el candidato de la coalición Sigamos Adelante, va a ganar la elección del domingo, pero no en los porcentajes tan elevados que se han difundido, frente a su principal oponente la priista Blanca Alcalá, por dos razones:

La primera es que el antimorenovallismo no se expresó del todo en las encuestas, como un reacción al clima de miedo y persecución que generó el gobierno del estado contra activistas y críticos de la administración estatal.

La segunda es que aunque Gali Fayad logró trasmitir una percepción de cambio, de cimentar la percepción de que él es muy distinto en carácter y tolerancia frente a la personalidad del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, no se logró del todo disipar el enojo, la inconformidad, la crispación que causó el morenovallismo en importantes sectores del electorado.

Por lo que se puede concluir que mucho de ese antimorenovallismo no se ha podido medir y establecer qué tanto va a impactar en el resultado de los comicios.

Ante ese esquema no se puede descartar que el desenlace sea una elección muy cerrada, con dos o tres puntos de diferencia, en términos reales del voto libre del electorado.

La cifra se podría incrementar si la operación de acarreo de votantes de los morenovallistas no puede ser contrarrestada por el PRI.

Ahora, aunque Blanca Alcalá siempre ha ido en el segundo lugar de los sondeos, sería incorrecto decir que ya está derrotada.

Por el mismo factor antes citado, de desconfianza hacia las encuestas, el voto antimorenovallista todavía podría dar una sorpresa de última hora, junto con la movilización del voto duro del PRI. La conjugación de ambos núcleos del electorado podrían darle un resultado inesperado a la elección a favor de Blanca Alcalá.

Si no hubiera esa posibilidad, no habría la intensificación de la guerra sucia contra la priista. La campaña de anuncios de radio, en redes sociales y otros medios, en donde acusan a Blanca Alcalá de todos los males del estado –aumento de impuesto, falta de obra y la supervivencia del marinismo, entre otros aspectos– es porque en el grupo morenovallista le tienen miedo a ese sector del electorado que no expresó su opinión en las encuestas.

Dicho de otra manera, los morenovallistas tienen miedo de que el antimorenovallismo despierte y se exprese el 5 de junio.

El problema para que eso ocurra es que Blanca Alcalá hizo una campaña electoral demasiado mediocre, sin organización y sin ganas de triunfar. Todos los mensajes anti morenovallistas que el PRI ha generado en los últimos días son la respuesta adecuada a la confrontación electoral que enfrenta el tricolor, con el pequeño detalle que lo debía haber hecho hace un par de meses. No al cuarto para las doce.

Los afectos de la campaña mediática contra el morenovallismo, promovida por el PRI, seguramente van a generar una ola muy grande de votos contra Gali y/o el PAN, solo que con el pequeño detalle de que no hay garantías de que todos esos sufragios se irán a la contabilidad de la candidata del tricolor.

Es muy probable que esas muestra de malestar en las urnas se sumen a la cuenta de votos de la aspirante independiente Ana Teresa Aranda o la perredista Roxana Luna Porquillo.

Y es que el gran error de Blanca Alcalá es que nunca logró polarizar frente a Antonio Gali Fayad o frente al gobernador Morena Valle.

Por eso no es vista como la única opción electoral frente al grupo en el poder. O eso es lo que parece por ahora. El 5 de junio sobremos la verdadera opinión de los poblanos.

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/05/30/254967/

 

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...