Por Jesús Manuel Hernández

Para algunos observadores, el primer golpe al morenovallismo, orquestado en el PRI poblano, fue el apretón de manos de Blanca Alcalá y Enrique Dóger el pasado domingo. De inmediato, los coros oficiales soltaron versiones contrarias sobre la unidad, aduciendo que Dóger había sido “grosero” con la señora, versión totalmente falsa.

El primer gran golpe del PRI fue al día siguiente, cuando el diario “El Universal” publicó su encuesta sobre preferencias político electorales en Puebla, donde los resultados le dan el triunfo al PRI con cualquiera de sus aspirantes sobre el candidato oficial, Antonio Gali.

Los expertos en la temática afirman que el sondeo no es muy creíble, pero todos coinciden en que las aspiraciones del PRI y PAN están empatadas técnicamente y dependerá de la estrategia el triunfo electoral.

Manlio Fabio Beltrones está actuando de cara al 2018, ganó Colima y soltó que irá ganando una a una las demás gubernaturas de este año, destacando los casos de Oaxaca, Veracruz y Puebla.

Curiosamente el mismísimo gobernador optó por dos estrategias: una, envió al delegado del PAN a criticar a Jiménez Merino por entregar semillas provenientes de fondos públicos en su precampaña, un tema que le deja amarrada la mano en sus propias acciones al gobernador; y dos: recurrió al chantaje al advertir que sin alianza con el PRD hay pocas posibilidades de ganar. O sea, Moreno Valle se amarra un dedo y se desmarca de la operación política ante la primera de las adversidades del año.

El escenario se le complica al panismo poblano que no encuentra ya más tiempo para preparar un candidato de raíces puras en el blanquiazul; no supo parar a Moreno Valle a tiempo y ahora es presa de su sumisión.

Por si fuera poco, los interlocutores del gobierno con la sociedad se han reducido aún más.

Una vez que Gali deje el Ayuntamiento, se perderán muchos de los hilos de la capilaridad social poblana, la llegada de Luis Banck, sin duda un funcionario rodeado de fama de honestidad, será por desgracia un punto de alejamiento de la poblanidad en un año donde los votos se ganarán y perderán a cada instante en la eficiencia del contacto del gobierno con los gobernados.

Los dos puntos que podrían generar gobernabilidad y gobernanza horizontal en Puebla son de raíces no poblanos, que por más capacidad que tengan para aplicarse en su tarea, tienen en contra al tiempo y el desgaste de una administración a la que todos le empiezan a encontrar los vericuetos de los errores y la falsedad.

O por lo menos así me lo parece.

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