Fermín Alejandro García /Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

El debate –realizado la noche de este jueves– entre los candidatos a la gubernatura resultó ser un ejercicio intrascendente, por la insignificante audiencia que registró y la falta de confrontación de ideas entre sus participantes, pero al final sirvió para exhibir en toda su plenitud el servilismo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) –encabezado por Fernando Treviño Núñez– hacia los mandatos del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, pues se hizo hasta lo imposible para evitar que los aspirantes formularan la más leve crítica a la actual administración estatal.

Al final el CCE se ciñó al guión que se diseñó en Casa Puebla para que se fingiera un debate o encuentro entre los candidatos, y durante la exposición de los aspirantes quedaran ausentes los cuestionamientos al gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas. Con ese esquema se quiere crear la falsa idea de que no hay nada que reprochar a la administración morenovallista.

El llamado Encuentro Empresarial con los Candidatos tuvo una dinámica en la cual no se permitió la confrontación de ideas, la crítica a ningún gobierno y las intervenciones de los aspirantes a la gubernatura se acotaron con preguntas sosas, convencionales, que impidieron abordar los múltiples problemas que enfrenta el estado de Puebla. Todo ello se controló con la advertencia que se le cerrarían el micrófono al participante que no acatara las reglas.

Con ese formato el CCE regresó a los modelos de democracia fingida que dominaban la escena electoral en los años 80 y una parte importante de la década de los años 90, en la cual no había confrontación de ideas y se eliminaba la participación del candidato que quisiera ser crítico o tuviera la osadía de cuestionar al gobernador en turno.

Lo más patético del encuentro de este jueves es que ese esquema de falso debate fue secundado por el periodista Fernando Canales, quien como parte de su egolatría se auto define como un demócrata pero ayer actuó como un censor, ya que al inicio del encuentro –en su calidad de moderador que le gusta hacerse el gracioso– se puso a interrogar en público a cada uno de los cinco candidatos con la frase: “¿Aceptas y te comprometes a respetar las reglas?”.

Y ese respeto a las reglas se reducía a un solo aspecto: a no criticar al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, porque quien lo hiciera le aplicaban la ley del garrote y lo dejaban sin voz, o mejor dicho sin audio en el sonido local.

Canales quiso justificar ese falso debate diciendo que había sido un encuentro muy fructífero porque habían logrado que los candidatos regalaran 2 horas de su tiempo haciendo propuestas. En realidad lo que el periodista y los directivos del CEE cuidaron es que Rafael Moreno Valle Rosas no montara en cólera, ya que de sobra es conocido el odio que el mandatario siente hacia quienes piensan diferente a él.

Y es obvio que Moreno Valle no iba a permitir que públicamente se hiciera un escrutinio de su gobierno, de los pésimos resultados que ofrece en el combate a la desigualdad social y el crecimiento delictivo, a los abusos con los sobreprecios de la obra pública y los gastos en frivolidades, así como el clima de persecución que desató contra activistas, académicos y periodistas que ejercieron la crítica hacia su administración.

Con lo ocurrido este jueves, los directivos del CCE echaron a la basura el prestigio del organismo, que en el pasado defendía la transparencia del gobierno y que hubiera un verdadero juego democrático en las disputas del poder político.

Se les puede reprochar a muchos dirigentes anteriores del CCE su conservadurismo y defensa del neoliberalismo, o el tráfico de contratos con el gobierno del estado, pero se les reconocía que exigían democracia en la lucha por los cargos de elección popular. Y sobre todo, que eran demandantes de que hubiera debates reales entre los contendientes.

Ahora únicamente han quedado a flote los intereses económicos, por encima de la defensa de la democracia.

Sobre todo cuando el presidente del CCE, Fernando Treviño Núñez, es apoderado legal de por lo menos tres firmas de franquicias que ha adquirido el gobierno del estado para ser instaladas sucursales de dichas compañías en espacios públicos que son propiedad del Poder Ejecutivo.

Esa situación parece explicar por qué el CCE y otros organismos empresariales en los últimos años no han formulado la más mínima crítica a la gestión de Rafael Moreno Valle.

El miedo a la represión y la defensa de ciertos intereses económicos han provocado el silencio cómplice de un sector que antes era crítico, exigente e independiente. Hoy no quedan rastros de esos liderazgos empresariales.

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/04/22/exhibe-el-cce-su-servilismo-al-gobernador-moreno-valle/

 

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...